Poemas de Ali Al Hazmi
LLÉVAME A MI CUERPO
La mujer dijo al viajero:
llévame al mar,
allí nací sobre la pasión de las olas.
El viento me llevó en un viaje,
de cuyo recuerdo
no queda más que la nostalgia
que se expande en el desierto de mi alma.
Mi necesidad de una mínima suerte
ya no me salva con la paciencia necesaria
para revolver las brasas de mi larga espera.
Dice el joven a la amante que guarda sus dedos
bajo de los botones de su chaqueta:
deja mi deseo en tu mar,
flota ligeramente sobre las hojas del agua.
El mar no pierde la oportunidad
de huir con el arco de la ternura,
ése
que hemos tejido juntos en noches alegres.
Abrázame largamente
para arrullar nuestro ardor en la esperanza.
Mantén apagada mi vela en tu ausencia
ilumina la oscuridad de la noche
con el anhelo de los amantes.
Él sabía que llovería de nuevo
en sus manos... y no había esperado.
Le teme al mar...
Como yo.
¿Tienes miedo del mar?
Él es la flauta de la naturaleza,
el llanto de la existencia.
Le temo al mar y a su orilla
que se desgasta debajo de mis pies
en todas las estaciones.
Nos cansaremos, te lo dije ayer:
Llévame mi cuerpo... para descansar.
Nos cansaremos, si llueve en las costas
su sed anhelante y silenciosa.
Nos cansaremos
si la distancia nos atrapa
con sus vallas metálicas de aburrimiento,
cuando el sueño estaría más lejos
que un racimo de uvas en la mano.
Los marineros preguntan por el mar.
¿Cómo pueden regresar a su sal,
tantos años?
¿Les quedará en sus aguas
más que el brillo de las algas
y la amargura del cansancio?
Tierras lejanas desquebrajan sus
búsquedas
con las paletas rotas de sus deseos.
Ya no miran los incendios en las pupilas
cada vez que les preguntan sobre el viento:
¿Por qué razón dirigirán sus timones hacia la angustia?
Pierden los que se dirigen hacia el mar
todas las perlas enteras de sus almas
al abandonar los soles de sus regocijos
en los párpados de sus queridos...
El dominio de la sal se hace cruel
en el pájaro frívolo del alma
cuando supera la costa
respondiendo a la bandada de seguridad
que asoma ligeramente sobre el cuerpo del agua.
TU MUNDO FUERA DE SU ALTA MURALLA
Has optado por vivir tu vida como un extranjero,
quien pasa por la puerta de la ciudad
sin reproches de un pasado lejano y de su gente.
¿Hacia qué camino se dirige?
Allí se irá...
Pasaste tu vida entre el desierto de tus años,
luchando contra preguntas
cada vez que tus visiones se colman
de recuerdos y viejas ansiedades.
¿Por qué esperas tu mundo?
Fuera de su muralla alta, ella corrió
hacia el brillo del himno y su alba,
en el viaje de tu imaginación
tenías el niño de tu sueño.
Así subiste al infinito por escaleras de plata,
lo cansaste con la neblina en el ardor
de tus senderos y él te cansó a ti.
No pudiste vivir la vida
sobre escombros de planetas invisibles,
te habían seducido las fronteras,
con sus capas y su lejanía.
Te vas y preguntas:
¿Qué te aisló?
Sin que tu alma consiguiese la adaptación
de sus nubes.
No consideras la falta de una suerte
que abandonó tus pasos,
en la trampa del infinito.
Te endureció
aquel a cuya estrella pretendiste subir
y te hizo bajar.
Duermes para soñar en las lejanías,
y en las crecientes del cielo de Alá.
Aquello que tenías de rocío en tus ojos,
lo suficiente para hallar en su encanto,
una pobre fuente para llegar a tus visiones.
Creíste en el significado del calor,
en el seno de los amantes,
apostaste por un tiempo por sus sombras,
pero te abandonó aquel a quien diste cobijo.
