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Poemas de Florentino Díaz Ahumada

Publicado: 2020-11-01



                                                     Irradiaciones de la Ciudad Poética



                                                                        Gran Espíritu


Le pido al Gran Espíritu me dé un tema y una técnica.

Le pido al Gran Espíritu seguir el tema y la técnica.

Le pido al Gran Espíritu intermediar la luz y la fuerza preciosa del Poema.

Le pido al Gran Espíritu vaciarme por completo de mí mismo.

Gran Espíritu,

Sé el espacio entre las palabras.







                                                             Declaración del Poema


Un poema anida espacios

Concede hilos, sombras, marcas para otros mundos

Donde se acaricia un misterio

Un poema acude a tu cuerpo, lo revitaliza

Le susurra aliento, calma, vuelo o resplandor

Mientras se cubre de oro y de un polvo finísimo

Proveniente de otras galaxias

Un poema acciona sobre el mundanal ruido

Decodifica su cauce, cauteriza esa escisión

Entre forma y sonido, entre palabra y beso

Un poema nos descubre ínfimos

Cadenciosos, post tutelados, pre- inversionistas

Con las manos completamente vacías

Sin palabras para el otro gran encuentro


Un poema sueña tu tiempo, el tiempo aquel, el tiempo interestelar 

De los que están por venir

Un poema libera tu cuerpo, le alcanza en el centro de su Energía

Le abraza, le fortifica para la correspondencia

Con las líneas aún desconocidas del espacio y de los velos

Tras el espacio.


Un poema si lo comprendes permite en tu realidad

Canalizar la duda, la rabia, el temor heredado

Por siglos y siglos de frontal dominación.

Contempla el cielo del Poema.

Encuentra el tiempo del Poema

Canta la canción del Poema.







                                           Segunda disposición de tu Ser en la Ciudad


Si quieres recordarte, siéntate:

Respira

Junta las manos

Derecha sobre izquierda

Crea un puente en los pulgares

Presta atención a tu vientre, percíbelo

Allí el caldero donde emerge el tú

la luna, el sol y los demás destellos


La luz va llegando desde el este, observa


El sonido del mar se hace cercano

El sueño y la vigilia, ambas se han fundido

No te distraigas, esto es sencillo no huele

No sabe a nada, no tiene color, es agua

Ése es el hilo

Lo vas notando lentamente


Se expresa en el silencio la urdimbre de las voces

Se va abriendo en la penumbra el rumor del aire


Vital y grato. Siéntelo

Hazte el propósito

Es invisible, no le tocas, no le puedes atrapar

¿No será de amor Su aliento cuando al fin te encuentra?

Sigue respirando porque más de ti vas conociendo

Más del suelo, del sillón, del edificio

Más del parque, de la calle, de los autos

Más de ese navío, de esas puertas. Ese tonel y ese garfio

Lo íntimo del mar está en el viento


Vas comprendiendo y el miedo se diluye


Escucha:          En esta noche duerme la ciudad

En este día

Y en realidad todo relucirá de otra forma

Cuando tiendas desde el centro del corazón

Un lazo al infinito resplandor ahí en lo alto

Y te dispongas

Al cuidado del gladiolo y cedas al sereno

Canto de la mañana que no te pide nada

Y de la noche que todo tu brillar recibe


En esa estancia cada ser de tu ser se fundirá al servicio

De la claridad amplísima del viento

Y el Divino dejará caerse en tiernos gestos

Y en su caricia nunca olvidaremos nuestro origen







                                                 Invocación del Poema


Percibe la línea del horizonte tras las cosas: puertas, calles, autos o ventanas. 

Atraviesa la densidad de estas formas. Ahora recuerdas las estrellas por sobre 

muros y manteles. Respiran contigo. Desde ellas el gran manto de luz nos va 

tejiendo.

Di:

Nosotros convocamos el fuego.

No dudamos. Nosotros somos tú.

Y acariciamos cada día con una preciosa intención.

Nosotros somos el centro del corazón.

La ciudad que buscas.

Nosotros somos el tiempo: presencia de tu sueño.

Nosotros no tememos, no concebimos a la muerte.

Nosotros somos la danza y el núcleo poderoso de la danza.

El pulso y el origen del pulso.










                                     Poema para los epistolarios, flores y nuevas cavernas


La poesía es un acto de contemplación para la futura urbe.

La poesía es un experimento con tus ojos,

Una transformación por completo

-Celular y rotunda-

De tu sexo y de tus manos.


El futuro no siempre pudo verse.

Mejor si se oye, mejor si amanece;

Mejor si acoplas al sonido de tu voz

El sesgo de la noche y el camino ampuloso de los no ordeñados por la fakin TV.

La poesía triunfará sobre el desmonte, sobre los perros encerrados, sobre las 

montañas de cocaína que ya nadie comparte,

Sobre el oro que ha tragado vírgenes y niños como quien demuele en segundos 

el grano puro sin mezcla.

