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Poemas de Susana Cella

Publicado: 2023-08-02



                                                  Del libro Estaciones

                                                    (Barnacle, 2023)



Planto a la Argentina


                               La patria es un dolor que aún no sabe su nombre.

                                                                                                     Marechal


En la orilla del canal la banda de aplastados y afuereados

con un tablón ancho tientan puente para cruzar

engrupidos por una luz rebotando

desde la lejana costa allende la General Paz.

De puro viento extensiones les rotan la vista del oeste

al mundo abierto del sur campo hasta montañas barruntadas

      por invisibles

en el azul mugroso anochecer recién parido

por la espalda este del indiferente Río.


O es peor el norte inundado

la altura chata del pueblo blanco

paredes de piedra amputadas y barrotes encerrando

las muy enjutas las despobladas

caras secas que desde adentro miran

o desde afuera se apartan y arremeten

a cualquier sitio anegado de roña y verdín

asfalto ardiendo chapa agujereada

ladrillo cementado techo plano y sostén

por donde pasan cables y alimañas

sueltos inversos al tiznado bulto que desde dentro

de los sucuchos enrejados nomás mira empalmado sin mover

mano o dedo por no agarrar el fierro

duro y frío en hebras calcinado por soles sin amanecer.






El sentido de la descripción


El Objetivo mira crecer una planta

Fija en lo inmutable una cifra del pájaro

Desasido el sujeto sigue en su vacuo contemplar

sucedidos, trabajos y casos

horizontales pasos, riñas, fiascos

que nunca lo han de alterar

Objetivo el sujeto en otra parte

cava gritos y pronombres y dice que instila verdad

Erigida su casa de cemento pintarrajea

inverosímil deseo de protagonizar

Asordinado impasible describe

con objetiva logicidad el fingido aprender

Y bien conoce que no es lógica ni sentido ni razón

lo que al pájaro y la planta atañe

sólo un paraguas andrajoso

disfrazado de imparcialidad.






Verseador


El pobre poca cosa andaba siseando sus elementales frases

olvidando que una rajadura en la pared

induce a mucha gran profundidad

Luego captaba algún bicho volando, reptando o caminando

y sin preocuparse de los cansancios gerundios

lo alzaba a alturas de guardar.


Magnos elogios recibía el urdidor de naderías

por cuanto sin menester

maltrecho y miserable

ha desertado de los rincones donde se abrigan los dichos

ocultos entre vestigios, neologismos, arrebatos y fusiones

de palabras indagadas y reacias a acudir al instante

en que brindan la meridiana iluminación.






Helada Harmonía


                                      Era un aire suave, de pausados giros

                              el hada Harmonía ritmaba sus vuelos (...)

                                                                                              Darío


Ninguna intromisión toleran terceros seriales fines

Odio para la hilacha penúltima en todos los registros alza

      una asta enclenque y

enarbola la nariz como quien fuera a darle comida a un mendigo

       que no pide plata ni limosna

Interrumpe congela imagen mundo y todo alimento terrestre

el impuro confín sin fin entre la cháchara y el huidizo real.







Apurar cielos pretendo


Estribos, bridas mansas, nodular.

Todavía no se peleaban el destino y la libertad

juntos cabalgaban mi madero, sin medida su hablar

El miedo huyó conmigo o el ángel se lo llevó

por tanto no pude escapar del cerrojo

la llave perdida desde antes de cegar

Cuál error tendría tal polen

Qué bifurque variedad o modo

Si esto no fuera lo que debía habitar

Si esto no fuera lo que quería evitar






Al rayo del sol cegando


Quemaba piedra y cuerpo, partía el camino de arena y arcilla en grietas parejas pentagonales y ariscas por molestar la poca sandalia o la piel curtida de los descalzos.

Se sabe o se inventó que era rajante y cenital sol de mediodía el que todo pone a la mayor luz y calor, el mejor si aire frío, el peor cuando el verano ancho no tiene ni cercano un río, laguna, arroyito o charco para ofrecer un poco de humedad contra el polvo no dorado sino ocre y castaño, marrón claro y bien seco. Luz a fuerza ahí abriendo ella sola la encandiladora senda por donde el menguado cortejo pasa.

Deshilachos y no refractos habrán de hacerse unos ciento ochenta minutos más tarde porque no hay en el Gólgota prisma de cristal que desarme los rayos de luz, hilos nada más y una bruma clara en todo el ambiente mientras por encima más cerca de la bola que calienta y encandila se van acercando las masas gaseosas y sólidas para no mucho después sacar de la escena al maldito disco candente, más compactas esas nubes cada vez, guardando menos agua que estruendos cual rocas enlavadas de un inexistente volcán.






El mismo otro


Culpado y absuelto por buscar

en el vino y en la sal


¿Tiene nombre        sabe nombre?

Lo escucha sin hablar o al alto mira

Multiplicados serán los nombres

en los tiempos por demás

para dilucidar con querellas y hogueras

confluencias entre oficio maderero, severas admoniciones,

fábulas veras, tentaciones desairadas

e invocaciones extremas.


Culpado y absuelto por sacar

agua de las piedras molineras

quiso, sólo por fineza mayor

ser para todo hermano, pura criatura carnal.






Carpe notem


Cada uno, uno por uno, en minutos y horas de bosquejos para recular la avalancha mugre embosque entre nulos olivos podridos sin agitaciones moscando y toda lumbre ardiendo nomás por esquivar brillazones, ramas, pedregullo que no dieron ni darían sino a la nula barranca abajo tragándonos sorda, muda, despenada y más muy turbia. Cuando a tan pata suelta dormíamos.






