Poemas de Alberto Valdivia Baselli
De La región humana (2000)
EL PUÑO NO DEBE ABRIRSE.
Desgraciadamente para el hombre inflamable y flamable acotan
la misma consecuencia.
El puño cerrado hierve de muchas variantes tuyas.
Encerrado.
Cuando amaneciste / ya despierto o desde nunca despierto / en la Sala destinada.
Tu figura famélica / de hambre mía / de rastro mío / de carne dudosa
o comunitaria / repentina.
Esa misma sensación que tú / de tu sombra aguda / en la puerta a calle /
me indispone.
El puño ¿en ti o en mí? / qué cuerpo será el que se quede después
de que se Cumpla.
El puño cerrado / elíxir o espejismo de nuestras curvas pisadas / Cumplirá
por nosotros.
El puño que nunca se abre caminará / como sujeto a mejor vida /
reemplazándonos.
No guardaremos en ningún recoveco de la carne restante elemento ignífugo
alguno.
Desde ahora quedaremos quietos ante el Ignífero Esputo a que nos disuelva
o repliegue.
El Fuego que ya huele a desaire / a causa / a resolución y a duda / aún no prende.
El Fuego descenderá del Puño.
Convergeremos en él siempre que surjamos en otras leyendas que nadie verifique.
Del Puño descenderá nuestra curva hilera de pisadas.
¿El Puño en Llamas será nuestro grado de desviación?
Del Fuego descenderemos.
¿Purificados?
¿Vencidos?
¿Una vez más condenados?
Buscaremos en el Puño cerrado al Puño abierto.
Aquel hombre buscado tendrá el mismo rostro que el dios.
Aquel dios tendrá las mismas manos que ese hombre le cierra al mundo.
Descenderemos de él.
De Patología (2000-2004)
Demonios liberados o cuerpo deprisa
decimoctava semana
(¿habría que definir este día, es requerible?)
No hay ninguna rotura que designe el escape, tu cuerpo adolescente reniega
de las huidas permanentes. Tu cuerpo febril de algunos años más que la década
ha buscado en todo equívoco, previamente desdeñado por la sociedad,
al antojadizo prófugo; empero nada, inubicable, escurridizo como un cuerpo
dejado demasiado tiempo en reposo, en silente aprendizaje.
Ese demonio ha huido con tus mejores prendas, las más atípicas flemas,
las difterias más granulosas, las más despellejadas quemaduras, el peor grito
de voluntad involuntaria en un cuerpo huidizo y delgado, de pulga o comején.
Has probado el alcohol, el cargado arrecife de cortos y largos, el burbujeante
y el denso ictérico brebaje de barrio marginal; has probado el tabaco alineado,
el humo desgarbado como dura quemazón de ropas encendidas en tu empeño
de ceniza, de buscar entre las cenizas brasas, y quemarte; has probado el blanco
y aséptico clorhidrato, el colorido barbitúrico, la suculenta anfetamina, entre ellas,
el hastío, el lábil arrinconado vestigio de tu púber demonio patológico y renovador,
en escape, en carrera, por seguirte, a donde lo busques.
Ubicado recitará alto su presencia y su tono; mentirá motivos de arraigo; deformará
su rostro con el mío; reprobará conductas y patologías. Ubicado, seremos dos
los que tengamos que huir de él. Y presenciar, además, su muerte.
(desorden que en el mes de enero re-ordena un mes de marzo
o viceversa)
Si construyes un espigón con tu cuerpo, el mar destruye u horada la mitad.
En esa herida media, tu cuerpo, el divergente y real océano ha construido
un puerto marginal.
Del efluvio que emana esa herida en la roca epitelial parten tus naves
más emprendedoras; con el viento inflando velas éstas avanzan a pesar
del mar extraño que siempre repele todo lo desprendido.
Partimos de tu cuerpo, de las grietas de tu cuerpo tendido, abismo del hombre
o cruel caída sin fondo en donde ya yaces. O partimos tu cuerpo, somos
las grietas, el mar que horada, la espuma que salobre corroe.
Partimos (de) tu cuerpo decaído con una claridad insólita, lectura de muchos
hombres que aguardan, en territorios tan mezquinos tanto en habla como en
silencio.
