#ElPerúQueQueremos

Poemas de Alberto Valdivia Baselli

Publicado: 2021-02-02



                       De La región humana (2000)



EL PUÑO NO DEBE ABRIRSE.

Desgraciadamente para el hombre inflamable y flamable acotan 

la misma consecuencia.

El puño cerrado hierve de muchas variantes tuyas.

Encerrado.

Cuando amaneciste / ya despierto o desde nunca despierto / en la Sala destinada.

Tu figura famélica / de hambre mía / de rastro mío / de carne dudosa 

o comunitaria / repentina.

Esa misma sensación que tú / de tu sombra aguda / en la puerta a calle / 

me indispone.

El puño ¿en ti o en mí? / qué cuerpo será el que se quede después 

de que se Cumpla.

El puño cerrado / elíxir o espejismo de nuestras curvas pisadas / Cumplirá 

por nosotros.

El puño que nunca se abre caminará / como sujeto a mejor vida /

reemplazándonos.

No guardaremos en ningún recoveco de la carne restante elemento ignífugo

alguno. 

Desde ahora quedaremos quietos ante el Ignífero Esputo a que nos disuelva 

o repliegue.

El Fuego que ya huele a desaire / a causa / a resolución y a duda / aún no prende.

El Fuego descenderá del Puño.

Convergeremos en él siempre que surjamos en otras leyendas que nadie verifique.

Del Puño descenderá nuestra curva hilera de pisadas.

¿El Puño en Llamas será nuestro grado de desviación?

Del Fuego descenderemos.

¿Purificados?

¿Vencidos?

¿Una vez más condenados?

Buscaremos en el Puño cerrado al Puño abierto.

Aquel hombre buscado tendrá el mismo rostro que el dios.

Aquel dios tendrá las mismas manos que ese hombre le cierra al mundo.

Descenderemos de él.









                               De Patología (2000-2004)





Demonios liberados o cuerpo deprisa

decimoctava semana


(¿habría que definir este día, es requerible?)


No hay ninguna rotura que designe el escape, tu cuerpo adolescente reniega 

de las huidas permanentes. Tu cuerpo febril de algunos años más que la década

 ha buscado en todo equívoco, previamente desdeñado por la sociedad, 

al antojadizo prófugo; empero nada, inubicable, escurridizo como un cuerpo 

dejado demasiado tiempo en reposo, en silente aprendizaje.


Ese demonio ha huido con tus mejores prendas, las más atípicas flemas, 

las difterias más granulosas, las más despellejadas quemaduras, el peor grito 

de voluntad involuntaria en un cuerpo huidizo y delgado, de pulga o comején.


Has probado el alcohol, el cargado arrecife de cortos y largos, el burbujeante 

y el denso ictérico brebaje de barrio marginal; has probado el tabaco alineado, 

el humo desgarbado como dura quemazón de ropas encendidas en tu empeño 

de ceniza, de buscar entre las cenizas brasas, y quemarte; has probado el blanco 

y aséptico clorhidrato, el colorido barbitúrico, la suculenta anfetamina, entre ellas,

el hastío, el lábil arrinconado vestigio de tu púber demonio patológico y renovador, 

en escape, en carrera, por seguirte, a donde lo busques.


Ubicado recitará alto su presencia y su tono; mentirá motivos de arraigo; deformará

su rostro con el mío; reprobará conductas y patologías. Ubicado, seremos dos 

los que tengamos que huir de él. Y presenciar, además, su muerte.









(desorden que en el mes de enero re-ordena un mes de marzo

o viceversa)


Si construyes un espigón con tu cuerpo, el mar destruye u horada la mitad.

En esa herida media, tu cuerpo, el divergente y real océano ha construido 

un puerto marginal.

Del efluvio que emana esa herida en la roca epitelial parten tus naves 

más emprendedoras; con el viento inflando velas éstas avanzan a pesar 

del mar extraño que siempre repele todo lo desprendido.

Partimos de tu cuerpo, de las grietas de tu cuerpo tendido, abismo del hombre 

o cruel caída sin fondo en donde ya yaces. O partimos tu cuerpo, somos 

las grietas, el mar que horada, la espuma que salobre corroe.


Partimos (de) tu cuerpo decaído con una claridad insólita, lectura de muchos

 hombres que aguardan, en territorios tan mezquinos tanto en habla como en

silencio.

