Poemas de José Pulido
VHS
este pudo ser el inicio de nuestra película:
esa otra forma de mirar. la cinta que está. los ojos que han.
tiempo: lo visto que han: expectantes.
la cinta de nylon que está contando.
las bobinas que son: lo nuestro que es corvo.
play. lo que no se lee en. las figuras menos nítidas.
el ruido de la imagen. tracking. lo que se deshace
ante nuestros ojos.
las ventanas del cassette. eso que se mira a través de.
lo que golpea es polvo. la memoria impresa en los cuerpos.
los desechos.
el polvo que golpean el río y los desechos.
de esa otra forma de rebobinar la cinta
se edifica lo (no) apr(eh)endido.
Una chica en Coney Island
Out of the window
I saw how the planets
gathered.
Wallace Stevens
Una chica contemplando el infinito
en Coney Island,
“La noche helada frente al mar”
–recuerda–
y el mundo se detuvo en los ojos,
en la lengua de una anciana rusa
que parece haber guardado
el orden divino de las cosas.
Una chica contemplando girar al universo
en tono sepia,
una chica en Coney Island
frente al mar,
recuerda.
En el rastro
Recuerdo a los toros abiertos en canal
colgando de un gancho y al hombre desollándolos.
Eran las cinco de la mañana,
el frío se sentía como un gancho
y a mí me daba la impresión de que tarde o temprano
aquél animal pendiendo iba a decir algo,
nada espectacular,
tal vez.
Más tarde, cuando el sol empezaba a despuntar
y en el rastro todo era silencio
venía una fascinación
igual a la felicidad que se refleja
en las cabezas degolladas.
No éramos más de seis o siete,
alguien recogía las vísceras,
yo me paseaba entre las astas con la misma naturalidad
con que lo hacía en el jardín de niños,
a veces acariciaba la carne y la golpeaba un poco,
discretamente,
como el hombre que, cuchillo en mano,
separaba la piel del animal.
De El sitio de las cosas vivas
II
Había una imagen de oro cuya gloria era sublime y la
gente la idolatraba. Pienso en el vagabundo de siempre con su
perro. Su voz cascada, sus costras de mugre, las llagas en su
espalda. ¿Qué pasaría si un día muere enfrente de nosotros
y sólo nos queda su hedor?
IV
Desnudo, un corazón de bestia, la cepa de sus raíces. Lo vi
en tus ojos, el dolor, vibrante, pero oculto. El entusiasmo, el
camino de regreso.
Un muro comenzó a caerse cuando lo tocaste.
XIV
Mi corazón duerme en la tarde junto a una telaraña de ríos y
coronas de luz. Una cigarra da una nota que parece ser el mar: la
gangrena del mundo se está moviendo, pesada, suave, igual que
tu amor.
La cigarra se escucha en la oscuridad del bosque, su chirrido
atravesando el aire nunca fue más hermoso.
De Tigre
En el Delta también corría sangre. Un código distinto. Había un credo
silencioso que algunos edificios retenían. Les cortaron las alas. Eran blancas
pero todo quedó tupido por un olor rancio. La clave era entender que las
fuerzas de seguridad estaban hipnotizadas por los gritos. Crecía alta la hierba.
Un forraje oscuro que lo fue arruinando todo. Los atardeceres fueron desde
entonces del color de las ciruelas. Si alguien presta atención se escucha una
carcajada que quiebra los huesos.
Borges llamaba a Tigre la “Venecia salvaje”. Algo hay de eso. Un laberinto
de agua, senderos de piedras blancas. Lavandas. El agua marrón. Espigas
altísimas. Carpinchos. Ciervos de los pantanos. Nutrias. Garzas y moras.
Aguiluchos. Biguás y chimangos. Zorzales. Tordos. Canales discontinuos
para tomar un bote y perderse.
El libro que quería escribir no es éste. Wisteria quiere decir glicinia en otra
lengua. ¿Glicinia? quiere decir vid lila trepadora. ¿Wisteria? Parece el nombre
de un lugar de fantasía. Un arbusto de vides trepadoras que lleva por nombre
otra tierra. ¿Vide trepadora? una lluvia estática de tonos morados.
Tigre. El paraíso. El cielo abriéndose en tonos naranja. El cielo abriéndose
donde no estuvimos. Tigre. Un lugar donde me gustaría encontrarte algún día,
un sitio pequeño para romper el hielo. Un espacio para este poema, un lugar
que existe sin nosotros, un no lugar. Tigre. El cielo escampado. Otro sitio para
tocarnos las manos, para mirarnos las palmas de las manos y encontrar rasgos
que se cruzan. El cielo escampado y naranja. La posibilidad de ser en otra
parte. La madurez que las manzanas requieren.
Morder una manzana en Tigre.
José Pulido (Orizaba, Veracruz, México. 1985). Poeta, narrador y ensayista. Ha publicado en diversos suplementos literarios del país como Letras Libres, Nexos, Tierra Adentro, Periódico de Poesía, Punto de Partida, entre otros. Ha sido becario en dos ocasiones del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico del Estado de Veracruz (PECDA) en 2009 y 201, en la categoría de Jóvenes Creadores en la Disciplina de Poesía. Asimismo ha sido becario del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) en dos ocasiones (2015 y 2019) en la categoría de Jóvenes Creadores en la Disciplina de Poesía. Poemas suyos aparecen antologados en el libro 40 Barcos de Guerra (Editoral VersoDestierro, 2009). Fue compilador ––junto con Roberto Culebro y Josué Sánchez–– del libro Facciones: Ensayos sobre Alfonso Reyes (Universidad Veracruzana, 2012). En 2015 publicó el libro Permanencia voluntaria (Diablura Ediciones) y en 2020 Tigre (Cuadrivio Ediciones).