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Poemas de Rubén Quiroz Ávila

Publicado: 2020-10-25



                                                                   De Niño vudú (2001)

                                                                     Lima: San Marcos.




MAROMAS Y TRAPECISTAS  


1

luz de alga enloquecida

derrumba vieja sabiduría

en los dominios al fondo

un oscuro promontorio de cartones plumajes corazas

y dormitas en la hiedra o memoria

donde muchas escamas pululan de insomnio

de aire con grietas

telarañas esparcidas entre animales tristísimos.


2

cómo llorar a tu costado

si el trapecio es un astro que llueve

sobre los muebles un cuerpo

tendido de miedo

y rueda en máquina de coser

hasta llegar a un malecón

donde hollín labios tinieblas absorben los cadáveres


3

terrible el solitario que boquea

y ebrio se detiene en la garganta

al presentir el designio

puro como el dolor nocturno

de cuyos escombros


su morada construyen los intactos.







PSEUDOPODOS, AROS Y SINIESTROS


1

piquero que truena sal en ceguera dedo

un levísimo rostro bajo el aire que tumbamos

en lenguas inauditas por toneles pintarrajeados

de sudor anuda en talle barranco que troco

a ultimar arquitecturas cronos no es bidón

y figura tras plástico evaporado en cresta dedo

qué gozne es tu frío y redención estero

vaya miel de zancos hondos o nochecinos

como silencio en almejas hollables al marino

de tinieblas que dispusimos en madre cabello


2

pulpa en conserva todo en escapas rubí

e inserto rumor en fardo atalaya tintineando

un cometa ocho desposeídos de picos y moscas

llorosos de cabras vagones ladrados muerdos


única rabia conociendo la vigilia no cansa

ni escupe sólo devasta médano arista cascajos

y culpa confunde su banquete a tras luz llano

un remolino de beterragos que es antigua sabiduría








PEDESTAL


1

de niño murió el ojo y salta. Pero fagot

quiso ser palo como la noche de tus orejas.

Miniatura en grietas o hueso. Voz cae ancla.

Llega. Madero ¿no oyes? Una sombrilla redonda de mudos.


2

ombú de uñas de enanos que sonríen en porcelana.

Verano de narices saltan de brisa, de allá.

Lo luminoso en laurel noctámbulo/ebrio. Mira

cuánto crece la campana de rana o tallo de caracol

ahora regreso sin mapa ni mar o aire de papel.


3

el amigo barbo escucha el ekeko herido

y se lanza dedos alabastros enfermos de sed.

Peino mi juguete mojado en boca de ancianos

garabateados. Y te creen.


4

aquella lucecita vestida de tul hiere su lejanía.

Otea lágrimas de tren. Brujas olvidan su reloj

en huida. Tengo algo más que respirarte antes

de tus pestañas ya sordas.









                                                             De Rotación (2004).

                                                                   Lima: Trilce.