La poesía triunfará cuando todos los remolques se incendien;

Cuando los canales de los canales los smartphones y el bendito gross web 

de la internet clausuren sus ventanales,

Por obra y gracia del pulso electromagnético,

Por obra y suspiro de los enajenados de poder,

De los reptilianos y los hackers virus los hackers neoconstructivistas.

Y si quieres saber lo que la poesía será, siéntate: respira,

Dispón tus manos sobre el agua;

Escucha lo que nadie quiere oír.

Escucha lo que nadie quiere ver.

Siente el tempo oscuro y hondo de la tierra.

El tempo de nostro domo supra li occhi

El tempo de los asesinos que despiertan.

La poesía es un bloque de hielo;

Una ilustración que arde cuando en el micro

Tus sentidos se aturden y no encuentras más la salida a las respuestas…

Cuando te das cuenta que tienes

Más respuestas que preguntas,

Más preguntas que versos.



La poesía es un motor diésel cortejado por un núcleo atómico a punto de ser aire,

Un núcleo intel dual core que individualizas en una feria muy cercana 

a Centro Cívico;

Y el Parque de la Exposición es un inmóvil destructor de los sueños del acero.


La poesía te construye, te revitaliza, te redecora el audio, debate constantemente

Las nuevas formas del amor escorpiano, del amor sin tregua ni palizas,

Del amor que sube y baja cuando apenas has podido vislumbrar un recuerdo.


La poesía no son los 60s ni los 80s ni los 2000 ni los 50s ni los RXDF ni los DFEE 

ni Matrix ni Macross.

Ni la cara pálida de los transeúntes al inicio de la hecatombe.



La poesía jamás se originó en el habla, jamás prestó su nombre a las palabras;

Jamás dejó parir sobre la acera al león y al lobo y así Con ese masticarse juntos,

 ese desgarro, esa sangre que puede ser todos nosotros


Menos la poesía.

La poesía cubre de un velo filigrámico, un velo nocto heteropolar

El nombre nuevo de lo que aún no tiene nombre.


La poesía es el milagro que ocurre mientras nadie tiene los poros abiertos 

para el milagro.


La poesía es central de nervios, calle atestada de sordos y cubiertos por la nube 

gris, la nube que no desespera de su destino con máquinas y su destino con robots

 y carne de robots.


La poesía se ducha y muerde las nalgas, se estanca y expande, hace una 

cremación prolongada de todo cuanto fue higiene, radio, camisas largas y camisas

 de suavidad.


La poesía confluye con los grandes asteroides, penetra en la corteza de tus 

pensamientos, en la corteza del vientre, en este planeta milésimo y convierte 

el mundo entero en un graznido de volcán.

La poesía eres tú cuando conversas, ríes, das gracias por el agua,

Te permites crear otra ciudad con solo un verso.

La poesía se halla entre las hojas, en la contemplación de tu pulso, en los bordes de una estación:

El tiempo sin tiempo, el aire que todo lo renace.


La poesía no es solo de este mundo.

La poesía no es solo de esta tierra.








                                           Danza para tus pies, tu corazón y tu centro:

                                                            Las calles son el cuerpo 




Todo tiene un ritmo propio. El ritmo de las letras

Que se ocultan: Las otras tierras, los semblantes a la luz del sol.


                                                I


Entre la puerta y el arco, sobre el tablón de la mesa,

Hay un espejo perfecto donde aparece la ciudad.

Por él estudiamos a los místicos y bebemos

Con la esperanza de penetrar en sus senderos.

Pero a ciencia cierta, mientras la casa se incendia,

Y el puente ya quebrado no deja más de atarte,

Vamos pensando el retorno; vamos buscando saber.

Y entonces preguntamos de dónde vienen.

Y comprendemos. Pero este destello es enorme, esta furia

Que toma a la ciudad del cuello, a los hombres ambulantes del cuello,

A los estudiantes del cuello, a las señoras de los supermarkets del cuello,

A los seres que aún no hunden su frente en la codicia;

Esta furia no es invencible. El hilo del andar sí lo es.

El hilo de la danza.

Y el camino donde sonríes:


Y aun así, Madre de los Encuentros,

Despliega aquel fuego sobre la calle que escucha.


Madre de los encuentros, llévate el mal de estos balcones,

El mal de los sin rostro, de los no vamos a la luz.


Aun así, tras el espejo, volteándose por completo,

Habita la sombra del hermano vuelto lumbre:

Su corazón redimido por la caricia del poema,

Su corazón a flor de piel por el ritmo del abrazo, la cadencia del amor.

Su nombre puro es una esfera

Donde no hay disparos ni soldados; donde no se muere

Nunca más de hambre o de tristeza.


En esa esfera, un punto brillante, aunque también oscuro

Y diminuto; un punto para no olvidar todos los orígenes del fuego.

Un punto de inescrutable silencio: quieto y absoluto

Como el beso de un dios.


