#ElPerúQueQueremos

Poemas de Ali Al Hazmi

Publicado: 2021-01-08




                                              LLÉVAME A MI CUERPO


La mujer dijo al viajero:

llévame al mar,

allí nací sobre la pasión de las olas.

El viento me llevó en un viaje,

de cuyo recuerdo

no queda más que la nostalgia

que se expande en el desierto de mi alma.

Mi necesidad de una mínima suerte

ya no me salva con la paciencia necesaria

para revolver las brasas de mi larga espera.


Dice el joven a la amante que guarda sus dedos

bajo de los botones de su chaqueta:

deja mi deseo en tu mar,

flota ligeramente sobre las hojas del agua.

El mar no pierde la oportunidad

de huir con el arco de la ternura,

ése

que hemos tejido juntos en noches alegres.


Abrázame largamente

para arrullar nuestro ardor en la esperanza.

Mantén apagada mi vela en tu ausencia

ilumina la oscuridad de la noche

con el anhelo de los amantes.

Él sabía que llovería de nuevo

en sus manos... y no había esperado.


Le teme al mar...

Como yo.

¿Tienes miedo del mar?

Él es la flauta de la naturaleza,

el llanto de la existencia.


Le temo al mar y a su orilla

que se desgasta debajo de mis pies

en todas las estaciones.

Nos cansaremos, te lo dije ayer:

Llévame mi cuerpo... para descansar.

Nos cansaremos, si llueve en las costas

su sed anhelante y silenciosa.

Nos cansaremos

si la distancia nos atrapa

con sus vallas metálicas de aburrimiento,

cuando el sueño estaría más lejos

que un racimo de uvas en la mano.


Los marineros preguntan por el mar.

¿Cómo pueden regresar a su sal,

tantos años?

¿Les quedará en sus aguas

más que el brillo de las algas

y la amargura del cansancio?


Tierras lejanas desquebrajan sus

búsquedas

con las paletas rotas de sus deseos.

Ya no miran los incendios en las pupilas

cada vez que les preguntan sobre el viento:

¿Por qué razón dirigirán sus timones hacia la  angustia? 


Pierden los que se dirigen hacia el mar

todas las perlas enteras de sus almas

al abandonar los soles de sus regocijos

en los párpados de sus queridos...

El dominio de la sal se hace cruel

en el pájaro frívolo del alma

cuando supera la costa

respondiendo a la bandada de seguridad

que asoma ligeramente sobre el cuerpo del agua.









                                     TU MUNDO FUERA DE SU ALTA MURALLA


Has optado por vivir tu vida como un extranjero,

quien pasa por la puerta de la ciudad

sin reproches de un pasado lejano y de su gente.

¿Hacia qué camino se dirige?

Allí se irá...


Pasaste tu vida entre el desierto de tus años,

luchando contra preguntas

cada vez que tus visiones se colman

de recuerdos y viejas ansiedades.

¿Por qué esperas tu mundo?

Fuera de su muralla alta, ella corrió

hacia el brillo del himno y su alba,

en el viaje de tu imaginación

tenías el niño de tu sueño.

Así subiste al infinito por escaleras de plata,

lo cansaste con la neblina en el ardor

de tus senderos y él te cansó a ti.

No pudiste vivir la vida

sobre escombros de planetas invisibles,

te habían seducido las fronteras,

con sus capas y su lejanía.

Te vas y preguntas:

¿Qué te aisló?

Sin que tu alma consiguiese la adaptación

de sus nubes.

No consideras la falta de una suerte

que abandonó tus pasos,

en la trampa del infinito.

Te endureció

aquel a cuya estrella pretendiste subir

y te hizo bajar.


Duermes para soñar en las lejanías,

y en las crecientes del cielo de Alá.

Aquello que tenías de rocío en tus ojos,

lo suficiente para hallar en su encanto,

una pobre fuente para llegar a tus visiones.

Creíste en el significado del calor,

en el seno de los amantes,

apostaste por un tiempo por sus sombras,

pero te abandonó aquel a quien diste cobijo.

