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Poemas de Wilver Moreno Tineo

Publicado: 2021-03-14



                                      De Detritos




                                 CORPOREIDAD


          la única forma de corporeidad que se

            distiende entre instantes fugaces

          y húmedos rastros sobre las manos

          que hiñen en silencio palabras que

          recuerdan excesos en las brumas

        encrespadas tu boca y la más ardorosa

           melancolía bajo la superficie del

        vino aroma que deleita los vellos con

         fermentación de mujer lluvia y nube

       vaporosa sobre el cielo que vuelca su

         sello y frutos sobre la mañana y el

          escudo envuelto entre la abierta

     piel o calígine que desprende sombras

          leves del silencio y el cuerpo

     contempla la clara distorsión de la

  magia y los dedos apuntan hacia la única

   forma de corporeidad que se distiende








VISIÓN


poca cosa se sienta a mis pies

poca

casi insignificante

allí se posa sin más

como si el silencio

no hubiese tenido existencia

sino allí

la veo

con esta mano indiferente la toco

me siento

y mientras compito con mis arrugas

inclino mi cuello

me acomodo

y la contemplo








ARTIFICIO


Ojo austero que reprimes diente,

Trepanas nervios y taladras alma.

Todo abajo se destruye en calma,

Y refluyes vigoroso, ardiente.


Ojo labrado en perpetuo encierro,

Perforar la palabra te sucumbe.

—Que se asuma carne y se enrumbe

Sobre dedos muertos en su yerro.


Desnudo ojo, artificial quiero verte,

Recorrerme las entrañas aislado

Y no sucumbir al dolor o al hado.


Ojo emético, deseo descreerte,

Omitir palabras a la arcada

Y ser cotidiano, feliz o nada.









                           De Grava sobre polvo





NOCTURNIDAD


La noche estira su negrura sobre los cuerpos, sobre los muñones que levantan 

sus dedos acusadores. La noche olvida sus motivos, su naturaleza, su crueldad

intrínseca. La noche rodea a los cuerpos, los abraza para protegerlos de la luz 

del sol que abate con su claridad. Ella brinda su oscuridad desinteresadamente.

Abajo, los mugidos de sus hijos ruegan por sus brazos, por un poco de su piel

materna. Los muñones se retuercen, intentan vocalizar, intentan alzar sus ojos

inexistentes, intentan sentir calor en su piel insensible. Ese rebaño hace un ruido

sordo como de piedra caída dentro de un pozo profundo. La noche mira a sus

hijos con piedad, con pasión, con inexpresable amor. “¿Qué puedo hacer para

calmar a mis hijos?, ¿qué puedo hacer para aliviarlos?” Los alaridos ahora son

menos audibles, más lejanos. La noche entonces olvida sus ruegos y se 

concentra en su majestuosidad, en su rotunda nocturnidad y prosigue su reinado.








PIEDRAS OLVIDADAS


La caída destroza la piel y el hueso muestra sus astillas libres. El grito en 

realidad no importa. Una carretera se abre a nuestros pies, se abre y se enciende

con sangre hermosa, se humedece y coge vibración de infinito, de cielo y piedra

confundidos en un instante como el inicio de una muerte.


―Pero el caminante debe continuar. Es tarde ya, el cielo está oscuro y el viento

anuncia un cercano aguacero. Ya se sienten unas gotas de lluvia, y la piel se 

eriza por el frío―.


Ahora no podemos contener al cielo. Sus lágrimas nos fortalecen y nos salvan. 

El amor recorrido podrá contra todo misterio. Estas palabras mías no me

pertenecen, solo dejan constancia de la imposibilidad de poder comprender los

caminos que caen inevitables como la noche y el frío, y arrasan a los hombres

como piedras olvidadas.








ENCRUCIJADA


Entiendo la mañana. La música llena el vacío o lo hace más profundo. Estoy

diluyendo mis recuerdos y mis pensamientos. Estoy viendo las grandes

posibilidades, la forma de un cuerpo, la capacidad del tiempo de hacerse carne.

Estoy tocando mis limitaciones. Mis sentidos y mi mente son una barrera

franqueable. Ahora estoy dejándome ser parte, involucrándome. Esta mañana

contiene un brillo diferente, tal vez una armonía, una gota lumínica que se 

escapa de alguien. Ahora entiendo la mañana, al movimiento de la vida que se

renueva y renace.