Si esquivo tanto, quizás mejor, que mórbidamente me exponga al ojo, al oído;
tanto mudo éste como ciego aquél, partiremos de la voz o la imagen que
previamente no requiera percibirse. Pasar por mí desde tu reflejo, enmudecerte
con mi visión oculta o mi voz.
De Neomenia (2013)
Menarquia
A Neomenia, en la belleza del dolor
Estoy sola en el mundo y no creo en nadie, todos mienten, a veces hasta en la hora del amor, yo no veo que una persona hable con otra, la verdad solo me llega cuando estoy sola.
Clarice Lispector
De la oscuridad nace la muerte,
de la muerte nace el dolor,
del dolor, la sangre / el coágulo / la forma humana
de la forma, un golpe de luz.
No sé cuándo, cuánto, pero sé
a partir de hoy
varias lunas dentro de la sangre que se desliza
la noche gotea una luna invisible
roja y detallada
ya no podré avanzar de calambres
dentro de la sangre varios dioses agonizan duras texturas
aviesas falanges de plata avanzan a mi vientre
espesos como carne de hombres
y delinean la línea de la caída el desnudo pálpito
abajo la rienda el látigo la palabra
abajo oscura y densa sangre de lunas completas / aún negras
avanzan una dos tres hacia abajo
halándome la tierra al suelo, la tierra
del cielo al suelo
el aire de negro al suelo
la luna al suelo
rota como un espejo me miro
derramada en espacios
dolor con forma sangre de mujeres que se quiebran
aquí
yo
caigo y no caigo, está roto
el reflejo de mi cuerpo
o mi cuerpo está roto de reflejos
o mi sangre está rota de mínimas moradas.
La gesta del amor rebalsa cuerpos y mente / en el frío del lavabo
Porque convivir es esto, Mariana, ¿no lo sabes?
Porque bañar los cuerpos entre verduras
es domesticar el amor.
Todo estaba bañado por la luz de la luna, y yo veía hasta las cosas
más minúsculas. Las pinzas de la ropa, por ejemplo.
Raymond Carver
Acabamos de secar los platos. De tu cintura
he retirado la curvatura de mis manos
el olor de nuestros besos es corpóreo, húmedo de lavanda
y durante nuestro purgatorio de agua
detrás de ti he gestionado nuestra reproducción.
Rescato de tu perfil el acto rápido en que se evaporan las gotas
de la vajilla dejada a secar
tu piel ha dejado en la humedad su síncopa
necesidad en que yo ingreso a la cocción debida.
Lavar y secar es gesto de impericia amorosa, reflexiono.
El amor se distrae de conflictos en el brillo de un cuchillo bien enjuagado.
no estás de acuerdo con que los aceites con que he frito la fruta
sean suficientes para amalgamar ácidos y bases
al tacto
del beso.
No estoy de acuerdo con la pasta en el diente ni con tu manera de degustar
mis salsas de tomate. Pero no discutimos
la presencia de los cubiertos nos ha derribado con su brillo.
No discutimos del amor ni del odio de los amantes en plena
consumación de su heterogenia
La sal y el comino ligeramente efectista al plato
que disfraza una mínima quemazón de la cebolla
certifica las razones de tu silencio / mirar
allá
donde los ojos del zapallo bullen a fuego lento el locro
mis manos masculinas mueven la cuchara y
rebaten tu pausa con aromas.
Sentándonos se digiere; sentándome se revitaliza lo enardecido
tentando la coherencia dialéctica
las verduras no coinciden con el cereal / ni la papa atroz
llena de ojos terrestres
nos miran las bocas con respeto.
Solo mi sal acaricia tu lengua silenciosa.
Solo mi olfato pervierte el tacto
tu tacto
limpio y cáustico / adolorido / manchado de humedad cálida
el beso en la nuca retirado y lejano / la curvatura de las manos
que se alejan
la línea dura de tu rostro en digestión
inventa para los dos
una mampara doméstica
que no sé qué espacio separa y vierte.
Ella dibuja sombras que tiemblan
Je ne sais pas, Marie;
à qui tu penses, toi,
à qui tu dessines en rêves, les yeux ouvertes
à qui, quoi, où?
