Poemas de Juan Manuel Portillo
(de estudios, 2009- 2021, inédito)
(estudio lunar / acadia)
1
Saltamos en las piedras
de un acantilado
(un paisaje lunar pensé
pero el agua no encaja en la luna
un acantilado sí
hasta en el fin del mundo de los terraplanistas
encaja)
Si seguimos
tendremos que volar o sacar branquias
de algún sitio
no hay prisa
son largas las fracturas
y quedan muchas piedras por andar
2
Tanto como tardamos en emerger del mar
llevará sumergirnos
así que salto en piedras lunares
contra toda evidencia
como si la fiesta siguiera en el after
salto en sus prismas
cubos imperfectos
de algún poema futurista
que nunca fue
(metal)
Una pequeña pieza de metal, cóncava, de bronce oscuro, un disco. Y la mano que la sostiene, firme y suave a un tiempo. Así lo imagino. La vara, de otra mano, golpea puntual y delicada. Un palito con fieltro en su extremo, cubriendo la esfera. Lo imagino, lo escucho. De aire y de metal el sonido. Abierto. Tres veces vibra. Tres veces se extingue. Sin dolor, en el aire lo imagino con los ojos cerrados -aire oscuro como el metal, que llamo bronce. Así. No es un comienzo. No es un final.
Que lo cóncavo sea el principio de una esfera o de una campana. No. Una trampa. No. Que lo cóncavo sea una congregación. No lo que espero. Otra cosa.
Con los ojos cerrados, tendido. Distendido de pequeñas palancas subcutáneas. Y mucho más adentro, en oscuros y armónicamente coordinados, tejidos. Un pulso. Antes de toda aspiración. Unísono, un tejido de armónicos. Menos que un coro pero menos que una voz solitaria. Armónicos. No voz todavía. Unísono.
* a Jorge Solís Arenazas
(motor)
Me lleva el ronroneo de uno a otro paisaje. Por ejemplo, las nubes cernidas sobre el campo abierto, oscureciéndolo. No es un ruido de fondo. Una ciudad si quieres, también oscurecida, es.
O un corazón que ha pulido su ritmo, libre de toda arista. Sólo vaivén, pulso que se adelanta o se retarda. Y la aceleración, un circuito de arterias. Un corazón oculto en la entraña del fuego y del metal, un corazón templado.
El recuerdo de un sable, un corte, un giro, a veces interrumpe, pero el ritmo termina por envolverlo todo. Y aquí vamos de vuelta al ronroneo, ahora una danza lenta y minuciosa de ceniza volcánica. Y una marcha que no se detiene, que no se detiene.
(de Bla, 2012, 2015)
EN un cuaderno rojo de costuras muy finas dibujé un cardenal, escribí
rojo sobre rojo
figuritas de luz que se filtraban en el duermevela
panoramas enteros, carreteras, colinas
sólo alcanzables en el umbral del sueño
entrar o salir:
detrás el árbol detrás el bosque detrás
unos ojos azules, otro cielo: vuelo del cardenal
Escribí
la vista más hermosa de aquel pueblo del este
desde las altas piedras de un cementerio
el río que duplicaba árboles y edificios
escribí
¿un pueblo es una polis?
¿el lenguaje político se contempla mejor desde los muertos?
Aquí no hay balas
el plomo cae por su propio peso
la noticia del plomo, el documento
caen por su propio peso
documentan su caída
Boca de jarro, boca de jarro
¿revelarás tu nombre?
lugares mentales
REDES de nervios en la cabeza
de cristal, de metal
tensión que se curva sobre el mundo
o que se rompe
camino torcido sobre mundo torcido en sus redes ilusionistas de animal
ilusionistas de ojos de pájaro, de ciervo
sobre el paisaje
elevándose sobre las formas que construyen
o dejando las formas como marcas
para regresar a la ilusión
animal de aprendidas maneras
justas
formas de civilidad
justas
animal animal
La enorme luna roja de solsticio de invierno
cernida sobre la ciudad
en el eclipse
¿todos los animales se supieron mortales?
en esa larga noche de huesos en el frío
bajo delgadas pieles –insisto-
¿se supieron mortales?
