Poemas de Susana Cella
Del libro Estaciones
(Barnacle, 2023)
Planto a la Argentina
La patria es un dolor que aún no sabe su nombre.
Marechal
En la orilla del canal la banda de aplastados y afuereados
con un tablón ancho tientan puente para cruzar
engrupidos por una luz rebotando
desde la lejana costa allende la General Paz.
De puro viento extensiones les rotan la vista del oeste
al mundo abierto del sur campo hasta montañas barruntadas
por invisibles
en el azul mugroso anochecer recién parido
por la espalda este del indiferente Río.
O es peor el norte inundado
la altura chata del pueblo blanco
paredes de piedra amputadas y barrotes encerrando
las muy enjutas las despobladas
caras secas que desde adentro miran
o desde afuera se apartan y arremeten
a cualquier sitio anegado de roña y verdín
asfalto ardiendo chapa agujereada
ladrillo cementado techo plano y sostén
por donde pasan cables y alimañas
sueltos inversos al tiznado bulto que desde dentro
de los sucuchos enrejados nomás mira empalmado sin mover
mano o dedo por no agarrar el fierro
duro y frío en hebras calcinado por soles sin amanecer.
El sentido de la descripción
El Objetivo mira crecer una planta
Fija en lo inmutable una cifra del pájaro
Desasido el sujeto sigue en su vacuo contemplar
sucedidos, trabajos y casos
horizontales pasos, riñas, fiascos
que nunca lo han de alterar
Objetivo el sujeto en otra parte
cava gritos y pronombres y dice que instila verdad
Erigida su casa de cemento pintarrajea
inverosímil deseo de protagonizar
Asordinado impasible describe
con objetiva logicidad el fingido aprender
Y bien conoce que no es lógica ni sentido ni razón
lo que al pájaro y la planta atañe
sólo un paraguas andrajoso
disfrazado de imparcialidad.
Verseador
El pobre poca cosa andaba siseando sus elementales frases
olvidando que una rajadura en la pared
induce a mucha gran profundidad
Luego captaba algún bicho volando, reptando o caminando
y sin preocuparse de los cansancios gerundios
lo alzaba a alturas de guardar.
Magnos elogios recibía el urdidor de naderías
por cuanto sin menester
maltrecho y miserable
ha desertado de los rincones donde se abrigan los dichos
ocultos entre vestigios, neologismos, arrebatos y fusiones
de palabras indagadas y reacias a acudir al instante
en que brindan la meridiana iluminación.
Helada Harmonía
Era un aire suave, de pausados giros
el hada Harmonía ritmaba sus vuelos (...)
Darío
Ninguna intromisión toleran terceros seriales fines
Odio para la hilacha penúltima en todos los registros alza
una asta enclenque y
enarbola la nariz como quien fuera a darle comida a un mendigo
que no pide plata ni limosna
Interrumpe congela imagen mundo y todo alimento terrestre
el impuro confín sin fin entre la cháchara y el huidizo real.
Apurar cielos pretendo
Estribos, bridas mansas, nodular.
Todavía no se peleaban el destino y la libertad
juntos cabalgaban mi madero, sin medida su hablar
El miedo huyó conmigo o el ángel se lo llevó
por tanto no pude escapar del cerrojo
la llave perdida desde antes de cegar
Cuál error tendría tal polen
Qué bifurque variedad o modo
Si esto no fuera lo que debía habitar
Si esto no fuera lo que quería evitar
Al rayo del sol cegando
Quemaba piedra y cuerpo, partía el camino de arena y arcilla en grietas parejas pentagonales y ariscas por molestar la poca sandalia o la piel curtida de los descalzos.
Se sabe o se inventó que era rajante y cenital sol de mediodía el que todo pone a la mayor luz y calor, el mejor si aire frío, el peor cuando el verano ancho no tiene ni cercano un río, laguna, arroyito o charco para ofrecer un poco de humedad contra el polvo no dorado sino ocre y castaño, marrón claro y bien seco. Luz a fuerza ahí abriendo ella sola la encandiladora senda por donde el menguado cortejo pasa.
Deshilachos y no refractos habrán de hacerse unos ciento ochenta minutos más tarde porque no hay en el Gólgota prisma de cristal que desarme los rayos de luz, hilos nada más y una bruma clara en todo el ambiente mientras por encima más cerca de la bola que calienta y encandila se van acercando las masas gaseosas y sólidas para no mucho después sacar de la escena al maldito disco candente, más compactas esas nubes cada vez, guardando menos agua que estruendos cual rocas enlavadas de un inexistente volcán.
El mismo otro
Culpado y absuelto por buscar
en el vino y en la sal
¿Tiene nombre sabe nombre?
Lo escucha sin hablar o al alto mira
Multiplicados serán los nombres
en los tiempos por demás
para dilucidar con querellas y hogueras
confluencias entre oficio maderero, severas admoniciones,
fábulas veras, tentaciones desairadas
e invocaciones extremas.
Culpado y absuelto por sacar
agua de las piedras molineras
quiso, sólo por fineza mayor
ser para todo hermano, pura criatura carnal.
Carpe notem
Cada uno, uno por uno, en minutos y horas de bosquejos para recular la avalancha mugre embosque entre nulos olivos podridos sin agitaciones moscando y toda lumbre ardiendo nomás por esquivar brillazones, ramas, pedregullo que no dieron ni darían sino a la nula barranca abajo tragándonos sorda, muda, despenada y más muy turbia. Cuando a tan pata suelta dormíamos.