Si esquivo tanto, quizás mejor, que mórbidamente me exponga al ojo, al oído; 

tanto mudo éste como ciego aquél, partiremos de la voz o la imagen que

previamente no requiera percibirse. Pasar por mí desde tu reflejo, enmudecerte 

con mi visión oculta o mi voz.











                         De Neomenia (2013)




Menarquia 


                                                                                     A Neomenia, en la belleza  del dolor 


Estoy sola en el mundo y no creo en nadie, todos mienten, a veces hasta en la hora                        del amor, yo no veo que una persona hable con otra, la verdad solo me                                                                                                           llega cuando estoy sola.

                                                                                                                      Clarice Lispector


De la oscuridad nace la muerte,

de la muerte nace el dolor,

del dolor, la sangre / el coágulo / la forma humana

de la forma, un golpe de luz.


No sé cuándo, cuánto, pero sé

a partir de hoy

varias lunas dentro de la sangre que se desliza

la noche gotea una luna invisible

roja y detallada

ya no podré avanzar de calambres

dentro de la sangre varios dioses agonizan duras texturas

aviesas falanges de plata avanzan a mi vientre

espesos como carne de hombres

y delinean la línea de la caída el desnudo pálpito

abajo la rienda el látigo la palabra

abajo oscura y densa sangre de lunas completas / aún negras

avanzan una dos tres hacia abajo

halándome la tierra al suelo, la tierra

del cielo al suelo

el aire de negro al suelo

la luna al suelo

rota como un espejo me miro

derramada en espacios

dolor con forma sangre de mujeres que se quiebran

aquí

yo

caigo y no caigo, está roto

el reflejo de mi cuerpo

o mi cuerpo está roto de reflejos

o mi sangre está rota de mínimas moradas.









La gesta del amor rebalsa cuerpos y mente / en el frío del lavabo



                                                               Porque convivir es esto, Mariana, ¿no lo sabes? 

                                                                          Porque bañar los cuerpos entre verduras

                                                                                                           es domesticar el amor.


                             Todo estaba bañado por la luz de la luna, y yo veía hasta las cosas 

                                                       más minúsculas. Las pinzas de la ropa, por ejemplo.

                                                                                                                       Raymond Carver


Acabamos de secar los platos. De tu cintura

he retirado la curvatura de mis manos

el olor de nuestros besos es corpóreo, húmedo de lavanda

y durante nuestro purgatorio de agua

detrás de ti he gestionado nuestra reproducción.


Rescato de tu perfil el acto rápido en que se evaporan las gotas

de la vajilla dejada a secar

tu piel ha dejado en la humedad su síncopa

necesidad en que yo ingreso a la cocción debida.


Lavar y secar es gesto de impericia amorosa, reflexiono.

El amor se distrae de conflictos en el brillo de un cuchillo bien enjuagado.

no estás de acuerdo con que los aceites con que he frito la fruta

sean suficientes para amalgamar ácidos y bases

al tacto

del beso.

No estoy de acuerdo con la pasta en el diente ni con tu manera de degustar

mis salsas de tomate. Pero no discutimos

la presencia de los cubiertos nos ha derribado con su brillo.

No discutimos del amor ni del odio de los amantes en plena

consumación de su heterogenia

La sal y el comino ligeramente efectista al plato

que disfraza una mínima quemazón de la cebolla

certifica las razones de tu silencio / mirar

allá

donde los ojos del zapallo bullen a fuego lento el locro

mis manos masculinas mueven la cuchara y

rebaten tu pausa con aromas.

Sentándonos se digiere; sentándome se revitaliza lo enardecido

tentando la coherencia dialéctica

las verduras no coinciden con el cereal / ni la papa atroz

llena de ojos terrestres

nos miran las bocas con respeto.

Solo mi sal acaricia tu lengua silenciosa.

Solo mi olfato pervierte el tacto

tu tacto

limpio y cáustico / adolorido / manchado de humedad cálida

el beso en la nuca retirado y lejano / la curvatura de las manos

que se alejan

la línea dura de tu rostro en digestión

inventa para los dos

una mampara doméstica

que no sé qué espacio separa y vierte.









Ella dibuja sombras que tiemblan


                                                                                                            Je ne sais pas, Marie;

                                                                                                                 à qui tu penses, toi,

                                                                     à qui tu dessines en rêves, les yeux ouvertes

                                                                                                                          à qui, quoi, où?


