#ElPerúQueQueremos

Poemas de Andrea Rivas

Publicado: 2021-08-08


Sin nombre


Como cualquiera, busco un lugar en el mundo.

No el lugar señalado, el de los otros

el dispuesto desde siempre para alguien como yo

sino uno nuevo que inaugure una tradición propia.


En principio hurgo en las calles

como ciega toco las paredes, los árboles, los perros

camino las grandes avenidas, los callejones

evito todo aquello a lo que no quisiera parecerme

huelo los perfumes, la mierda en los basureros

miro a las ratas, las palomas cagando la catedral

las flores que se abren, el sinfín de estanterías.

Subo a un transporte ¿a dónde? Qué importa a dónde

a algún lugar que me diga tú eres

—Degli Uffizi abre sus puertas a mis ojos

Venus, Medusa, las alas rotas de Leonardo

nadie tiene un trozo de barro, tintura o metal

que pueda dirigirme.


Una mujer de grandes ojos de tierra pasa

y pasan los niños, los ancianos, nadie

hace eco en mi memoria ni me recuerda al futuro que me urge

sube otra mujer a una vespa, enciende un cigarro

su vestido cae prolongación del mundo

habita al mundo con su boca torcida

crean al mundo los ojos sombreados

el negro cabello definitivo y mi mirada la sigue

mientras da vuelta en un rugido de motor

que reverbera en las piedras y reverbera en mi memoria

y viaja en el tiempo para hacerse oír por los antiguos

y para hacerse oír hoy en el dejo de mis manos.

¿Habrá alguien en quien reverberen mis pasos?

Torpes, lentos pasos cayendo sin rumbo

¿o mis palabras? Me dije sublime cuando era joven

hoy recuerdo el extravío en conciertos de rock

deseando ser otra, una bestia de luces

enfrascada en la gran tragedia de mis versos

should I speak? quizá ladrando tengan sentido

los adjetivos que entonces…


Viví disfraces de sirena, de todopoderosa diosa ingobernable

asumí la postura de quien tiene, quien ha ganado

pero en la intimidad de las horas que nadie ve

he sido solo una maqueta de lo imposible.


Como cualquiera, busco un lugar en el mundo.

Reviso, reparo, renuncio a las palabras. Conduzco

el incendio controlado de lo que no debería ser

—pero he sido, soy y seguiré siendo, ¿para qué la lucha?

¿Ahí es? Una gran marcha insiste en mi libertad

y la sigo y compro los ideales al dos por uno y sufro

verdaderamente sufro por los derechos de todos los que no son yo

me convierto en otra, reevalúo el asco, el insensato sabor

de seguir buscando cuando ahí, donde todos despiertan

hay escasez de puños que sepan sufrir como sé hacerlo.


Pero no sé luchar. Hay en mi mente un vacío inexplicable

un desorden infinito de imágenes deshechas:

un árbol hecho de pájaros que al levantar el vuelo

dejan desnudo al paisaje.

La libertad es un árbol que se deshace en alas.

Un rostro tallado en piedra abriendo su vasta y fría boca

para recibir todos los pecados del mundo.

El pecho que me recibió una noche

la quemadura en el pecho, el colmillo en el pecho

el pecho que me traga y me abrasa

hasta arrancarme el nombre.

Sin mi nombre no soy nada, ¿a dónde puedo ir

ahora que no tengo nombre? Un boleto

gracias, ¿nombre?

Ahí, ferviente, en la etapa primera, en el llanto original

espero que alguien decida quién seré. De nuevo.









MEDUSA


I.

Tu planta toca el templo de Atenea

ondeando tus cabellos bandera de lujuria

pies perdidos sobre recinto sagrado, Gorgona,

el escándalo de tu belleza ahoga tu epidermis.

Sediento, enloquecido el dios de todos los mares, Medusa,

codicia tus inminentes piernas,

la inútil gloria de tu seno anochecido.

De rodillas y no en oración recibes al dios,

eres, Gorgona, violada en tu primer nombre,

monstruo, infame, penetrada en todos tus nombres.

Sucios líquidos se derraman en el mármol del templo,

tus gritos colman el deseo de Poseidón,

alimentan el poder de las blancas olas que rompen

contra tus nalgas bestiales, tus muslos aberrantes,

manos que aúllan auxilio perdón pides, Medusa,

el cabello nunca más negro te encuentra vertida

convulsa admitiendo el horror de tu belleza.