Su corazón es en verdad un puente, amplísimo horizonte

Que nos recuerda el canto:

El deseo por ser libre que atraviesa a los mundos.

El deseo que mueve sombras y constelaciones.

El deseo del corazón estremeciendo los más antiguos sepulcros.

Rasgando los templos y las fortalezas;

Derrumbando imperios y cosechando estrellas en el tiempo libre

Y precioso de los desempleados y los muchachos sin éxito.


En el tiempo contemplativo cuando no rigen sobre ti

El peso de las carreras o la currícula de los comerciantes de la información.

Ese tiempo justo y necesario donde se puede amar y andar

Por la ciudad, mirar los parques, dejarse internar por el sonido.

Ese tiempo justo y necesario para el nacimiento de nuestros sentidos

Para el florecer de nuestras visiones.

La savia de ese tiempo

No se halla en tus ojos. No se extingue bajo el momento.

No cruza las líneas ni las perpendiculares.

No elude las letras pequeñas de los contratos cielos-tierra.

De los centro comerciales estelares,

De las duchas para recién nacidos;

El suave olor de la manzanilla ha encendido su espíritu.

La sombra del hermano danza.

La sombra de la hermana danza.

La sombra de los perdidos danza.

La sombra de los caídos danza.

Y nosotros

A la danza nos unimos.


Borde, arena, cuencos: luna extendida, convertida en madrigal:

La constancia de unos pies.

Danza.

Entonces llega el tren. El pueblo, el hierro entre tus huesos,

Vuelven finalmente al sueño; y tus lágrimas oscuras,

Tu no tristeza y tu no rencor vuelven al silencio.


Poderoso rey, lamentas sobre estos cuerpos el tiempo perdido

Poderoso río, has abierto un abismo y toda la ciudad ha despertado


¡Temblor! ¡Temblor! ¡Temblor!

Vuelve del olvido, de la calle vuelve.

Noche sobre tus ojos, traspasando los cristales.

Noche sobre esa arena y los niños y los ancianos moribundos.

Noche sobre las piedras secas de Marte y los anillos de Saturno.

Noche sobre este tiempo y la distancia.

Noche con velocidad o sin fuego.

Noche para los que exhalan este último aliento.

¡Temblor! ¡Temblor! ¡Temblor!



                                                             II


Reunidos en el cerco de la palabra,

Completamente concentrados, nos estamos moviendo.

El edificio está por arrancarse de la tierra- ya lo quisieras-

Y no permites otro tiempo más. Las palabras son poderosas.

¿No lo crees? Aunque no lo hayas dicho, supiste atesorarlas.

Y desde tu nombre, tu lugar, tu estirpe, has buscado

Alentar siempre el sonido.

No obstante no hay palabras

Lo que existe es fuego invisible como el viento

Columnas de realidad preparando el recuerdo.

Ya no ejércitos ni bombas vulnerando las calles,

Ya no ejércitos ni balas conquistando este mundo:


Danza sobre las hojas no perdidas.

Danza junto a la puerta resplandeciente por el sol.

Proyecta tu cuerpo hacia sus ventanales. Permite a la luz transformar.

Permite al rayo transmutar:

Nuestros ocultos deseos, nuestras pesadas pieles.


Permite el canto de los que no han cantado.

Permite el silencio de los que hablaron demasiado.


El hermano antiguo lleva a su hijo de la mano.

Lo lleva grácilmente por las azucenas de la ciudad:

Jazmines alrededor exhalan su fragancia.

El sol es todo un libro, abierto a la delicia de ojos fuertes,

De ojos cual montaña equilibrada entre dos mares.


Mientras los más sabios van narrando

Que el mundo todo es tiempo,

Aquél ya va dejando la piedra de su aflicción.

Nosotros nos sentimos listos: nos declaramos fuego.

Nosotros sí estaremos presentes cuando aparezca la luz.










Florentino Díaz Ahumada. Lima, Perú, 1976. Estudió literatura, medicina tradicional oriental y maestría en Escritura Creativa. Ha publicado los poemarios Inmanencia (1998); Transmutación de la ciudad (2002) La Revolución de los peces (2007); 28:versión 1.0 (2013); Danza para las calles que tiemblan (2016) y Ciudad Poética (2020) entre otros libros, performances e instalaciones visuales. Actualmente su trabajo, como Regidor Metropolitano de Lima y Presidente de la Comisión Metropolitana de Educación y Cultura, está orientado a la búsqueda de conexiones entre la actividad de gestión para la ciudad y la dimensión poética. Asimismo, su reflexión escrita y visual se centra en los aportes de la tradición oriental y la sensorialidad artística para la elaboración de un pensamiento, denominado Inmanencia, sobre la experiencia de comunidad y la relación con el cosmos.


 


Escrito por

Willy Gómez Migliaro

Willy Gómez Migliaro (Lima, 1968) Poeta, profesor de literatura y escritura creativa, asesor literario y corrector de estilo.


Publicado en

Poesía

Poesía en lengua española