8:23 parco y con el cráneo abierto  

sabio y con su niña muerta

silencioso y con la mano destrozada

ciego y con el ombligo borrado

alto y con el borde púrpura

soñador y con su voz giratoria

frágil y con sólo un aire


oreja o brazo descubierto

y hallado la víspera

apenas dos veces

pone la piel a disposición

como dormitando

al fulgor del torvo sol


así hemos llegado

con las lenguas pulidas y prolongadas

a la espina dorsal

pero al girar un ascenso permite

el repliegue del cuerpo

hacia el cenit y su estertor


o el limpio sonido de la membrana

cortándose a pedradas

entre pejes desovados

en pleno miedo creciendo hacia dentro

y la misma desolación

con su exceso de albor

forma una cáscara de nubes

hechas al cuerpo impuro

ya que así perderá el reflejo del esperma

el púrpura de su laceración


el rapaz ojo aureolado

cuelga el pellejo herido

échale sal a su indicio

pero

no imprimas la humedad

no manches de aire negro esta pleura lavada

únete al ultraje mira esa garúa con su opacidad

mala treta a la jiba


una boca

una boca con su bífida

o algo antiguo en el lado mortal y redonda

redonda como ella misma

con su cizaña y la uva mayor

dichosa y ajena

a veces astillada otras vacía

y envuelta una tromba

una tromba de agua

en la misma boca prolongada del sol corvado

así el silbido seco sonámbulo cenizo


Inclinado el estallido del cuerpo

Que no quiere

Ardiendo y asomando

Cual desquiciado maniquí

Se niega

Deshecho

Y otra vez deshecho

Alrededor de un lago

Una alcoba

La otra boca


En las hendiduras

De las casas malas

Bajo el nimbo te inclinas

A libar en jolgorio

A retozar con tu caracol y su membrillo

Ojos hechos a la altura de la saliva

Donde la lluvia ha perdido un transeúnte

Un nido tocado

Al remover las piedras

dentro de la acequia

Que en vaivén interminable

Estacan la retina la rompen


De lengua cuerda

Donde los vigías braman

Olvidando el polvo

Entre los chiquillos su mimbre

Y comienzan a llegar

Danzando con las cabras

En plena risa que no abandona

A las bailarinas de hojalata

Con sus dedales pitando sobre las plantas noctívagas


El Cojo murmulla

Bordeando al fratricida

E invoca

El aleteo de los tejedores

Que lentamente se desgarran

Sobre los adobes

Emitiendo silabeos

balbuceos

sortilegios


Un dibujo cae hacia atrás

Fétido y nocturno con su declive

Cubierto de ortigas y agua sucia

Con vasijas quebradas y las manos

Extendidas

Hacia la muchedumbre


¿otra vez Lágrima indicará el regreso?


Los tullidos

Pueblan las enredaderas

Y asisten al parto

De un pájaro inaudito

Pujando entre los rehenes

Mientras arrastras

Colibríes con su aleteo

Y escarbas en las escalinatas

Resoplando

Acongojado por las semillas

calcinadas la víspera del encuentro


Idos lejos del sol

Dentro de la sombra del ramaje que ofrece

Un pozo de cuervos y salmones como designios

A la mano sumergida

En la garganta

Retorciéndose

En

huesos colados

Hechos la madrugada

De puros vestigios

Al huir entre el lodo


De la metamorfosis

que olvidó su cuerpo

y quiso mudar

Su anillo por melancolía

& sus modulaciones en trinos

pero corría de puntillas

al divisar la bahía


Ahí el cuerpo en su inquietud

& en su nostalgia vegetal

con la dolencia embarcada la víspera

en su curva o su retina

justo en la punta donde boquea

y no abandona el reflejo

& su cuerno que ulula en el embarcadero


Trepan a los tejados

Y ruedan por los jardines

Que son atravesados por repentinos voceríos


Ahora lo sé

Tenía cielos derrumbándose

Que tiraban, llevándome


Para ser lengua

Hay que distinguir

Entre un girasol y el gozo

De todo acto

Que construyen los climas lascivos

los que duermen con agujas en la boca

juntan los pies

En las claraboyas


Porque un miedo

Una sola turbación

Les da forma oblicua

& anuda el cuerpo a su exceso


Otras veces se arrancarán los cabellos

Y en cada peldaño gotearan lumbres

Algo salvajes entre el alborozo y la noche

Hostiles y erróneos

Mirando coleópteros altísimos

Que se ocultan en plataformas

& latidos prisioneros de su centro terrestre

de su exilio interminable

de su cuerpo confuso


muda el aire su turba

y no precisamente su gorjeo

ah la raíz sonora

su arácnido sin horizonte

o el arbusto que crece negado

en el vientre oscuro

de su nudo

pero la clepsidra

sin embargo, persiste


el festín

de quien sabe su dolor

y cruje deshecho

hacia la calle

envolviendo su latido

en humos

donde profundidades ocultan madrigueras

que se derrumban al contacto

del revoloteo

del pájaro sucio & diminuto

desplazado en su colgajo

muerto en su afonía

seco en su indiferencia


sin ojos abriéndose

a la furia aparecida

y transita hacia la ventana

el hueco que avista desde su fragor

su cerco sucedido tras la batalla

de su rancia locura

junto a su primogénito

sudado de cansancio

que se hunde nostálgico en el barro

y trina interminable con su abertura


pelado e insomne

de rodillas ante el mutismo animal

su estallido que acaba y oculta

su astilla

duro y hacia abajo

por encima de la chispa

que zurce contraído el cascarón


toma tu conjuro y date la vuelta

puebla el convocado su aniquilación

anunciada por minúsculas mantarrayas

y sus largas colas resoplando el fango

homicida

donde crecían arbustos malezas caracolas


detrás de la higuera y su maldición

del desierto y su pastor

de la ciudad y su morador

hay un pedazo de luna

una culpa un silencio malhabido

o un abrevadero más cruel

donde una cabeza flota imperturbable










                                                             De Médula (2006).

