Poemas de Valentina Éire
La tarde es silenciosa
Las palabras se elevan
y las dejo brotar
el valle que me habita las guarda
Yo miro el valle
Líquido amniótico preserva
la voluntad que elije
Se elevan palabras-mariposas
dialogan
esta vez
en el aire purpúreo
en mis oídos
recién nacidos
juntar
mis gemas de azafrán
de una
contingente apatía
devoradora
de pieles que
no me pertenecen
Escarbar en las paredes de mis incertezas
es un pretérito
labrar conceptos
con detenimiento
renuevo el trato
Me restablecen los términos del acuerdo
florecen los intentos y las dudas
se balancean
y declaran los acuerdos de nuevo
Es un re-originarme cada día
cuando las paredes parecen desplomarse
centímetros de sin-sentidos
se cruzan
con esa suavidad azul
Quizás no sea el amor
Quizás
donde no haya humanidad no te detengas
Me preservo
de los imprudentes y definitivos
Llega enero como un despertarse
no habría definición alguna
Mis dedos lo presagian
componen compás de
siluetas en el aire
y las petunias despliegan desde mis pechos
No son uno
son miles
como los años que he habitado
Despliegan mis pechos
cautelosos
y se tiñen
Es una epifanía
de violetas y reconciliaciones
Salpican corcheas y silencios
intimidades
sin bordes
sin extremos
sin excesos
en esos recorridos
conocidos y templados
Malva en atardecer
se asoma
en crescendo
y las mejillas lo perciben
¿Habría que preguntarse algo más?
Así como hace falta un invierno interior
tal vez hablara de desnudez
cuando un anclaje inesperadamente aparece
¿Cómo me lo explico?
¿La sustancia de la cual estuve hecha ahora transmuta?
Soy una y otra encarnada
Permanezco
Me tejo
Son los puntos remotísimos que me traspasan el techo
La historia está simple
y compleja a la vez
Me fundo en la lumbre
El flujo incontenible de ser humana me penetra
No lo detengo
Soy savia boreal
en el aire
entre mis falanges
No eran las ruinas que se me escapaban
en destruirme
eran los tominejos enternecidos
que estaba intentando aniquilar
las formas que contenía
que estaba intentando aniquilar
Cientos de noches
donde tú te ibas y yo me quedaba
y tú te quedabas
y yo me perdía
Nunca supe de caballos en los ojos de mi pecho
Nunca supe que las voces de mi voz anochecían
esta vez lejanas
No tienes rostro
Nunca supe que mis ríos albergaban tamaño
y podía no disimularlo
Nunca supe que podía tomar formas
y abrirte el paso
Nunca supe que podía caerme
Nunca supe que podía dejar las fieras hambrientas
y no morirme con ellas
Dejo de reasegurarme
Podía difuminarme
y aun así seguir existiendo
Terminé por considerar humano ese
desconocerme que me correspondía
Me hago tierra
me derramo desde su manantial
A mis pasos huesos y líneas
ascienden
inocencias antiguas rebrotan
Son las semillas que serpentean mis pies
cuando golpean la tierra roja
¿Es cierto que las pieles colisionan?
Mi danza es roja
Mi éxtasis es rojo
La tierra me penetra
percute
escarba
revela
Aros brillantes desnudan la memoria que tenía de mí
Una vez fui bosque
Engendrada por alaridos de danzas fértiles
Una vez fui guerra
Una vez fui ramas
Una vez fui ámbar
Una vez fui vertiente
Una vez fui desierto
Una vez fui nada
Valentina Éire. Nápoles-Italia, 06 de diciembre de 1986. Resido en Perú hace siete años.