En la llanura y el pulso de la ternura

optó por alejarte de su su memoria

para que te convirtieras en otro,

y de su vida,

le elegiste eternamente

para que se convierta,

en tu primero.


Un hilo tenue de esa pregunta metálica

arrastra tu lejano pasado a su fin

y tú, entre las dudas y el extraño,

no te guiaste hacia la cúpula

de los últimos árboles,

no dirigiste tus ojos hacia la primavera

de quienes te amaban.









                                               A QUIEN FALTABA LA NEBLINA


A quien faltaba la neblina y sus alas

para conseguir el enjambre de las palomas,

solo, tus ojos contemplan la piedra

de nuestros días,

desde que nos conocimos.


Las palmas en cuyas sombras nos veíamos,

ya sin ganas de vernos como antes,

ahora las recordamos como esas temporadas

dedicadas a nuestra armonía.

Pasó un año duro,

sobre el césped de nuestros nombres

en las fronteras.

El sueño no bajó de una nube que goza

de las coronas de una imaginación fértil.

¿Qué culpa tiene esta mañana sosegada

para que se oblicue lejos de las ventanas

de nuestro aislamiento en el invierno. ?

¡Qué nuevo calor conseguiremos en el frío

de las esperanzas!


Cierras la puerta de tu habitación,

esperando los dolores que llegan por la noche,

preguntas cómo ha pasado tan rápido el tiempo

a la gente de nuestro entorno.

La aguja de nuestro reloj se ha parado,

como un cuervo en la ventana de la casa.


Los planetas se han apagado

sobre las plumas de una almohada,

¡Podrían compartirnos el aceite de sus lámparas

en la noche tardía!

La verdad tiene un chal infinito,

cuyos hilanderos son los pretendientes del alba,

y tú,

estas hilando una escalera para subir al cielo

esa, tu escalera

para subir hacia tu dios.


Mientras se ausentaba el sol de nuestras almas,

terminamos en una resonancia tenue

que pisoteaba sus pasos en las praderas

nihilistas.








                                                            EL NAUFRAGIO


No pienso en el amor.

Vivía mis alegres años sin mirar a los jóvenes

que partían el corazón de muchachas,

sin piedad.

Siempre decía a mi madre:

déjame crear mi vida madura,

sobre unas brasas

sin las llamas de los hombres

Porque me complace contemplar mi interior,

ya percibo el sentido de estar al borde del alma,

el sentido de llegar a la calma

que ofrece una muchacha de plata

en el arrullo de la noche.

Le digo:

necesito y tener mi corazón sereno

más que cualquier otra cosa.


Ay hija,

en el otoño de la vida

las esperanzas de mujeres llegan a su final.

No tendrías un ala de suerte

para llevarte a las orillas lejanas,

tus vientos no podrán arrancar las corazones

de los amantes de la noche

y la ansiedad.

Tus ojos no deben arruinar los bastiones sólidos

de los hombres,

en el brillo de los ojos en sus entornos.

Te abandonará la neblina poco a poco,

te invadirá el desierto,

y tu alma sufrirá una sed eterna.


Al caer las hojas de tus años,

de sus ramas, forzosamente,

tocará tu puerta una gran ilusión,

prometerá a tu vida lo imposible,

derramando sus ríos en las praderas

en los espejos

y no tendrás manos que te ayuden


Hija mía,

cada vez que pases por un sendero

que lleva hacia tu alma,

en la época de las estaciones confundidas,

la gacela de la esperanza huye de tus pasos

y desvanecen las estrellas que te vacilaban,

se aleja el amigo rodeado por tus visiones,

lo que tenías entre tus manos ya se alejará.


En el camino de los años de tribulación

la vida nos acerca un esplendor enorme,

mientras tanto,

desaparece lo que habíamos esperado tanto.

No están vivas ni muertas

las llamadas de una esperanza,

como una tienda tendida por el tiempo,

ella está cerca de nosotros,

pero sólo en la imaginación

ningún sostén en la realidad.