                                    De Naufragio




UNIVERSOS DIMINUTOS


La muerte envenena los oscuros meandros del poema. Tus ojos se iluminan

sobre las palabras marchitas, debajo de la piel del mar. Tengo pruebas sobre mi

futura desaparición. No tengo argumentos, solo escribo y navego en este 

espacio con pequeños símbolos cargados de mentiras por doquier. Escribo o

disparo sobre mí mismo. Soy el demonio que se oculta infantil de la vida que

viene con el corazón clavado en las tinieblas. Aparición mítica sobre el vuelo

lúbrico del hombre. Una sombra deforme envuelve tu cabeza y la despedaza

hasta convertirla en gotas de universos diminutos, gotas de afiladas punzadas

temporales. Ella viene desnuda y fría. Sería muy tonto dudar de su justicia. La

imparcialidad final e inapelable. Conozco su cara, su vientre atrayente y fatal.

Conozco su risa cortante, su seductor juego tramposo. La muerte envenena los

oscuros meandros del poema.








EXNÁUFRAGO


El viajante desglosa las mandíbulas hacia los anillos helados del planeta. Un

acordeón derrama lentamente el ocioso sonido del atardecer. Las palabras

distorsionan la angustia, la convierten en trozos falsos sobre el papel. Una 

lágrima devora el rostro hirviente del navegante. Los dientes brillan en la 

oscuridad, en el plano umbrío de la seducción, del vacío gélido del cosmos. 

Toda la energía que empleo para verte es parte del juego. Todo sonido que

escatimo es parte de la mecánica composición. Eres el viajero emprendedor de

victorias incontables, el exnáufrago devorador de músculos palpitantes, el 

enemigo bestial de lo sensible, el animal suelto libre de humanidad. Sin 

embargo recuerdo el respirar dificultoso de tus pulmones y el ajetreo inútil de 

tu piel al sentir el mercurio del amanecer. El silencio nos rodea, el agua como la

maldad misma sitia todas las piezas falsas de la imaginación y destruye de un 

solo golpe el papel donde escribes y yo desaparezco.









AGUJERO INFINITO


Dibujo con tu mano un gran agujero en el universo. La piel recubre el cuerpo de 

un reptil furioso. Es el papel donde se humedecen todas las pesadillas. Todo lo

palpitante se desprende hacia el centro del infinito. Ahí yace el animal que 

respira, echado con la panza blanda hacia las cuatro direcciones artificiales. Ahí

está el filo de la noche, del ruido y del dolor. El universo se contrae, se 

concentra en un solo punto. ¿Cuánta materia será necesaria para evitar el 

derrame inútil de la vida? No importa, lagartija epicúrea, sigue portando tu 

corazón como símbolo de lo más sagrado aunque tus bordes, el borde del papel, 

el borde del universo, el borde de tu conciencia, el borde del lenguaje solo sean 

un reflejo tímido, pero aún tibio, de un pasado que se disipa.












Wilver Moreno Tineo (Ayacucho, 1982).

Ha publicado el libro grupal Club de la Serpiente. Muestra Poética (Hipocampo Editores, 2007); ha sido antologado en el libro Poesía Perú S. XXI. 60 Poetas Contemporáneos (Escuela de Lima del C.C. Yacana Editores, Lima, 2007); ha publicado el poemario Detritos (Paracaídas Editores, 2009); el libro grupal La Imagen de las Palabras (GRABASELL, 2009); ha sido antologado en el libro Rito Verbal. Muestra de poesía peruana. 2000-2010 (Elefante Editores, 2011); ha sido antologado en el Manual de Literatura Peruana a cargo de César Toro Montalvo (AFA editores, 2012) y ha sido incluido en el libro Del Alpe y del Ande. Reunión poética bilingüe de Alemania y Perú (Pájaro de fuego ediciones, 2015). Poemas suyos han aparecido en medios peruanos y extranjeros. Actualmente prepara un libro de poesía.


Escrito por

Willy Gómez Migliaro

Willy Gómez Migliaro (Lima, 1968) Poeta, profesor de literatura y escritura creativa, asesor literario y corrector de estilo.


Publicado en

Poesía

Poesía en lengua española