se fue a ver Stranger Things

Poemas de Mateo Díaz Choza

Publicado: 2020-08-16




                                                         [De Libro de la enfermedad ]





APENAS DESPIERTO, el simio se ha acercado al arroyo y lo contempla: vacías

relucen las cuencas de sus ojos.


El viento bruñe el espejo desde el día del ardor, pero hasta ahora nada refleja.


La palabra se ha marchitado antes de ser pronunciada.


                                                                           *


EL HERRERO ha terminado de fraguar el anillo sin reverso y se ha sentado 

a contemplar la purulencia del estaño, la combustión de la pirita, el vacío inquieto

entre las flamas. 


Un perro negro se esconde debajo de todos los umbrales, quizás para ahuyentar 

el grito del gallo o los presagios de temblores.


El rayo ha perforado los odres colgados sobre los árboles, dejando a su paso 

la imagen del patíbulo y la sangre que se cuela por el suelo.


El perro bebe la leche que nos adelgaza hasta el abismo; tiene la lengua igual 

al barro que lo rodea, estéril como el azufre.


La tierra enamorada abre las piernas y padece la aguja del orgasmo; sus paredes

derruidas arrastran el diluvio donde se ahoga el nonato.


Todo cambia, salvo la obstinada quietud del río y la inminente expansión 

del arenal.


¿Es esta la lluvia que todo lo lava, todo lo borra, todo lo olvida?


El hombre se ha posado sobre una colina y contempla la pendiente: cerdas

gruesas y olor a alquitrán tras sus pisadas postreras.


Ah cardo, miel, cicuta: ¿cuál es la luz, cuál la sombra?


                                                                           *


CUANDO LLEGUE la hora en que la orilla abandone el litoral y atraviese todo el

páramo para cubrirnos con sus aguas, ahogaré mi voz en el estanque del silencio 

y extenderé mi osamenta en una pradera de sal.


Sea entonces estandarte el que se arroja a los rieles de la locura, aquel que bebe

de un solo día el trago de lo humano; pierda el oro su valor y regrese el mineral al

socavón porque ha acudido el mercader al avellano y pende al lado de las bayas.


Llegada la hora se internará en las colinas la mujer, allí hará de su vientre un

templo y un remanso crecerá de su sed de donde abrevarán el piojo, la corneja 

y el príncipe aquel día en que descubra el rostro amargo de los infelices.


Habrá amanecido Troya cubierta de cerezos asentados sobre las cenizas 

de la noche del incendio; entonces se verá el primer hombre fuera de los muros 

del lenguaje, vueltos uno el barro que lo nace y la arcilla de sus manos, 

e inútiles por siempre enterraremos las palabras. 


Pero hoy cae sobre nosotros el peso de la era, la ventisca levanta el vuelo hacia 

la estación violenta y encuentra solaz el caminante en la canción del ruiseñor.










                                                                                 [ De Av. Palomo ]




El Agustino


Porque cuando vi por vez primera

tu nombre inscrito en un cerro

volví a escuchar la voz insistente

que me decía y preguntaba


             ¿qué haces acá?