Pájaro buitre


                                   Dragging his hunger through the sky.

                                                                                     Beckett


Sobre mi cráneo pelado y terroso se relame

Buitre burlado por un tejido que no va a servir

hasta que hambre, polvo y cielo sea carroña


Por ahora alto volá como si fueras ave de cetrería

a la que llama el cejijunto rey de los venablos

a traerle las presas de su codicia






En busca del mes menos cruel


En el avistado final de la propia estación de sol quemante

nos sumamos en el nuestro otoño a la primavera por afines

          equinoccios

Y por no comparecer en los enclaves de temperaturas muy dispares

van uniéndonos, por semejanza o fuerte disimetría

a vivir juntos un mundo arrimado de vientos, nubes, ruidosas

         o quietas tempestades

que son para siempre y aun con furiosa expectativa las naturales

causas que nos apiñan

en terrestre morada común, cuando no se las violenta por brutal

         embestida.






El íntimo distante


El íntimo distante te me arrima a tu oscuro

y ahí me pregunto con total desespero

en sinrazón ni remonte ni cuesta arriba ni camino lateral

por qué tan revelado me vas siendo

deslomado de atenuantes o treguas o apenas atención

abiertos tus surcos y con neto horizonte los dos ojos

para que menos llore en seco, no derrame aguas sedosas

y se me dé en tu estatua viva

el poder impar que no cesaste de rebelar.







Las cosas


                            Los lirios del campo o la lámpara encendida.


Chiquitas íntimas guardadas

y de repente surgiendo como lo que sale a flote

por alguna inundación

Entrañables limpias y en bienaventurado retardo

sostienen su fingida simplicidad en ardua evocación que las llama

con numerosos ecos y alias

o sólo intenta nombrarlas en suma aridez

para decir que siguen estando y no es pobre estar lo que convoca

a hallarlas y bendecirlas, a llorar con pudor y degustarlas

como se toma un café en primavera o una medialuna da

siete o más caminos de perdidos tiempos recobrados

por las pequeñas que sí saben y sí quieren

Cómo no van a querer

derrotar al mandatario del escepticismo irónico descomunal

para mucho imantarnos con su estancia en nuestros tiempos

       efímeros

sabiendo que nos van a sobrevivir al resguardo o inertes

       en su porvenir menor.







Los puntos ordinales


Al raso, luceros clausurados

La estancia desagua inundaciones

por las hendeduras del techo fracturado


Al desnivel

terrenales disfonías y oraciones

Un arado no pasa el garfio

de madera muy roída

en días de paganas expiaciones


Allá abajo

infección y opacidad

El gran canal zanja los ríos profundos

y los trastoca en mudas corrientes

a escala yerma y superficial


Por encima

oxidado hierro negro

El puente encaramado sin gradas

convida a descifrar cómo ahí arriba se sube

siempre y cuando haya voluntad de escalar

por dejar lejos páramo y escarpado

y montar para alto o para hondo si por las dudas se da.





Deslizamientos


De tres en tres sincero marca sus orillas de acueducto trenzadas las cuerdas en doble hilo y faringe irregular descastado terráqueo encelado arriesga un rito hombreando y mujereando piedras surcos de empedrar apertísimos angurrios en pelo tosco


¿Sólo los nombres de las cosas?

Sangre, pelo, uñas y aire de trepar







Gracia


                                                           And Grace will lead me home.


En la isla de la ciudad sobre la tumba con nombre

la flor blanca y la tarjeta se van a marchitar

a menos que una ola esmeralda salte lejos del mar

para reverdecer los exvotos y regar el corazón del hombre

que con un medianero a dos metros habla idioma igual

sin responder ninguno a un pasante

que ahí al acaso indaga

si las ofrendas son por gracia o necesidad

y por haber visto y oído pregunta

¿no somos todos únicos hijos

sin hermano al que culpar?


Silencio de ambos contesta exacto y el impertinente curioso se va

con un caracol en la mano y un frasco para rociar

agua bendita a toda lápida, fosa común o bóveda familiar

por redimir y salvar, siempre y cuando sea la gracia necesidad.











Susana Cella (Buenos Aires, 1954) Autora de los libros de poemas Entrevero (Sigamos Enamoradas, 2008), Tirante (Paradiso, 2001), Río de la Plata (La Bohemia, 2001), Eclipse (Zorra Poesía, 2005), De Amor (dientes, paredes arrugadas) (Zorra Poesía, 2006) El fondo (Barnacle, 2017), La fuga del infinito mordido (Barnacle, 2021) y Estaciones (Barnacle, 2023); las novelas El Inglés (Paradiso, 2000) y Presagio (Santiago Arcos, 2007), el ensayo El saber poético (Fac. de Filosofía y Letras UBA/ Nueva Generación, 2003), entre otros.

Publicó poemas y ensayos en revistas, capítulos de libros, antologías o ediciones en Argentina, Chile, Cuba, España, Estados Unidos, Francia, México y Uruguay. Traduce literatura en lengua inglesa. Fue becaria de la Universidad de Buenos Aires (1990-1998), y obtuvo la beca de ILE (Ireland Literature Exchange), Dublin, 2007.

Colabora en revistas y periódicos. Es doctora en Letras por la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, donde trabaja como profesora e investigadora.

Coordina el Espacio Literatura y Sociedad del Centro Cultural de la Cooperación.


Escrito por

Willy Gómez Migliaro

Willy Gómez Migliaro (Lima, 1968) Poeta, profesor de literatura y escritura creativa, asesor literario y corrector de estilo.


Publicado en

Poesía

Poesía en lengua española