Poemas de Rocío del Pilar Flores Adrianzén
I
(La primera vez)
La primera vez será de mañana sobre un lienzo
con aroma a pinos
y la hierba en tu rostro
la niebla de la muerte rodea los cuerpos
el olfato agudo
los sentidos
pleamar
y dorsos plateados
No lo sé
sé que cualquiera sea el altar
al levantarse
dejarán tras de sí
poemas
sucios y bellos
humedad
deseo de
seguir errando.
II
(El estepario)
Animal con ojos de ciénagas
invades curiosidades
en el interior de mi bosque.
Viajas sigilosamente de norte a sur.
Bebes del río calmo.
La sed no se aplaca.
Los temblores no cesan
el suelo no se resquebraja.
Retumban las entrañas.
Aullar.
Inhalar.
Aullar.
Exhalar.
Aullar.
Abandonas la estepa.
Intentamos la manada.
III
(Dicotomía)
Te vi una sola vez y
no sé cuándo te adoré más
Cuando te eriges
poderosa, fecunda y dominante
cabalgas por mis caderas
aúllas
o cuando te muestras tan humana
camino al precipicio
frágil
suplicante
aúllas.
IV
(La sábana)
Llevo tatuado entre mis senos
el rostro del amante
mi fragilidad
su vacío
envolviéndonos en aire
extremadamente contaminados para unos
deliciosamente perversos para otros.
El ángel de mis entrañas
demasiado tiempo encarcelado
me convirtió en un demonio
liberó las aguas escondidas
bajo su cuerpo.
Nuestros ojos,
mis ojos,
sus ojos,
cerrados al clímax
del último de los exhilarantes
revelan al ermitaño
cubriéndome con una sábana de margaritas
fusionadas al calor de nuestro infierno.
Aquella sábana,
pretende emular a Turín
quiere robarme su faz.
No le permito llevarse lo que ahora es mío
Se la arrebato
¿Suéltala! - le grito
¡Es mío!
¿Qué no ves?
¡Mi carne ahora es suya!
V
(Geometría)
Los lobos descubrieron
el lenguaje de la geometría
concavidades
convexidades
bocas paralelas
hocicos triangulares
descubrieron que el placer
mide exactamente
noventa grados
fusionados
forman un perfecto origami
de rombos
con luz menguante
jadeantes
demuestran teoremas
dibujan con sus cuerpos
rectas delirantes
y, por fin,
planos tridimensionales
estallan en la noche
se hacen mil pedazos
perfecta fisión.
VI
(La cueva)
Cuál proposición dentro de mi cuerpo
teórico
descansa tu razonamiento
desde mi premisa
La de mis bocas airadas por tu lengua
Mi sangre intensa
cuando tu forma golpea la mía
Nos insertamos
sin perder un milímetro
Nos encajamos cuidadosamente
sin espacio para el oxígeno
mientras reposamos
al graznido de tiempo.
La cueva no despertará vacía una noche más.
VII
(La propuesta)
Víctima a voluntad
atrapada
y sin deseo
de abandonar su cárcel
o victimario con una única presa
despojado de derechos
esa sola
le basta
Nunca empalaga si es pastel
Y entre la lluvia y la miel
Todo es mágicamente perfecto
a la propuesta del animal
La respuesta de ella no se hace esperar
La prisión atrapa
y libera en el abrazo.
La presión
deseosa
más, más, más
El bosque se abre
ante un intento
La misma cueva celda
después del amanecer
día tras día
sin ocaso
sin penumbra
sin cansancio
El mismo anochecer
no encontrarlo
no morir.
VIII
(In puribus)
Un inesperado resquicio
Una luz entre las ramas
Una ventana entreabierta
El corazón palpitante
Frialdad en las palmas
Las pupilas se dilatan
Se ajusta la distancia
El pelambre se eriza
El miembro se desplaza
El olfato detecta aroma carnal
humedad
humedad
El cerebro recibe
el llamado ancestral
poseer
poseer.
A lo lejos ella
moja su cuerpo en el agua.
Recrea la presencia
de él
A miles de millas
él
errante
aspira
aire puro
y recrea
el siguiente encuentro.
X
(Una noche más)
Se hallan una vez más
al calor de un bosque cómplice.
Inmersa en el éxtasis de su fogata
La cueva se enciende
Una noche
Otra noche
Más noches
Aullidos
Suspiros
Aullidos
Suspiros
¿Habrá medrado la especie?
¿Habrá quedado la estepa convertida en desierto?