Pájaro buitre
Dragging his hunger through the sky.
Beckett
Sobre mi cráneo pelado y terroso se relame
Buitre burlado por un tejido que no va a servir
hasta que hambre, polvo y cielo sea carroña
Por ahora alto volá como si fueras ave de cetrería
a la que llama el cejijunto rey de los venablos
a traerle las presas de su codicia
En busca del mes menos cruel
En el avistado final de la propia estación de sol quemante
nos sumamos en el nuestro otoño a la primavera por afines
equinoccios
Y por no comparecer en los enclaves de temperaturas muy dispares
van uniéndonos, por semejanza o fuerte disimetría
a vivir juntos un mundo arrimado de vientos, nubes, ruidosas
o quietas tempestades
que son para siempre y aun con furiosa expectativa las naturales
causas que nos apiñan
en terrestre morada común, cuando no se las violenta por brutal
embestida.
El íntimo distante
El íntimo distante te me arrima a tu oscuro
y ahí me pregunto con total desespero
en sinrazón ni remonte ni cuesta arriba ni camino lateral
por qué tan revelado me vas siendo
deslomado de atenuantes o treguas o apenas atención
abiertos tus surcos y con neto horizonte los dos ojos
para que menos llore en seco, no derrame aguas sedosas
y se me dé en tu estatua viva
el poder impar que no cesaste de rebelar.
Las cosas
Los lirios del campo o la lámpara encendida.
Chiquitas íntimas guardadas
y de repente surgiendo como lo que sale a flote
por alguna inundación
Entrañables limpias y en bienaventurado retardo
sostienen su fingida simplicidad en ardua evocación que las llama
con numerosos ecos y alias
o sólo intenta nombrarlas en suma aridez
para decir que siguen estando y no es pobre estar lo que convoca
a hallarlas y bendecirlas, a llorar con pudor y degustarlas
como se toma un café en primavera o una medialuna da
siete o más caminos de perdidos tiempos recobrados
por las pequeñas que sí saben y sí quieren
Cómo no van a querer
derrotar al mandatario del escepticismo irónico descomunal
para mucho imantarnos con su estancia en nuestros tiempos
efímeros
sabiendo que nos van a sobrevivir al resguardo o inertes
en su porvenir menor.
Los puntos ordinales
Al raso, luceros clausurados
La estancia desagua inundaciones
por las hendeduras del techo fracturado
Al desnivel
terrenales disfonías y oraciones
Un arado no pasa el garfio
de madera muy roída
en días de paganas expiaciones
Allá abajo
infección y opacidad
El gran canal zanja los ríos profundos
y los trastoca en mudas corrientes
a escala yerma y superficial
Por encima
oxidado hierro negro
El puente encaramado sin gradas
convida a descifrar cómo ahí arriba se sube
siempre y cuando haya voluntad de escalar
por dejar lejos páramo y escarpado
y montar para alto o para hondo si por las dudas se da.
Deslizamientos
De tres en tres sincero marca sus orillas de acueducto trenzadas las cuerdas en doble hilo y faringe irregular descastado terráqueo encelado arriesga un rito hombreando y mujereando piedras surcos de empedrar apertísimos angurrios en pelo tosco
¿Sólo los nombres de las cosas?
Sangre, pelo, uñas y aire de trepar
Gracia
And Grace will lead me home.
En la isla de la ciudad sobre la tumba con nombre
la flor blanca y la tarjeta se van a marchitar
a menos que una ola esmeralda salte lejos del mar
para reverdecer los exvotos y regar el corazón del hombre
que con un medianero a dos metros habla idioma igual
sin responder ninguno a un pasante
que ahí al acaso indaga
si las ofrendas son por gracia o necesidad
y por haber visto y oído pregunta
¿no somos todos únicos hijos
sin hermano al que culpar?
Silencio de ambos contesta exacto y el impertinente curioso se va
con un caracol en la mano y un frasco para rociar
agua bendita a toda lápida, fosa común o bóveda familiar
por redimir y salvar, siempre y cuando sea la gracia necesidad.
Susana Cella (Buenos Aires, 1954) Autora de los libros de poemas Entrevero (Sigamos Enamoradas, 2008), Tirante (Paradiso, 2001), Río de la Plata (La Bohemia, 2001), Eclipse (Zorra Poesía, 2005), De Amor (dientes, paredes arrugadas) (Zorra Poesía, 2006) El fondo (Barnacle, 2017), La fuga del infinito mordido (Barnacle, 2021) y Estaciones (Barnacle, 2023); las novelas El Inglés (Paradiso, 2000) y Presagio (Santiago Arcos, 2007), el ensayo El saber poético (Fac. de Filosofía y Letras UBA/ Nueva Generación, 2003), entre otros.
Publicó poemas y ensayos en revistas, capítulos de libros, antologías o ediciones en Argentina, Chile, Cuba, España, Estados Unidos, Francia, México y Uruguay. Traduce literatura en lengua inglesa. Fue becaria de la Universidad de Buenos Aires (1990-1998), y obtuvo la beca de ILE (Ireland Literature Exchange), Dublin, 2007.
Colabora en revistas y periódicos. Es doctora en Letras por la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, donde trabaja como profesora e investigadora.
Coordina el Espacio Literatura y Sociedad del Centro Cultural de la Cooperación.