#ElPerúQueQueremos

Fotografía: Leonardo Massari

Poemas de Eugenia Straccali

Publicado: 2020-09-20



                                     [ De Para escuchar la música del poema ] 

                                                 (Buenos Aires Poetry, 2019)





I. LA MÚSICA DEL POEMA


Quien no escribe ni está enamorado ni se psicoanaliza, 

está muerto. (Julia Kristeva)


Para escuchar la música de un poema hay que abandonarse

se precisa la lejanía

la interrupción del continuo humano


y su cansancio prosaico ritmo de voces y pájaros contrasentido del mundo 

que nos permite aullar porque sabemos del terror de estar en la superficie.


Oda al ruiseñor

siento en mi garganta

un lenguaje agitándose

poesía y dolor

estado de vigilia

en la apertura de la noche cesura de un verso

migra el sonido pardo de sus alas herida de la lengua


el poema peligra en la escritura

el silencio habita el lenguaje

y al mismo tiempo en sus fronteras.


Qué callado debió estar aquel mar para el milagro de la palabra.

Desde lo más profundo de la arboleda, un ruiseñor sacia con su melodía la 

obscuridad deseada (P. B. Shelley)  








                                                                           [De Soy Bruja]

                                                 Inédito, próximamente en Ediciones en Danza





         I. Yo quiero no ser


                                                                       De niña, de noche, mis lágrimas inundaban

                                                                       el mundo. Mis padres ajenos a mí,

                                                                       morían en el vacío de sus entrañas.



I.

No es una palabra amor 

no hay muerte aquí tampoco

para oír primero hay que callar

de dónde proviene el perfume a rosas

de la entrada a lo salvaje


no es de la Virgen

la santidad se pierde tempranamente

nadie lo advierte

todo cuento de hadas está escrito para adultos

verdaderos monstruos de hierro.


Al pasar la frontera

voy hacia el animal

me rindo ante él


el animal está comiendo de mi carne.


II

Es peligroso el silencio de una bruja 

más que sus invocaciones a los demonios

cuando el llanto se esconde para no molestar al padre

estallan los párpados

los ojos se derraman

la boca muda es cráter en su encierro


en la casa de la que vengo

hay una alfombra de cenizas

andando sin patria

andando con la tristeza de una loba.


El animal observa mi desnudez

insistente y sin piedad

sos el animal en mí

vidente ciega lúcida


Oscura casa: otra vez regreso a tu lado,

a esta larga calle inhóspita,

puertas donde mi corazón se habituó

a temblar esperando una mano.

(H. Tennyson)


III.

La infancia de uno tiene una forma monumental

y se desplaza igual que un animal salvaje

esquivando las trampas, camuflada en la maleza

elusiva, incuba, esconde algo que no desaparecerá jamás.


Extirpé el María de mi nombre, cuerpo, cama, crucifijo, mis ovarios completos mis

 botitas ortopédicas, mis vestidos de broderie, mis dientes de leche, mis muñecas

 rígidas, de mi vulva, de las estampitas,de los gusanitos de seda en las hojas del 

naranjo.


Estoy caída de la lengua

puedo vocalizar letras y sílabas

es otro mi nombre ahora.

Quedé huérfana al no ser (28-11-1970)


si el infierno está completo hay que quedarse parada y aguardar.


Abierta a los sentidos

no es mía la garganta

me arrancaron las amígdalas (8-12-1979)

encallada

ya la piel no trasparenta las venas

me perforaron el tímpano (28-7-1974)

esa madrugada los demonios entraron a mi oído medio

pasaje al otro lado ¿trastorno disociativo de trance?

no

emergencia espiritual


habitar la voz del diablo

es una experiencia coral


hice un pacto autobiográfico con el demonio

escribo veloz

ya soy parte de la infinitud

de la gran fuerza de todo

dentro de millones de mundos

hay una estrella de gran magnitud

es la última en extinguirse

triunfo de sentir el tiempo del hielo

escucho la música oscura del río.