incesante entre vanos murmullos


oscura luz anegando mi rostro

en el latido de la experiencia


a decir verdad

                           la misma voz

que silencia la sed de mis ojos

cuando el cielo nombrado descubre

sus vestigios de barro y esteras


paisaje incinerado en la mirada

develamiento tenue que proclama

la orfandad más pura


entonces recuerdo tu nombre

inscrito en ese cerro

y totalmente ebrio quiero

abrazar tus letras y tu regazo


                                    con todas las vísceras

                                        vueltas hacia afuera







Canto final – Landó


Y la madrugada estalló

                                        como una estatua

y era el festín de los cuerpos hacia afuera

de la sangre que discurre dando vueltas

cuando el barro de las piernas se derrite

y los pasos son más cortos y apurados


era la tierra que invadía las azoteas

era el cuerpo nuevamente estremecido

era tu llegada que abrasaba como un tambor

               como un tambor landó landó


venías ataviada del tiempo dividido

tus espejos eran los cuchillos con que mirabas

donde el cuerpo siempre fragmentado

se reflejaba en el cadáver que nos iguala


               pero venías ataviada del tiempo que se iba


en una distancia que nos crecía como las uñas y la muerte

venías y para serte tenía que anegarme en el río oscuro

y doloroso de las líneas que se escriben


porque cuando venías

                                          ya no quedaba nada de mi cuerpo

ni de mi voz extraviada en la chilla de la muerte

expulsado para siempre del abrigo del silencio

condenado al asalto de los signos sucesivos

solamente una mirada despedazada

que cargaba sus andrajos como pasos perdidos


porque cuando viniste como una ofrenda

una promesa de tiempo y muerte

te quise más que mis ojos

                                         y mi mundo

                                        mi insuficiente mundo

                                        ardió esplendido

                                        abrasado por la tierra












                                                                                  [ Inéditos ]





así la trayectoria que dibuja la quilla a lo largo de las aguas oceánicas & así púa 

del arado aguja del compás la trayectoria en los ojos de


una muchacha sentada en la popa los pies descalzos la fiebre en el cuerpo 

acariciado por el viento de la corriente de humboldt


mirando las costuras del océano desde antes que los marinos inicien sus labores 

un espejo dirías el mar que nadie ve salvo el abismo


de tus pupilas un tren atravesando los rieles congelados de la cordillera en tu 

retina un pasadizo sombrío en el que escuchas las voces familiares de los italianos


desde el cuenco del oído mientras oyes valparaíso coquimbo nombres nuevos que 

nada te dicen y te preguntas cuándo acabará este mecerse sobre las olas algún día


habrás de comprender lo que esconde esa línea en el océano pero ahora el sol 

matinal entibia tu cuerpo la fauna marina se incorpora y nada hay que anuncie 

tu oscura progenie


ningún vaticinio en las aguas ni en el cielo despejado donde cunden las gaviotas


                                                                                  *


una pared blanca tabula rasa espejo

velado criadero de signos cubiertos

por la baba del anacoluto anteriores al

cuchillo y su herradura donde

fermenta el germen del significado

donde arde el cigoto de la etimología

premonición de luz inminentes la

sílaba el esputo & el bacilo de koch te

has detenido extranjero ante una

pared blanca ¿ves la mosca prodigiosa

que zumba tu corona y osamenta?

perfora la placenta enfúndate el

silencio del fondo de la garganta

arranca sangrienta ahora envuelta en

llanto tu palabra


                                                                               *


antes de la resurrección

del canto del gallo y el cántaro

del joque del clarear que define

las moscas las arracachas y tanto

amor que se me amapola en la

garganta antes de la hora fragante

del loche & la bendición del trigo

o la cebada cardos en las ramas

de mis dedos ortigas en el latido

de la aorta en esta hora yo

madre hija hermana envejezco

con la luz pero tu sombra

               apenas tu sombra

bastaría para alumbrarme


                                                                                *


Variaciones en A menor (homenaje a Jorge Eduardo Eielson)


ama la bala hasta arar abras al alba

hasta hartar a la casta salamandra

ámala                llámala                  cátala


arma las facas aladas las bárbaras astas las arpas calladas

arrastra a las aras la rama la zarza la flama las parvas alcabalas

ármalas                           abrásalas          trágalas


alza las anclas salva alabanzas al altamar

para andar la calzada astral ama la bala

álzala                 cázala                 dala


arranca las almas la falsa cábala sagrada

carda tanta lana brama tanta nana hasta taladrar la mañana

márcala                         trázala                   arráncala


              para palpar la nada

              zarpa las barcas


              para saltar la alambrada

              haz cantar la bala











Mateo Díaz Choza (Lima, 1989) ha publicado los poemarios Av. Palomo (Paracaídas, 2013) y Libro de la enfermedad (Paracaídas, 2015). Estudió Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y es candidato doctoral de Estudios Hispánicos en la Universidad de Brown. Poemas suyos han aparecido en Mirando sobre el heno. Muestra de poesía peruana reciente (2014) y han sido traducidos al inglés, italiano, francés y catalán. Ha publicado traducciones y ensayos sobre poesía peruana en diversos medios.


Escrito por

Willy Gómez Migliaro

Willy Gómez Migliaro (Lima, 1968) Poeta, profesor de literatura y escritura creativa, asesor literario y corrector de estilo.


Publicado en

Poesía

Poesía en lengua española