¡Tan incomunicable es el pensamiento,
incluso entre personas que se aman!
Charles Baudelaire
Tengo que entregarte la mitad. No sólo el cuerpo íntegro
a la mitad / el cuerpo secreto
la idea a la mitad de mi pensamiento. Como una imagen
que tiembla en un inmenso estuario
donde la gota no es la gota sino el doble de su mitad.
Tus ojos son la mitad de los míos y se dibujan con tu voz
una repetición de mares y ríos en retrospectiva.
Tengo que medirte en círculos concéntricos, tengo que evitar
la dispersión de la energía
de tu caricia
ennegrecida por el tiempo. La mitad
de un segundo entero en la mitad de una hora entera
no se encuentran nunca en el laberinto que nuestras palabras descomponen
y si mi voz diera esa mitad de la historia al fósil de los dos
mitad y mitad pero no uno
pero no un
entero que se agrieta único en su sitio
pero, en su único lugar inmarcesible, pero.
Me he retirado a la mitad de mi sombra, junto
a la otra que no me hace sino que me resulta
me he acostado único en la mitad de mi regazo que
discute
con
mi espalda su unidad.
Y es así que nuestras voces se deniegan entre murmullos medios
que no se encuentran unitarios ni desprendidos. Ni pi
ni radios
descubren nunca el diámetro de nuestros dos ombligos
mitades hacia adentro
de la realidad que los niega
y la que nos crea ni unos ni medios
ni divisibles ni divididos
discursivamente inapelables
entrelazados a la medida que nos permite.
Dibuja en mi pecho una figura que tiembla de pálpito
la mitad de él es el movimiento / su restante
es inefable
yo nazco y muero en esas dos mitades que no se mueven
que callan
y que no respiran
más que imágenes
mitades del temblor de la idea de ti
cifrada en el movimiento antes del movimiento,
en el movimiento menos el movimiento.
De Wañuypacha/partothötröl (2018)
Primeros síntomas de muerte
Un cuerpo tan débil como el nuestro, agitado por tantos humores, compuesto de tantas partes invisibles, sujeto a tan frecuentes movimientos, lleno de tantas inmundicias, dañado por nuestros desórdenes y, lo que es más, movido por una alma ambiciosa, envidiosa, vengativa, iracunda, cobarde y esclava de tantos tiranos..., ¿qué puede durar? ¿Cómo puede durar?
José Cadalso
La piel está abierta y los ojos endurecidos.
Los pómulos fuera de sí; en planetas fruncidos la queda espera
Los cabellos ensimismados de ansia y liviandad.
El cuerpo despedido por el cuerpo / el hambre habitando dedos y uñas
Caliente el vientre seco
Los húmeros descubiertos, encarnados
Así de voraz la herida que deviene
Piel es posible saber / no hace falta desear
El cuerpo es una línea recta que pertenece a un gesto oblicuo
De tu mano derecha en esa mirada
Que abrió los ojos
Deseante y no
Sapiente y descreída
Una línea abierta a los ojos que perdieron vista
Y ceguera
Los ojos no
El ardor de la palabra
El silencio en el oído
Háblale, cimiento vivo y vivido
Desperdicia aliento y vida
Sopla
No sabe querer ese cuerpo
a la tierra que lo llama
y lo repele
que lo llama
que lo entierra.
Rezo VI
Armenia/Asiria/Grecia-Turquía, 1914-1920
Nadie debe ser diferente de nosotros, hijo mío.
Nadie
Los otros son como agujeros en la tierra
Concentran el aire y el silencio
Con el que se horadan la materia y la voz
Tu propio cuerpo, hijo
Mío
Tu cuerpo es como nosotros
Tu vida y tu final
Tu muerte como nosotros
Nadie debe vivir como nosotros
Nadie debe
Ser asesinado como nosotros
Nadie
Un cuerpo muerto es el nosotros por el que hemos vivido tanto tiempo
Ese nosotros
Ha vivido por nosotros
Y ha muerto
Por nosotros
En contra de nosotros
Para ser los otros que ningún nosotros pueda desterrar de sí.
Muerte literaria
Toda escritura es la trágica alteración
de una hoja en blanco
cuyo destino es
permanecer en blanco.