Ahora soy una simiente

un peñasco en medio del mar

aléjate de mí

tengo un mensaje de muerte para vos


existen las escrituras apócrifas

ninguna bendita ola empuja tus velas

alguna vez tu sangre fluyó tibia

ahora todo es grave y milagroso.









                                                     [De ¿Por qué no hablan las sirenas?]

                                                       (Prueba de Galera editoras, 2019)




Estuvimos ahí

desde la génesis

de todas las cosas,

la tierra se fermentó

y aparecieron membranas

una neblina ocupó el aire adentro

la luz

alimentó la noche.

Nacimos como seres híbridos directamente del suelo.

Brotaron primero:

ojos sin cabeza

cabezas sin cuernos

luego plumas y escamas

diseminadas entre el musgo

mujer arriba

pez abajo.

Las sirenas no hablamos cabalgamos en la superficie del mar somos yeguas

 ensimismadas con el horizonte y la frontera imposible

(no te asustes, ya me alejé del todo como me pediste)


es tan difícil exiliarse de vos tan difícil ahora habitamos lo intemporal 

de los muertos


lanzados a vivir lo cotidiano, las herrumbres de sus cadenas.


nuestro amor tiene que atravesar el derrumbamiento para no quedar inerte


No te escondas en el fondo del navío

ni te alarmes por lo que pueda sucederte claro que no hay garantías

es pathós primitivo

fuerza abisal:

sirena-caballo.


En la “noche de los tiempos” mujeres que caen

caídas

en caída


porque lo femenino

es singular.

El amor

es suplencia a ese otro goce que ella puede evocar


se encuentra más allá del hombre, más allá del mar.


Goce femenino, de sirena blanca,

se lee la frecuencia de su voz en el poema.


Un hombre como Ulises

no pudo hablar de lo indecible de las mujeres acuáticas.







Butes


Hagamos callar al rapsoda

pobre Orfeo, ilusionado (siempre un iluso) con la armonía

y el control de las esferas

¿es dueño del artificio?

¿es realmente el intérprete?


Voz disonante

sirena desquiciada

amor disuelto.

Las sirenas cantan con las entrañas anudadas y los huecos interiores

que retumban entre sus órganos,


A Julián Axat


son ondinas de cabellos eternos víctimas de las épicas

peripecias cumplidas de los héroes guerreros que no quieren enterarse de nada 

a no ser


de sus hazañas

y sus miembros erectos.


Rostro estatuario que me mira desprotegido de mí

impotente


sólo Butes conoce el elixir sonoro: el agua venérea

lo inundó para siempre,

saltó


y conoció las sinfonías de la muerte el dolor del amor

que implica

compenetrarse


con una ninfa de agua

y sus placeres acuáticos.


Somos la corteza de un árbol

que habla del árbol mismo

y éste de sus raíces

y también de todo el bosque y su extrañeza.









Eugenia Straccali (La Plata-Argentina, 28 de noviembre de 1970). Poeta, actriz, dramaturga y crítica de poesía. Docente e investigadora de UNLP (Argentina). Ha publicado Ninfas (no musas) (Buenos Aires Poetry, 2017); El alfabeto de los árboles (Ediciones en Danza, 2018); ¿Por qué no hablan las sirenas?, (Prueba de Galera editoras 2019); Para escuchar la música del poema (Buenos Aires Poetry, 2019). Es coordinadora del Atlas de la poesía argentina I (EdULP, 2017) y del Atlas de la poesía argentina II (EdULP, 2019). Coordinadora de la Antología de la Poesía Federal de la Pcia de Buenos Aires (2019)


Escrito por

Willy Gómez Migliaro

Willy Gómez Migliaro (Lima, 1968) Poeta, profesor de literatura y escritura creativa, asesor literario y corrector de estilo.


Publicado en

Poesía

Poesía en lengua española