Hija mía,

nuestras pestañas ansían las caricias,

como todas las mariposas en los huertos,

piden el calor que mece su pasión nostálgica,

y lava el dolor en las manos del frío.


Aunque vivimos en el umbral de la noche,

vigilamos los pasos de un extraño

que nunca llega,

se revelará nuestro anhelo de abrazar

a quienes están alejados

aunque escondamos nuestros fuegos

en los párpados de la noche,

estallan en las grietas del cuerpo.


Si contemplamos la luna apagada en el cielo,

seremos crueles

con la vela de nuestra felicidad en la noche.

El silencio nos llevará

con una cuerda enorme en el pecho,

abandonados en la llanura

de una imaginación encantadora...

entonces

lograremos nuestros placeres para siempre.


Hija mía, en el otoño de la edad,

los planetas de nuestros sueños se enamoran

pero la muchacha percibe muy tarde

que el amante esperado

es como un enjambre, como la nada.








                                                                      EL RÍO


El Río, Ali Alhazmi. ¡Oh, río!

Si tuvieras ojos, si tan sólo trataras de ver,

sin duda hubieras reconocido a aquel niño

que seguía saludándote con su mano

desde lejos.

Aquel niño que te miraba incesantemente

con un sentimiento siempre fresco,

con esa sorpresa que nunca lo abandonaría.

El niño que continuó mirando incansablemente 

tus orillas escondidas.

Ese niño era yo.


¡Oh Río!

Son infinitos los deseos que florecen

a lo largo de tus orillas, calmando

a los corazones angustiados,

llenándolos de esperanza.

Basta tu azul profundo para despertar

los sueños derrotados en nuestros ojos.

Cuando traspasaste el horizonte

sabías que ahondabas, sin más,

la espera entre dos orillas que se extrañan; entre dos amantes 

con sueños suficientes

para cruzar tu grandeza buscando un solo beso.


¡Oh tú!, que crees firmemente

que una sed sin tiempo te está esperando

en algún lugar; una sed hacia la cual emprendes tu viaje 

para aliviar 

ese insaciable

y eterno anhelo.

Tú supiste que esas rocas conspiradoras

que siempre bloquearon tu camino

no podrían abatir tu deseo de continuar

este viaje sin fin.

Las olas que dejas,

fluyen para siempre como los sonidos

de una flauta que han sabido embellecerlas

hasta hacerlas brillar-












Ali Al Hazmi (Nacido en El Damd, Arabia Saudí, 1970), es poeta y escritor. Ha publicado: Portal del cuerpo (1993), La pérdida (2000), La gacela bebe su imagen (2004), Seguro al borde (2009), Ahora en el pasado (2019), Antología (CD) (2010), Seguro al borde, la versión española, San José, Costa Rica (2013), Seguro al borde, la versión francesa, Paris, Francia (2016), Árbol de la Ausencia (Libro traducido del árabe al francés), Editorial L’aile éditions, Francia (2016), Vida destrozada, una Antología en turco, Istambul (2017), Un camino seguro en la niebla, una Antología en rumano, Curtea de Arges (Rumania, 2017)

Ha participado en diversos festivales internacionales como: Festival Internacional de poesía de Costa Rica (2013), Festival Internacional de poesía de Toledo (2014), Encuentro Internacional Poetas y Narradores De las Dos Orillas en Uruguay (2015). Festival Internacional de poesía de la Habana (2016), Festival Internacional de poesía de Medellín (Colombia) (2016), Festival Internacional de poesía de Estambul (Turquía) (2016), Festival Internacional de poesía de Roma (Italia) (2017), Festival Internacional de poesía de Curtea Arges (Rumania) (2017), Festival Internacional de poesía de Madrid (2017), Festival Internacional de poesía de Málaga (2018).


Escrito por

Willy Gómez Migliaro

Willy Gómez Migliaro (Lima, 1968) Poeta, profesor de literatura y escritura creativa, asesor literario y corrector de estilo.


Publicado en

Poesía

Poesía en lengua española