La niebla cubre la entrada
Nada delata su presencia
nunca se sabe
si alguien ajeno busca
si alguien ajeno ronda
en la montaña
en la tundra
en la pradera
Nunca estamos seguros.
X
(Cazador)
El invierno baña el bosque
la fogata no se extingue
es preciso calmar el hambre
sin llamar al hombre.
Ella aguarda
el regreso de su cazador.
Estepa solitaria
Paciente agua pantanosa
Unas veces dormida
Otras veces despierta.
Las huellas del estepario
abandonan la cueva,
avanzan sin detenerse.
Podría ser su condena
si se detiene.
Ella permanece.
El hambre es hambre.
El hombre es hombre
No hay casería sin escopeta.
No hay escopeta sin disparo.
Una bala en el horizonte.
¿Puede el oído confundirse en el silencio del bosque?
¿O puede el silencio del bosque confundirse en el oído?
El hombre
ha callado.
Ella no será la misma.
Las luces
posan y pasan.
pasan y pesan.
Nueva, creciente, menguante, llena.
Llena, llena, muy llena
para mostrarnos los ríos.
El viento golpea el espíritu.
¿Traerá nuevos bríos?
Una madriguera casi siempre protegida por ella
Unos hocicos diminutos asoman.
Mariposa
posada en tu hombro
Al pie de tu oído
invento volteretas
vestidas de palabras
no perder tus ojos en ríos revueltos
Te rondo
intento quedarme
Robo el trino de un ave
Intento el encanto
Nada nada
evoca respuesta
Solo vértigo.
Poema 5
Me desprendo de la piel
y hacia mí
busco tu único sol
y nada
nada quema por dentro
Sentada en una esquina
descansan mis ojos en un cactus
gimen y tienen sed
me acerco
sus espinas acarician
nada
nada duele
solo la memoria
La casa vacía
De la red tejida con las manos
del bálsamo de una piel sobre la otra
de la esfera denominada mundo
habitamos juntos una burbuja de concreto
dos puertas y seis ventanas
fue un día de julio
cuando nos erigimos
plantamos jardines
cortamos rosas
regamos geranios
y desde la entrada
y luego de un piso a otro
fuimos calzando cada rincón
desnudamos la estirpe
desenrollamos alfombras
ufanas de sus diseños
precoces en decisiones
veloces para conclusiones
de cada visitante que se atreviera a pisarlas
Convulsionamos al latido del muérdago
que colgaba en nuestras puertas cada navidad
nieve allá afuera
leña en nuestra chimenea
avivamos el juego de dos
y en una noche
dos astros salieron del vientre azorado
resplandeciendo nuestros ojos de principiantes
Juntos llenamos la sala de invitados
cuántas velas encendimos
cuántas fotos se velaron
saciamos en la alcoba la sed de nuestros veranos
poco a poco
los aniversarios fueron encerrando
nuestras risas en el ático
los astros crecieron
se volvieron humanos
y decidieron juzgarnos
Cocinamos historias para nuestros diarios
nuestras recetas no siempre funcionaron
al cambiar los calendarios
hervimos agua en teteras mudas
Bebimos cafés
en una mesa nocturna
dejamos dormir los sueños en el sofá
Los cojines los ignoraron
al partir y al volver en un día de campo
Cuán intolerables se volvieron las paredes
y cuánto hicieron ellas
para no escuchar
En los otoños recientes los astros se desprendieron
como las hojas de higuera
ausentes
al compás de un viento cansado
¿dónde nos encontramos?
somos un lienzo en la pared
la cortina que clama una sala desnuda
el eco de una canción
que no duerme a ningún niño en su cuna
Los peldaños
que solían abrigar nuestros pasos
cuando nos caíamos
o cuando nos levantábamos
solo callan
para escuchar el crujido
de una ventana que se cierra.
Rocío del Pilar Flores Adrianzén es una docente y poeta aficionada al canto. Nacida en Lima, Perú, su poesía está orientada al empoderamiento de los más vulnerables y los que luchan por sus ideales y bienestar de su comunidad. Autora de los poemarios “Venus entre líneas” (Perú, 2016) y “Ciclo Mujer” en la Antología “La Calle que tú me das” (España, 2016). Su poesía aparece en el 2020 en Voces Femeninas ¡Somos el Grito! (República Dominicana), el XII Encuentro de Cuento y Poesía “José Carlos Capparelli”, (Argentina) y en Hispanic Culture Review de la Universidad George Mason (Estados Unidos).