Aparece la sabia, magnífica Palas Atenea que mira tu pecado

Medusa, profanaste el templo de la diosa pero bendita seas

una cabeza te protegerá de los hombres,

no te tocarán los hombres, Medusa, no podrán verte

Serás carne del monstruo que llevas dentro,

maldita seas Gorgona:

por tu cuerpo el templo, el sagrado recinto, ha sido mancillado;

Serpientes brotarán de tu cabeza y serán tu escudo, bestia,

atrás.


II.

Atrás, al fondo de tu existencia te haces un sitio para amaestrar a tus demonios

aprehendes la ira y guardas en tu vientre el fruto, el germen condenado

Medusa, ruin será el castigo, penetra las tierras de tu exilio y huye,

guárdate en un jardín, y ahora duerme, Gorgona,

y que tus sueños sean visiones de salvación

nadie se acerca, sueña, Alejandra, déjate ir

deja que te cobijen las cabezas que brotan de tu cabeza

Victoria, los rumores entre la hierba son solo los primeros pasos del perdón

nadie viene, mira, no hay sombras, el vuelo que escuchas es el viento nuevo

mejor no mires, Virginia, no abras los ojos

así estaba destinado a ser, Agnes, no estamos listos para tu cuerpo

la diosa le ha dado alas a un hombre y un espejo para que mires

el demonio en que te has convertido:

Colosal, Perseo levanta tu cabeza en lo alto,

muerta ya, Fernanda, tus ojos inmensos, tus labios no son peligro

tu sangre veneno y antídoto, tu cuello Pegaso, tu cabeza escudo

sirven ahora a la ley divina, inmensa Medusa, infame bestia

sirves María, a las artes, tu cuerpo desnudo

tu mirada petrificada, Elsa, tu vientre mutilado, Fabiola

te convirtieron en otra, Medusa, en Caravaggio

Bernini, Versace y Piedra, Medusa

el mundo está amueblado por tus ojos

y de cada falta, eres, siempre, culpable.










Monsieur Martin


                                         “aquí había alguien que estaba y estaba

                                                                         que de repente se fue

                                                                 e insistentemente no está”

                                                                          Wislawa Szymborska


y esos días en los que no entiendo a la muerte

su andar fijo por la casa

midiendo probando todo lo que es suyo

su misteriosa manera de abrir portales y llevarnos un día

y dejarnos otros días como hoy

abrir la boca para llamar a M y recordar que no vendrá

que sus patas no aparecerán en el pasillo

que el tazón seguirá intacto con el agua impávida esperando ser derramada

y preguntarnos porqué no vendrá

si yo aún lo veo claramente

si siento en las noches su cuerpo

abriéndose paso en mi cama

desde los rincones y desde la repisa más alta

los insistentes ojos verdes juzgando

yo los vi cuando miraban rotundos

y no entiendo porqué no supe cuando se contagiaron de muerte

si ayer me miraban yo los vi me miraban

y se vaciaron los vi cuando estaban recorriendo los terrenos

rastreando el recorrido

entre los cuervos y el hueco bajo el arbusto

donde perdí a su cuerpo frente a la muerte

vi sus ojos que estaban y estaban y vi la tierra

la vi caer la vi y supe que él no estaba que no enterraba

nada huesos pero qué se enrosca

entonces sobre mi pecho y me quita el aire y los ojos

que me juzgan de quién

y a dónde entonces

se fue toda esa luz?











Andrea Rivas. Poeta y traductora (Puebla, 1991). Maestra en Literatura Hispanoamericana por la BUAP. Autora del poemario Pertenecerme entera (Circulo de Poesía Ediciones, 2020). Ganadora del Premio Herminia Franco Espinosa a la mejor tesis de licenciatura con perspectiva de género otorgado por el Comité de Igualdad Sustantiva de la BUAP (2017). Primer lugar en el Premio Punto de Partida (2017) de la UNAM en la categoría de poesía. Fue nombrada Silver Poet por la Asociación de Escritores de Beijing, China, en el primer Premio Internacional de micropoesía (2018). Becaria del Festival Cultural Interfaz ISSSTE (2018) y becaria del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico (2019). Ganadora del Boao International Poetry Award como poeta nueva del año. Entre sus traducciones destacan El país entre nosotros, de Carolyn Forché (Valparaíso México, 2015, y Valparaíso Ediciones, 2016) y El otro Einstein (Planeta, 2017) y Los Gunner (Planeta, 2018). Su obra poética ha sido traducida al inglés, italiano y chino.


Escrito por

Willy Gómez Migliaro

Willy Gómez Migliaro (Lima, 1968) Poeta, profesor de literatura y escritura creativa, asesor literario y corrector de estilo.


Publicado en

Poesía

Poesía en lengua española