No hay muertos, no hay cadáveres, no hay carroña
hay palabras que hablan de otras palabras
relaciones, eso hay, extremos que se tocan y jaloneos
estira y afloja como sístole y diástole
como sístole y diálogo interrumpido
pero no el silencio
sobre silencio se puede hablar
o simular que se habla
poética de silencio que construye su voto de silencio con palabras
como apagar la pantalla en que escribo
y seguir tecleando
así el fingimiento del silencio tiene un sentido
el diálogo roto es otra cosa
el diálogo roto no es otra cosa
(de Vigilia, 2020)
Pájaros nunca-duerme su trabajo el tejido de la noche y el día gravedad
la suya que convoca luces dispersas las convierte en luces de mañana
y las hojas dispersas y las ramas en sombras en cobijo convierte
sacudo mi cabeza vienen de afuera los cantos de los pájaros
sacudo mi cabeza de ruido movimiento de ave rápido entran y salen los cantos
dejan ecos rasgaduras jirones de cielo dejan en mi cráneo
Aturdimiento organismo paralelo maneras de golpear los parietales el
aturdimiento nunca
se dibuja con claridad menos de noche organismos paralelos que verifican
sus zonas de contacto zona muerta lenguaje muerto
zonas de tejido que se derrumban caen con sus fechas sus imágenes sus
golpes de infortunio
naipes la casa nunca pierde tampoco gana la casa
avanza con el día lleva sus marcas un techo de dos aguas divide el antes y el
después de la lluvia el antes la acumulación en ascenso de los vapores el
aliento que se eleva la respiración que se eleva la plegaria que se eleva
y llena el aire nubarrones
las frutas sobre la mesa que ya no arrojan sombras la contención
amenaza de tormenta
Ganas de comerse el mundo se decía cuando había mundo y ganas y largas
filas de alimentos antes de que se pudran llevarlos a la boca la tuya
antes de que se pudra o la que encuentres al alcance nada de almacenes nada
de silos aunque se anuncie tormenta aunque vientos de guerra amenacen
y voces aconsejen guardar para los tiempos de escasez vacas flacas
decían esa carne
la he probado también esbelta con su disfraz de hueso mondo y otros
frutos me he llevado a la boca el lado luminoso de los frutos y su interior
y las semillas
muy lejos las escupo para que no germinen en mí cadenas en mí
Todos en adopción decía el cartel y los perros movían sus colas aguzaban
sus puntas de oreja sus hocicos largos tajos en ese parque corrían
olfateaban con la seguridad de extremidades bien puestas en tierra y más
multitudes vi por esos rumbos y supe de otras si tuviera ganas las exploraría
visitaría sus templos dije templos y los faroles se encendieron no la
oscuridad de la casa
en adopción ¿y qué orfandad vendrá que nos revuelva y lleve por tantos aires
de familia por tantos extravíos? hoy
caminé por sendas de amplitud variable estrechos callejones avenidas
y no me podía detener y no podía dejar la ligereza mis pasos
sus desprendimientos de una tierra que apenas imanta
Al final de la tarde un campo de luciérnagas y la noche que cargan pequeña
noche inmensa noche planetaria y en ese alumbramiento restos de
otras vidas peces
a la orilla del lago trozos de piel escamas una nueva textura de esqueletos y
marcas en la arena un campo que se apaga y se enciende que se apaga y
se enciende que se enciende y alumbra lo que no es mío ni son
mis luces lo que se me aparece
Juan Manuel Portillo (Cd. Juárez, 1967) ha publicado passwords (Mouthfeel Press, 2011), Bla (Mano Santa, 2015), Vigilia (Salto de Mata, 2020) y figura en el volumen colectivo De las últimas cosas (Salto de Mata, 2020). Es autor del poema visual Deadline (2016). Ha publicado traducciones de Geoffrey Hill, John Taggart, Keith Waldrop y Paul Celan. Sus poemas y traducciones aparecen en Ciudad negra. Antología de poetas de Ciudad Juárez 1980-2013 (Bonobos, 2018) y en publicaciones periódicas tales como Mandorla, Mula blanca, Plan b, Periódico de Poesía, Polis Poesía, La Jornada Semanal, Tierra adentro, Tragaluz, Oráculo, El poeta y su trabajo, Anuario de poesía mexicana, El coloquio de los perros y Aufgabe, Journal of Poetry. Es Doctor en letras latinoamericanas por la Universidad de California y profesor en Hollins University.