En la llanura y el pulso de la ternura
optó por alejarte de su su memoria
para que te convirtieras en otro,
y de su vida,
le elegiste eternamente
para que se convierta,
en tu primero.
Un hilo tenue de esa pregunta metálica
arrastra tu lejano pasado a su fin
y tú, entre las dudas y el extraño,
no te guiaste hacia la cúpula
de los últimos árboles,
no dirigiste tus ojos hacia la primavera
de quienes te amaban.
A QUIEN FALTABA LA NEBLINA
A quien faltaba la neblina y sus alas
para conseguir el enjambre de las palomas,
solo, tus ojos contemplan la piedra
de nuestros días,
desde que nos conocimos.
Las palmas en cuyas sombras nos veíamos,
ya sin ganas de vernos como antes,
ahora las recordamos como esas temporadas
dedicadas a nuestra armonía.
Pasó un año duro,
sobre el césped de nuestros nombres
en las fronteras.
El sueño no bajó de una nube que goza
de las coronas de una imaginación fértil.
¿Qué culpa tiene esta mañana sosegada
para que se oblicue lejos de las ventanas
de nuestro aislamiento en el invierno. ?
¡Qué nuevo calor conseguiremos en el frío
de las esperanzas!
Cierras la puerta de tu habitación,
esperando los dolores que llegan por la noche,
preguntas cómo ha pasado tan rápido el tiempo
a la gente de nuestro entorno.
La aguja de nuestro reloj se ha parado,
como un cuervo en la ventana de la casa.
Los planetas se han apagado
sobre las plumas de una almohada,
¡Podrían compartirnos el aceite de sus lámparas
en la noche tardía!
La verdad tiene un chal infinito,
cuyos hilanderos son los pretendientes del alba,
y tú,
estas hilando una escalera para subir al cielo
esa, tu escalera
para subir hacia tu dios.
Mientras se ausentaba el sol de nuestras almas,
terminamos en una resonancia tenue
que pisoteaba sus pasos en las praderas
nihilistas.
EL NAUFRAGIO
No pienso en el amor.
Vivía mis alegres años sin mirar a los jóvenes
que partían el corazón de muchachas,
sin piedad.
Siempre decía a mi madre:
déjame crear mi vida madura,
sobre unas brasas
sin las llamas de los hombres
Porque me complace contemplar mi interior,
ya percibo el sentido de estar al borde del alma,
el sentido de llegar a la calma
que ofrece una muchacha de plata
en el arrullo de la noche.
Le digo:
necesito y tener mi corazón sereno
más que cualquier otra cosa.
Ay hija,
en el otoño de la vida
las esperanzas de mujeres llegan a su final.
No tendrías un ala de suerte
para llevarte a las orillas lejanas,
tus vientos no podrán arrancar las corazones
de los amantes de la noche
y la ansiedad.
Tus ojos no deben arruinar los bastiones sólidos
de los hombres,
en el brillo de los ojos en sus entornos.
Te abandonará la neblina poco a poco,
te invadirá el desierto,
y tu alma sufrirá una sed eterna.
Al caer las hojas de tus años,
de sus ramas, forzosamente,
tocará tu puerta una gran ilusión,
prometerá a tu vida lo imposible,
derramando sus ríos en las praderas
en los espejos
y no tendrás manos que te ayuden
Hija mía,
cada vez que pases por un sendero
que lleva hacia tu alma,
en la época de las estaciones confundidas,
la gacela de la esperanza huye de tus pasos
y desvanecen las estrellas que te vacilaban,
se aleja el amigo rodeado por tus visiones,
lo que tenías entre tus manos ya se alejará.
En el camino de los años de tribulación
la vida nos acerca un esplendor enorme,
mientras tanto,
desaparece lo que habíamos esperado tanto.