                                                                               ¡Tan incomunicable es el pensamiento,

                                                                                  incluso entre personas que se aman!

                                                                                                                   Charles Baudelaire


Tengo que entregarte la mitad. No sólo el cuerpo íntegro

a la mitad / el cuerpo secreto

la idea a la mitad de mi pensamiento. Como una imagen

que tiembla en un inmenso estuario

donde la gota no es la gota sino el doble de su mitad.


Tus ojos son la mitad de los míos y se dibujan con tu voz

una repetición de mares y ríos en retrospectiva.

Tengo que medirte en círculos concéntricos, tengo que evitar

la dispersión de la energía

de tu caricia

ennegrecida por el tiempo. La mitad

de un segundo entero en la mitad de una hora entera

no se encuentran nunca en el laberinto que nuestras palabras descomponen

y si mi voz diera esa mitad de la historia al fósil de los dos

mitad y mitad pero no uno

pero no un

entero que se agrieta único en su sitio

pero, en su único lugar inmarcesible, pero.


Me he retirado a la mitad de mi sombra, junto

a la otra que no me hace sino que me resulta

me he acostado único en la mitad de mi regazo que

discute

con

mi espalda su unidad.


Y es así que nuestras voces se deniegan entre murmullos medios

que no se encuentran unitarios ni desprendidos. Ni pi

ni radios

descubren nunca el diámetro de nuestros dos ombligos

mitades hacia adentro

de la realidad que los niega

y la que nos crea ni unos ni medios

ni divisibles ni divididos

discursivamente inapelables

entrelazados a la medida que nos permite.


Dibuja en mi pecho una figura que tiembla de pálpito

la mitad de él es el movimiento / su restante

es inefable

yo nazco y muero en esas dos mitades que no se mueven

que callan

y que no respiran

más que imágenes

mitades del temblor de la idea de ti

cifrada en el movimiento antes del movimiento,

en el movimiento menos el movimiento.









                          De Wañuypacha/partothötröl (2018)



Primeros síntomas de muerte


      Un cuerpo tan débil como el nuestro, agitado por tantos humores, compuesto          de tantas partes invisibles, sujeto a tan frecuentes movimientos, lleno de                  tantas   inmundicias, dañado por nuestros desórdenes y, lo que es más, movido        por una alma ambiciosa, envidiosa, vengativa, iracunda, cobarde y esclava de            tantos tiranos..., ¿qué puede durar? ¿Cómo puede durar?

                                                                                                                           José Cadalso


La piel está abierta y los ojos endurecidos.

Los pómulos fuera de sí; en planetas fruncidos la queda espera

Los cabellos ensimismados de ansia y liviandad.

El cuerpo despedido por el cuerpo / el hambre habitando dedos y uñas

Caliente el vientre seco

Los húmeros descubiertos, encarnados

Así de voraz la herida que deviene

Piel es posible saber / no hace falta desear

El cuerpo es una línea recta que pertenece a un gesto oblicuo

De tu mano derecha en esa mirada

Que abrió los ojos

Deseante y no

Sapiente y descreída

Una línea abierta a los ojos que perdieron vista

Y ceguera

Los ojos no

El ardor de la palabra

El silencio en el oído

Háblale, cimiento vivo y vivido

Desperdicia aliento y vida

Sopla

No sabe querer ese cuerpo

a la tierra que lo llama

y lo repele

que lo llama

que lo entierra.








                                                              Rezo VI

                                 Armenia/Asiria/Grecia-Turquía, 1914-1920

                              Nadie debe ser diferente de nosotros, hijo mío.

                                                                Nadie

                                Los otros son como agujeros en la tierra

                                        Concentran el aire y el silencio

                             Con el que se horadan la materia y la voz

                                                Tu propio cuerpo, hijo

                                                               Mío

                                       Tu cuerpo es como nosotros

                                                  Tu vida y tu final

                                        Tu muerte como nosotros

                                   Nadie debe vivir como nosotros

                                                       Nadie debe

                                    Ser asesinado como nosotros

                                                          Nadie

Un cuerpo muerto es el nosotros por el que hemos vivido tanto tiempo

                                                   Ese nosotros

                                          Ha vivido por nosotros

                                                  Y ha muerto

                                                 Por nosotros

                                        En contra de nosotros

      Para ser los otros que ningún nosotros pueda desterrar de sí.