Roberto Juarroz
Yo no existo en la página. La muerte es una mirada en blanco
las líneas recorren de polvo los dedos que leen / avanzan / despliegan / intuyen
mientras muere el día
la tinta que mancha la página no es sangre ni recado / osa
pensamientos en la posible existencia / la negada / la oculta en el folio
y discute de voces no pronunciadas un acento que el escriba somete
mi cuerpo inexistente en la tinta que evapora
desde mi cuerpo
ese hombre dista de noches y soplos en el recodo
en la esquina el hombre es una página detenida / la pausa
entre libros extranjeros mi lenguaje
el dedo que no asoma / su sombra de muerte bajo la uña / el portal
su falange es el detenimiento blanco / la debilidad errada / el índice
único
el libro que se cierra y se empequeñece
la línea que se tuerce en párrafo y el fonema que se deshace en murmullo
el ojo que renuncia a ver
y un párpado que se despliega noche.
Yo no existo en el contorno. Las voces emergen sólitas del posible viento
en medio las líneas se agolpan
y crecen / y murmuran / y esconden códigos alternos
sospechan de mí en su confabulación
narran las historias que me saben
y me cercan
solapa y pesada desnudez / texto en medio / órganos
de un cuerpo legado para mayores épicas / historia de los otros que visitan
mi delirio
sugieren de mi caos permanencia
y vuelo literario en la carne sometida.
En el contorno mi piel es extranjera / en las páginas alineadas
yo no existo en el folio ni en el número
las hojas avanzan sin la presencia de mis ojos o el recorrido de mi mente
la entrelínea que mi gesto observa
es el poniente de una larga experiencia de pasos y prudencia / titubeo
en la lengua que la página codifica al describirme
no existo / en el contorno la huella es hueca / carece de imagen esta muerte súbita
en la página he muerto de vacío / de prosodia y de silencio
de palabras mudas y de gritos en blanco
detrás de mis cuencas se percibe el destino / el libro muere
las palabras huyen / el avance y las imágenes fluyen / el rostro se ve
en el endecasílabo
y su cesura es el quiebre del unísono final.
No existo en las márgenes
Más allá del contorno mi existencia es fábula
y dentro / el hemistiquio de cada voz que dialoga / ningún non de página cerrada /
fábula
de estridencia mínima / ningún par de mí
en el pequeño límite de sílaba o sonido
la cadencia del texto es una existencia aparte
en este paraíso nadie declina ni persuade / el espacio es el que ve
las miradas recorren desde dentro una blanca cinta de posibilidades
el libro devora entre sus páginas / separador
y la distancia de lo narrado / y el escrutinio del verso sutil
y mi huella humana es su desastre
el libro voltea sus ojos y mueve sus manos / la página
me reclama páginas de piel en la carne olvidada / el libro
ve en mí su extraña oscuridad y su desorden imposible / mira
de dos en dos el avance de mis retruécanos / se contrae ante mi asco de pausas
melodías y metalepsias
no hay distancia suficiente entre su reflejo y el mío / ambos
dependemos tanto de la letra
y nuestro punto y coma es parte de mi historia de borrones / de sílabas
y sinécdoques
crecen mis huesos desde el suelo / la única página corregida
interpreta el pálpito de nuestra voz y la sombra
es menos densa en su lectura que en la mía.
El libro detenido es equivalente al hombre que mira / inexistente
en la siguiente página
o su borde blanco
El libro no duda en arrancar mis páginas y desordenarlas a buen criterio
en el torbellino de mis partes libres
no hay un solo ser que soporte la existencia literaria sin la muerte
y la vida / produce / mientras se muere / distintas formas de lectura en la piel
los números de su folio han desaparecido de sus palmas
el hombre inexistente no se lee en hojas libres / desparramadas de su duermevela
o en su vigilia de pasos de sonámbulo
el hombre que existente lee / es leído por nosotros
el libro
no
permite cerrarse / el hombre muerto
no es de papel legible / sus páginas arrojan avance y retroceso / duda
el libro miente al aire su lectura de hojas sueltas
siempre equívoco y dedo firme para dudar
el libro / el libro / el cuerpo dentro del libro
la carne traspapelada en los párrafos de una huella vacía
la voz enmudecida en el espacio donde ambos dejamos el libro a medias
una voz / esa sola
que me dicta / en el más largo periodo de la enunciación / páginas arrugadas
en el centro más inmóvil de la letra / yo
no existo en el último grafema
en el viraje más sutil del punto final
he dejado de mentar la muerte en capítulos
y la muerte / en mi cuerpo / ha cerrado con dejadez permanente /
en el estertor de mi aliento final /
su última imagen humana.