No están vivas ni muertas
las llamadas de una esperanza,
como una tienda tendida por el tiempo,
ella está cerca de nosotros,
pero sólo en la imaginación
ningún sostén en la realidad.
Hija mía,
nuestras pestañas ansían las caricias,
como todas las mariposas en los huertos,
piden el calor que mece su pasión nostálgica,
y lava el dolor en las manos del frío.
Aunque vivimos en el umbral de la noche,
vigilamos los pasos de un extraño
que nunca llega,
se revelará nuestro anhelo de abrazar
a quienes están alejados
aunque escondamos nuestros fuegos
en los párpados de la noche,
estallan en las grietas del cuerpo.
Si contemplamos la luna apagada en el cielo,
seremos crueles
con la vela de nuestra felicidad en la noche.
El silencio nos llevará
con una cuerda enorme en el pecho,
abandonados en la llanura
de una imaginación encantadora...
entonces
lograremos nuestros placeres para siempre.
Hija mía, en el otoño de la edad,
los planetas de nuestros sueños se enamoran
pero la muchacha percibe muy tarde
que el amante esperado
es como un enjambre, como la nada.
EL RÍO
El Río, Ali Alhazmi. ¡Oh, río!
Si tuvieras ojos, si tan sólo trataras de ver,
sin duda hubieras reconocido a aquel niño
que seguía saludándote con su mano
desde lejos.
Aquel niño que te miraba incesantemente
con un sentimiento siempre fresco,
con esa sorpresa que nunca lo abandonaría.
El niño que continuó mirando incansablemente
tus orillas escondidas.
Ese niño era yo.
¡Oh Río!
Son infinitos los deseos que florecen
a lo largo de tus orillas, calmando
a los corazones angustiados,
llenándolos de esperanza.
Basta tu azul profundo para despertar
los sueños derrotados en nuestros ojos.
Cuando traspasaste el horizonte
sabías que ahondabas, sin más,
la espera entre dos orillas que se extrañan; entre dos amantes
con sueños suficientes
para cruzar tu grandeza buscando un solo beso.
¡Oh tú!, que crees firmemente
que una sed sin tiempo te está esperando
en algún lugar; una sed hacia la cual emprendes tu viaje
para aliviar
ese insaciable
y eterno anhelo.
Tú supiste que esas rocas conspiradoras
que siempre bloquearon tu camino
no podrían abatir tu deseo de continuar
este viaje sin fin.
Las olas que dejas,
fluyen para siempre como los sonidos
de una flauta que han sabido embellecerlas
hasta hacerlas brillar-
Ali Al Hazmi (Nacido en El Damd, Arabia Saudí, 1970), es poeta y escritor. Ha publicado: Portal del cuerpo (1993), La pérdida (2000), La gacela bebe su imagen (2004), Seguro al borde (2009), Ahora en el pasado (2019), Antología (CD) (2010), Seguro al borde, la versión española, San José, Costa Rica (2013), Seguro al borde, la versión francesa, Paris, Francia (2016), Árbol de la Ausencia (Libro traducido del árabe al francés), Editorial L’aile éditions, Francia (2016), Vida destrozada, una Antología en turco, Istambul (2017), Un camino seguro en la niebla, una Antología en rumano, Curtea de Arges (Rumania, 2017)
Ha participado en diversos festivales internacionales como: Festival Internacional de poesía de Costa Rica (2013), Festival Internacional de poesía de Toledo (2014), Encuentro Internacional Poetas y Narradores De las Dos Orillas en Uruguay (2015). Festival Internacional de poesía de la Habana (2016), Festival Internacional de poesía de Medellín (Colombia) (2016), Festival Internacional de poesía de Estambul (Turquía) (2016), Festival Internacional de poesía de Roma (Italia) (2017), Festival Internacional de poesía de Curtea Arges (Rumania) (2017), Festival Internacional de poesía de Madrid (2017), Festival Internacional de poesía de Málaga (2018).