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Poemas de Yohei Moriya Miyakawa

Publicado: 2022-09-06



Epopeya


La epopeya de los siete días y siete noches de recorrido 

por los pueblos del Nilo han revelado 500 siglos de antigüedad.


Las placas escritas por los Naacals en Birmania

son la muestra más honesta

del sonoro silencio de los tiempos

imperecederos

trazan círculos alrededor

de nuestras pasiones


fragmentos de tesoros ocultos

como tristes ventanas cerradas

de penumbra y melancolía

estas se cerraron a los ojos del hombre.


La séptima orden de la raza de semisalvajes

y caníbales de las Islas de los mares del sur

revelaron nuevamente las cuestiones divinas

para el heredero del trono

y para los sumos sacerdotes

que se encontraban envueltos

con humo de tabaco y ébano negro.


El hombre que poesía

la última pluma tornasolada del colibrí

se adornó con joyas multicolores

engarzadas en verde esmeralda

y recordaba que los ríos se convertían

en lagos poco profundos y flotaban

en sus brillantes aguas flores de loto.


Y las hordas de poderosos mastodontes y elefantes

recorrían las selvas y espantaban a los molestos insectos

con sus grandes orejas.

Fue ahí que enmudeció y aprendió

que cada uno tiene su tiempo y su estación propia.

El sol, y la luna tienen lecciones para los hombres

pero cada uno adhiere cuando el tiempo le viene

con esa certeza,

la fuente de la memoria

comenzó a precipitarse y en un instante continuo de fulgor…


el útero de la naturaleza comenzó a postrarse ante él

y en una epifanía se le revelo que viene la edad de Delfos,

una edad de gloria y renombre

donde los ambulantes serán tan libres como los magnates:

los campesinos caminarán dándose la mano con los reyes;

porque todo el mundo reconocerá la hermandad humana.


Y cogió con su mano el cetro de la tierra

que derramaba gotas de sangre

que resbalaban entre sus dedos

como hojas acostadas en un arroyo

que al resonar con el suelo

se hizo levadura que traerá la verdad

y traerá revoluciones de modo que

la guerra se extenderá

a las naciones

a las ciudades

y a las familias

y que como corderos en una jauría de lobos;

tenéis que ser sabios como las serpientes

y tan inofensivos como las palomas.







Huaquero


Me descubro al borde de la huaca,

entre la altura y el filo

cavando al vértigo.


Sigo en pie

explorando debajo

la magnificencia incrustada

de mi origen moche

y sobre mi cabeza

un kuraka invitando al centro de peregrinación

en Pacatnamú.


Converso con Si

y recobro mi identidad

mientras presumo

de controlar la época de lluvia

y las tormentas de arena indómitas.


Cierro mis brazos y

en una interminable caída libre

floto en un tocado de jaguar y aros de serpiente

hasta llegar al apacible tumi

que siempre me sostiene junto con las cabezas cortadas

de víctimas sacrificadas.


Desde ahí, otra es la escena

puedo trabajar con formas cerámicas

y pinturas murales me persignan

perfumado con figuras antropomórficas

guerreros, deidades y episodios de caza

la suave cadencia de sus voces corales

abrazando mi libertad.






Mass Shooting


En Connecticut, Bridgeport, deploran la existencia

sus aniquilamientos

sus hijas e hijos…

a 2.393,05 kilómetros, en Houston, los asesinos,

esos patrones de poder y muerte.


Se reúnen en ostentosa convención,

quieren armar a todo el mundo

empañando de sangre

enaltecer el olor a pólvora.


Son sus resultados,

con el tío Northrop Grumman al frente

de una manada de bisontes hambrientos,

asesinos sedientos de muerte,

en ese absurdo continente que es Connecticut.


Los cazadores idolatran a sus presas

los vecinos asesinos eran siempre misericordiosos

los toreros preservan la raza de los toros

los banqueros protegen a sus deudores

los psicópatas miran y admiran a sus elegidos

los generales alientan a sus soldados

los dealers quieren viva a su clientela.


Y mientras cuentan muertos

contamos,

siguen llorando

seguimos,

sabiendo que a los malos el culo ya no le cabe

en sus tronos de lujo y sus lingotes

desbordan sus cajas fuertes repletas.


La masa informe, la manada armada

que no piensa, sigue su crazy party

al mismo tiempo que David Abney,

ese fraude con gafas de sol,

acude a hacerse la foto a la puerta de la escuela

donde un altar improvisado

de dolor y pena

recuerda a las víctimas inocentes.

Todos lo saben,

son culpables,

pero da igual.


Cualquier día vamos a dejar de llorar

y ya no dolerá,

porque estaremos vacunados

por la ignorancia y la desinformación

o quizás muertos

por tomar de la mano de la justicia

conmemorando la muerte

y la Browning M-2 de calibre 50

en manos de un sanguinario animal.







Del mundo de ayer a la tierra del futuro


La acequia se intuye

en los insectos que estorban mi escritura:

la prosa poética de un mosquito,

el grillo que ambiciona

reposar obstinado en los versos de Parra del Riego

o el zancudo s e d i e n t o

que importuna la pierna que el calor ha remangado.

De todos los que habitan este atardecer mesurado

y sin camaradas mi existencia se me encapricha

por esa libélula

que con v o r a c i d a d de mariposa

insatisfecha siente desilusión por la red contra la que se enfrenta

sin desistir en su propósito de morar en el capullo.






Las murallas de la profusión


Estoy en la oficina de gerencia aguardando por el máximo ejecutivo.

una pintura de la escuela cuzqueña quejumbrosa,

desborda el área privada.


Conjuntamente con un retablo ayacuchano

y el diseño del mundo del propietario de la compañía,

flota como el vitral del Mapparium,

Biblioteca Mary Backer Eddy en Boston,

que filtra las legiones de sus demonios.


El relato es una seguidilla de viajes y personajes famosos que me aturde,

en una llamada importante abro:

¨El andarín de la noche¨:

obra poética completa de Eguren.


Quiero leerlo y no puedo…

Entonces,

lo verbalizo, lo rezo.

Me lo quita abruptamente y el v e r s o

se estanca y alcanza el vigor de la antimateria.


Soy el monarca más rico del mundo que entona y descubre

la m é d u l a del silencio.


En lo deshabitado,

subo hasta mi música celta y me vuelvo,


sacro, a u t é n t i c o,

macizo,

como la e s p u m a.









Yohei Moriya Miyakawa, abogado peruano-japonés por la Universidad Nacional de Trujillo, con maestría en derecho por Universidad Clemson. Se desempeñó como docente de gestiones judiciales en Universidad Austral, Argentina y argumentación jurídica en Universidad San Francisco de Quito. Además, ha sido el director de la Fundación Biblioteca Virtual El Último Bastión y el Fundador de la Cátedra Internacional Antonio Cillóniz De la Guerra. Ha brindado conferencias en foros de América Latina sobre temas políticos, filosóficos, históricos y literarios. También es miembro del equipo de entrevistas del Movimiento Cultural Internacional Ergo.


Escrito por

Willy Gómez Migliaro

Willy Gómez Migliaro (Lima, 1968) Poeta, profesor de literatura y escritura creativa, asesor literario y corrector de estilo.


Publicado en

Poesía

Poesía en lengua española