Poemas de Vanna Andreini
[ De Fatebenefratelli ]
(Barnacle, 2020)
Dormíamos juntas
nel salottino verde
della nonna Pia
refaccionado sin signos
de nuestra presencia
nueva entre muebles
permanentes
arriba lo inhabitado
las cajoneras olvidadas
la ropa vieja
las fotos
desde el principio
hasta nosotras
acordamos que no tendríamos miedo
acordamos mantenernos de la mano
acordamos que la esperanza
era un pacto con lo imposible
las fotos:
la más sentida de nuestras derrotas
nos aíslan en colores
nos abandonan lejos
de toda contención.
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Son dos
están pegadas
comparten
flujos sanguíneos
siamesas las llaman
como si vinieran de Siam
un país oriental desconocido
fantástico e inexistente
su nombre es uno
Siamesas
dos y una
se arroja al mar
nadan dos piernas
pero el aire que llega
a una boca
oxigena
a las dos
sin embargo
pesa
pesa
el doble
pesa
pesa
las emociones también
viajan por la sangre
deseo nadar
deseo morir
soy siamesa
en la lengua
españolitaliano
una boca
dos tonos
¿y la voz?
encapsulada en la sangre
se traduce sola
se aloja
como células cancerígenas
y vuelve a salir
¿el microscopio la entiende?
establece su pathos:
la hermandad es
una percepción de justicia
familiar.
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Quisiera navegar
de sonido en sonido
en este idioma
pero no puedo
no logro
levantar el ancla
el viento
me empuja
arrastro el peso
surco el mar
excedida por
el sentido
me zambullí ya
varias veces
buscándola
pero ahí abajo
los sonidos
son algodonados
subo sin aire
olvidada.
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Entonces me arañaste
fuerte muy fuerte
de mi carne
salieron burbujas
la luz
las hizo arcoíris
tu aliento leve
las hizo volar
esperaste
mañana
lo hacemos otra vez
dijiste.
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Jovanotti suona e suona
todas sus palabras de amor
son suaves dulces acariciables
pienso en usarlas
para mis poemas
sei sostanza dei giorni miei
sei sostanza dei sogni miei
las escribo las transcribo
las miro las repito
la lengua de mis fantasías púberes
retumba en mi mente
me entontece
y no llega
no llega hasta mi mano
como si gota tras gota
ella
destilara un veneno secreto
que paraliza mi escritura
que disuelve mis palabras de amor
toxicidad reactiva
aún en el cuerpo de mi español.
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La oscuridad de afuera
como espejo mágico
me muestra fundida
con la avenida
tengo un vaso
que apoya sobre el farol
tengo una boca
sobre un padre
que arrastra a su hijo
sus movimientos desacompasados
resisten la velocidad
de un nacimiento
que lo marcó
choco el vaso
brindis imperceptible
contra el vidrio
me mirás fijo a los ojos
alzás tus manos
sobre mi ventana
tocás mi cara
y vas atrás
vas.
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Quisiera escribir también
sobre el otoño
sobre el placer
que me invade
cuando el perfume
de las hojas húmedas
removidas por mis pisadas
se mete en mí
me acaricia
el placer
por los tonos de amarillo
que manchan los días
yo sería un lobo
en busca de un santo
que lo perdone.
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Llueve
apoyo la frente
contra el vidrio de la ventana
la calle se empaña
la beso
como un calambre súbito
Emma Bovary
se derrama sobre mí
la funeraria de enfrente
escupe gente
que vomita lágrimas
ella activa en mí
la fantasía sexual
más brutal y triste
paso mi lengua
por el borde húmedo
de mi boca
la construcción romántica
que soy
me fue administrada
en gotas
un destilado espeso
del polvo pequeñoburgués
acumulado
en una casa ilustrada
sobre una pequeña colina
la humedad se replica
obtura la visión
amo la excitación
sexual
de las palabras
las caricias de las páginas
el pudor
de mis lecturas
Emma,
el polvo recubre
el amor
de banda sonora.
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Hirundo rustica
Mettici una pietra sopra
su voz me envuelve
Mettici una pietra sopra
me gustan las piedras
que se llevan adentro.
Chelidonia
la buscaban en el vientre
de las golondrinas
blanca a manchas negras.
Lapilli hirondinum
la cazaban de noche
dormida
sus pequeños
desplumados
disecados
para mezclar la ceniza
de sus cráneos
con miel.
Ella
aterciopelada, suave
la cabeza ladeada
aún hermosa
era privada
de las pequeñas rocas
fabricadas en sus vuelos
por casa
por comida
por hierbas
para curar los diminutos ojos.
Volar y volar
sin tocar nuestro suelo
ahora
llevadas a la tierra
a desafiar el movimiento
ajeno
la epilepsia
a desafiar la ceguera
de nuestros ojos.
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Chelidonia.
Una pietra punto e basta.
Me gustan las piedras
en los cuerpos
sobresaturación del sistema
que tiende a la cristalización
de mí
de mis desechos
vueltos
gemas resistentes
al fuego
de sus palabras
de su insistencia
clausurar
clausurar
obrero incansable
levanta un cúmulo
sobre mi cabeza.
Al ritmo de la sangre
fabrico mis tesoros
contra su ceguera.
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Te quiero hasta la luna
yo hasta las estrellas
te quiero hasta el infinito cielo negro
una serie de líneas se trazan a mi alrededor
soy con ellos una figura geométrica que se dispara
hacia el firmamento, la cúpula celeste, allá
ida y vuelta
me atrae esta nueva forma
que tengo
este no perímetro
pura línea
que construye su amor
tan limpio de las sinuosidades
de los rencores
Vanna Andreini (Padova, Italia, 1970)
Es Licenciada en Letras (UBA), traductora y profesora de italiano. Ha publicado los libros: Bruciate/Quemadas (Editorial Siesta,) Monterinc (Ediciones Vox, obtuvo un subsidio de la Fundación Antorchas), Sirenas en la cama (Ediciones Gog y Magog), Salud Familiar (El ojo del Marmol, obtuvo una mención del Fondo Nacional de las Artes) y Fatebenefratelli (Barnacle).