Muerte literaria


                                                                                Toda escritura es la trágica alteración

                                                                                                            de una hoja en blanco

                                                                                                                       cuyo destino es

                                                                                                           permanecer en blanco.

                                                                                                                       Roberto Juarroz


Yo no existo en la página. La muerte es una mirada en blanco

las líneas recorren de polvo los dedos que leen / avanzan / despliegan / intuyen

mientras muere el día

la tinta que mancha la página no es sangre ni recado / osa

pensamientos en la posible existencia / la negada / la oculta en el folio

y discute de voces no pronunciadas un acento que el escriba somete

mi cuerpo inexistente en la tinta que evapora

desde mi cuerpo

ese hombre dista de noches y soplos en el recodo

en la esquina el hombre es una página detenida / la pausa

entre libros extranjeros mi lenguaje

el dedo que no asoma / su sombra de muerte bajo la uña / el portal

su falange es el detenimiento blanco / la debilidad errada / el índice

único

el libro que se cierra y se empequeñece

la línea que se tuerce en párrafo y el fonema que se deshace en murmullo

el ojo que renuncia a ver

y un párpado que se despliega noche.


Yo no existo en el contorno. Las voces emergen sólitas del posible viento

en medio las líneas se agolpan

y crecen / y murmuran / y esconden códigos alternos

sospechan de mí en su confabulación

narran las historias que me saben

y me cercan

solapa y pesada desnudez / texto en medio / órganos

de un cuerpo legado para mayores épicas / historia de los otros que visitan 

mi delirio

sugieren de mi caos permanencia

y vuelo literario en la carne sometida.


En el contorno mi piel es extranjera / en las páginas alineadas

yo no existo en el folio ni en el número

las hojas avanzan sin la presencia de mis ojos o el recorrido de mi mente

la entrelínea que mi gesto observa

es el poniente de una larga experiencia de pasos y prudencia / titubeo

en la lengua que la página codifica al describirme

no existo / en el contorno la huella es hueca / carece de imagen esta muerte súbita

en la página he muerto de vacío / de prosodia y de silencio

de palabras mudas y de gritos en blanco

detrás de mis cuencas se percibe el destino / el libro muere

las palabras huyen / el avance y las imágenes fluyen / el rostro se ve 

en el endecasílabo

y su cesura es el quiebre del unísono final.

No existo en las márgenes

Más allá del contorno mi existencia es fábula

y dentro / el hemistiquio de cada voz que dialoga / ningún non de página cerrada / 

fábula

de estridencia mínima / ningún par de mí

en el pequeño límite de sílaba o sonido

la cadencia del texto es una existencia aparte

en este paraíso nadie declina ni persuade / el espacio es el que ve

las miradas recorren desde dentro una blanca cinta de posibilidades

el libro devora entre sus páginas / separador

y la distancia de lo narrado / y el escrutinio del verso sutil

y mi huella humana es su desastre

el libro voltea sus ojos y mueve sus manos / la página

me reclama páginas de piel en la carne olvidada / el libro

ve en mí su extraña oscuridad y su desorden imposible / mira

de dos en dos el avance de mis retruécanos / se contrae ante mi asco de pausas

melodías y metalepsias

no hay distancia suficiente entre su reflejo y el mío / ambos

dependemos tanto de la letra

y nuestro punto y coma es parte de mi historia de borrones / de sílabas 

y sinécdoques

crecen mis huesos desde el suelo / la única página corregida

interpreta el pálpito de nuestra voz y la sombra

es menos densa en su lectura que en la mía.


El libro detenido es equivalente al hombre que mira / inexistente

en la siguiente página

o su borde blanco

El libro no duda en arrancar mis páginas y desordenarlas a buen criterio

en el torbellino de mis partes libres

no hay un solo ser que soporte la existencia literaria sin la muerte

y la vida / produce / mientras se muere / distintas formas de lectura en la piel

los números de su folio han desaparecido de sus palmas

el hombre inexistente no se lee en hojas libres / desparramadas de su duermevela

o en su vigilia de pasos de sonámbulo

el hombre que existente lee / es leído por nosotros

el libro

no

permite cerrarse / el hombre muerto

no es de papel legible / sus páginas arrojan avance y retroceso / duda

el libro miente al aire su lectura de hojas sueltas

siempre equívoco y dedo firme para dudar

el libro / el libro / el cuerpo dentro del libro

la carne traspapelada en los párrafos de una huella vacía

la voz enmudecida en el espacio donde ambos dejamos el libro a medias

una voz / esa sola

que me dicta / en el más largo periodo de la enunciación / páginas arrugadas

en el centro más inmóvil de la letra / yo

no existo en el último grafema

en el viraje más sutil del punto final

he dejado de mentar la muerte en capítulos

y la muerte / en mi cuerpo / ha cerrado con dejadez permanente /

en el estertor de mi aliento final /

su última imagen humana.