En la muralla del agua
A Ka, una isla gemela y un reflejo constante
Cómo se proyectan tus sombras bajo el recinto
Amurallado
Cómo es posible esta ruta de dos, en el ejercicio de las ondas marinas
Siempre en retorno de su distancia
Cómo tus ojos en mis ojos así, tan adentro y tan aparte
Está en esta forma de despedida y abrazo, nuestra morada única
Nuestra forma de desenterrar esfuerzos y posibilidades
Del amor al amor
El camino está deshecho de poblados fantasmas y presagios, y tú
Y mis pasos poblados de hierba
Yo te tomo de la mano y avanzas hacia atrás,
Conmigo
Recogiendo los pasos que se llenan de rocío en el alba
nacida de tu voz.
Yo te miro
en los reflejos de tu cuerpo desnudo tantas posibles caricias de aire
en la eternidad del aire
dormida
mientras los dos construimos nuestra sombra corpórea
miles de besos constatan la realidad de tu piel y sus sueños desmedidos
mi rúbrica corporal
sabe de ti por tu respiración acompasada y el movimiento arqueado
de tu espalda
de pétalos que parten el torbellino del aire
en tu muralla de vidrio estamos perdidos de imagen y de vacío
yo lleno los espacios mientras tu imagen transita por las luces tras los muros
no estoy lejos de tu mirada nunca, no estoy bajo tu luz verde, pero dentro
se agrietan las porciones de miedo una a una
como luces bajo su ausencia
y cae, bajo tus manos, tras
un pobre territorio que no sabe ser lindero de dos que no son límite
ni en el borde de su propio cuerpo
entrelazados en un gemido de tu mano en mi nuca
tus muros de sal marina nos arropan líquidamente
ya no caen, ya no trazan pausa y lentitud
para subir a la Acrópolis
eres cuerpo y agua, intenso recorrido, nexo de espaldas
que sobre nosotros determina el momento en que dos islas no están más
en lo profundo
separadas por el mar.
(inédito)
Alberto Valdivia Baselli (Lima, 1977) Poeta, narrador, crítico literario y filósofo. Ha publicado los poemarios Patología (2000 y 2004), La región humana (2000), Entre líneas púdicas (2008), Neomenia (2013), Wañuypacha/Partothötröl (2018), el libro de narraciones Los tejidos detrás (2013), y el libro de ensayo Los virajes del quipu. Pensamiento utópico, (de)construcción de nación y resistencia en el mundo andino (2019). Su poesía ha sido incluida en antologías nacionales, desde 1999, e internacionales, desde 1997, en países como España, México, Argentina, Ecuador, Francia y Estados Unidos. Poemas suyos han sido traducidos al inglés, francés, italiano, alemán y portugués. Su obra narrativa, poética y académica ha sido difundida en diferentes publicaciones especializadas del Perú, de Europa y de los Estados Unidos. Ha sido conferencista y escritor invitado en varios espacios académicos y universitarios, como en la Casa de América Latina (París), la Maison de Sciences de l´Homme (París), el Instituto Ítalo-Latinoamericano de Roma, la Universidad de Miami, la Universidad de Pennsylvania, entre otras. Dirigió y codirigió siete años la revista de literatura Ajos & Zafiros en Lima. Es licenciado en Filología Hispánica por la UNED de España, máster europeo en Historia de la Filosofía y Pensamiento Contemporáneo y doctor en Filosofía por la misma universidad española. Es, además, doctor en Culturas Latinoamericanas por el Centro de Graduados de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY). Actualmente es profesor de Lingüística, Literatura y Cultura Hispanoamericanas y español en la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY) y en la Universidad de Nueva York (NYU).