                                                                 Lima: Tranvía.


11 

otro cuerpo es posible en el fluido que acompaña a la plegaria

quizá algo tibio al tacto o mejor a la lengua

con una explícita agonía dictada por el estremecimiento

otro cuerpo u otra alma


como el alimento preparado por las hormigas

por la inmensa bondad del dolor

                                        que retorna a su cuerpo y se aferra al acantilado

                                        con acetileno y vulva

                                        siendo parábola de despedida


otra alma es posible

en las rutas del naranjal en las proyecciones de las malvas

no se admite la tiniebla en el equilibrio

en la arquitectura luminiscente descubierta por ningún gato que rasga el amarillo

y la mano que sabe el sufrimiento

con toda la paciencia del que adopta su única palabra


no podrás huir

y no te perdonaré

Padre mío que desbordas al hermano lobo

Y reniegas del cangrejo que cruza indemne tu cara

Padre tuyo que sabes que no coincido con el canario fatal

Que sospechas de un granizo que da vueltas en el jardín

O un espejo que no detiene el curso de la Historia

Hermano lobo, eso nunca lo entendí en el amor; cuál cielo he de vindicar

Cuál mala puerta he de perder

Cuál hijo he de ahogar en los puquiales

Cuál lluvia descolgaré de los pulmones

O el aliento de los potros sobre el centro del pecho

Con su fiebre y su racimo

Con su enemigo ineludible en la zona donde habitas

Ahora si podrás atravesar el sol

Pero

No te perdonaré

Ni por tu falso nombre


Ahora la boca se descose

Hecha pájara se arroja a la tierra quemada

Y en su enrancia próxima a la retama

Vuelve a su plegaria

A su herida


12

del lomo animal

con el morador animal

con la dureza del que limpia su córnea con palo

                                                                  y a oscuras rasca su encía

                                                                 lo mismo hiciste con el perro

                                                                 que tenía un limón por planeta

                                                                  y en su planeta un viejo dolor

con la médula incrustada en el alma

la pena ósea

la memoria osaria


el amor esqueleto

la nostalgia huesuda

no te perdonaré mientras mis hijos duermen

y veo saltar las lagartijas en sus intestinos

y se abrazan preguntándose sobre la tristeza

y el corazón dividido que atraviesa el comedor

el coro de niñas que hacen estrellas con su llanto

el cuerpo simplemente humilde pegado a su esqueleto

tiritando en su centro de todo lo violeta que proyecta

ya no me perturba el terror

he aprendido a beber formol

no hay boca que pueda pronunciar tu plegaria

no hay boca

hermano tronco ni el hocico del hermano anterior

que reconoció el intestino como el río que hablaba

hablaba heridas

decía Santa Rodilla Hermano Lobo Padre Nuestro

sin resentimientos hermanito

no te perdonaré sin tirrias padrecito

no te perdonaré

solo con mi Gran Herida

solo

calculando el tamaño de mi médula









Rubén Quiroz Ávila . Ha publicado los poemarios: Niño Vudú (2001, 1er Premio Estación Compartida), Rotación (2004, 2do premio Juegos Florales Interuniversitarios PUCP), Médula (2007, Primer premio Blas de Otero, UCM, España), El derrumbe (2009), Anima insomnia Sueño sónico (2015), con Gonzalo Portals, Wamachinoa (2017), con Yili Rodríguez. Ha sido traducido al inglés y al francés. También ha publicado Divina Metalengua que Pronuncio. 16 poetas transbarrocos 16 (2017). 


Escrito por

Willy Gómez Migliaro

Willy Gómez Migliaro (Lima, 1968) Poeta, profesor de literatura y escritura creativa, asesor literario y corrector de estilo.


Publicado en

Poesía

Poesía en lengua española