En la muralla del agua


                                                  A Ka, una isla gemela y un reflejo constante


Cómo se proyectan tus sombras bajo el recinto

Amurallado

Cómo es posible esta ruta de dos, en el ejercicio de las ondas marinas

Siempre en retorno de su distancia

Cómo tus ojos en mis ojos así, tan adentro y tan aparte

Está en esta forma de despedida y abrazo, nuestra morada única

Nuestra forma de desenterrar esfuerzos y posibilidades

Del amor al amor

El camino está deshecho de poblados fantasmas y presagios, y tú

Y mis pasos poblados de hierba

Yo te tomo de la mano y avanzas hacia atrás,

Conmigo

Recogiendo los pasos que se llenan de rocío en el alba

nacida de tu voz.

Yo te miro

en los reflejos de tu cuerpo desnudo tantas posibles caricias de aire

en la eternidad del aire

dormida

mientras los dos construimos nuestra sombra corpórea

miles de besos constatan la realidad de tu piel y sus sueños desmedidos

mi rúbrica corporal

sabe de ti por tu respiración acompasada y el movimiento arqueado

de tu espalda

de pétalos que parten el torbellino del aire

en tu muralla de vidrio estamos perdidos de imagen y de vacío

yo lleno los espacios mientras tu imagen transita por las luces tras los muros

no estoy lejos de tu mirada nunca, no estoy bajo tu luz verde, pero dentro

se agrietan las porciones de miedo una a una

como luces bajo su ausencia

y cae, bajo tus manos, tras

un pobre territorio que no sabe ser lindero de dos que no son límite

ni en el borde de su propio cuerpo

entrelazados en un gemido de tu mano en mi nuca

tus muros de sal marina nos arropan líquidamente

ya no caen, ya no trazan pausa y lentitud

para subir a la Acrópolis

eres cuerpo y agua, intenso recorrido, nexo de espaldas

que sobre nosotros determina el momento en que dos islas no están más

en lo profundo

separadas por el mar.


                                                   (inédito)












Alberto Valdivia Baselli  (Lima, 1977) Poeta, narrador, crítico literario y filósofo. Ha publicado los poemarios Patología (2000 y 2004), La región humana (2000), Entre líneas púdicas (2008), Neomenia (2013), Wañuypacha/Partothötröl (2018), el libro de narraciones Los tejidos detrás (2013), y el libro de ensayo Los virajes del quipu. Pensamiento utópico, (de)construcción de nación y resistencia en el mundo andino (2019). Su poesía ha sido incluida en antologías nacionales, desde 1999, e internacionales, desde 1997, en países como España, México, Argentina, Ecuador, Francia y Estados Unidos. Poemas suyos han sido traducidos al inglés, francés, italiano, alemán y portugués. Su obra narrativa, poética y académica ha sido difundida en diferentes publicaciones especializadas del Perú, de Europa y de los Estados Unidos. Ha sido conferencista y escritor invitado en varios espacios académicos y universitarios, como en la Casa de América Latina (París), la Maison de Sciences de l´Homme (París), el Instituto Ítalo-Latinoamericano de Roma, la Universidad de Miami, la Universidad de Pennsylvania, entre otras. Dirigió y codirigió siete años la revista de literatura Ajos & Zafiros en Lima. Es licenciado en Filología Hispánica por la UNED de España, máster europeo en Historia de la Filosofía y Pensamiento Contemporáneo y doctor en Filosofía por la misma universidad española. Es, además, doctor en Culturas Latinoamericanas por el Centro de Graduados de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY). Actualmente es profesor de Lingüística, Literatura y Cultura Hispanoamericanas y español en la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY) y en la Universidad de Nueva York (NYU). 


Escrito por

Willy Gómez Migliaro

Willy Gómez Migliaro (Lima, 1968) Poeta, profesor de literatura y escritura creativa, asesor literario y corrector de estilo.


Publicado en

Poesía

Poesía en lengua española