Poemas de Carlos César Valle
De: Poemas neoyorquinos
@ESPACE
(42nd Street between 11th Avenue and West Side Highway)
Botella de Coca-Cola
Luz infinita
Dame dame siempre
Una nariz y una boca
Entre tanto silencio
(porque todo se escucha allá afuera)
Entre tanta aglomeración
(por aprovechar cada milímetro de espacio)
Entre tanto gesto inútil
Y desconsideración considerada
(especialmente de los guests,
ante los cuales, sin embargo,
somos unos angelitos del Señor
—del señor capitalista, por supuesto)
Botella de Coca-Cola
(cualquier adjetivo ante ti
sería redundante)
Dame dame dame
Dame siempre y no lo olvides
Un par de manos ágiles
Para servir la comida
Y botarla intocada
Y recoger los vasos sucios
(con marcas de colorete
o saliva seca)
Así como Dios manda:
Allí su puta arrepentida: el vaso de Martini
Allí su virgen predilecta: el vaso de Champagne
Allí su hijo hecho carne: el vaso de Vino
Allí su místico profano: el Snifter
Allí su gran cardenal: el Collins Glass
Allí su profeta directo: el Rock Glass
Allí su cura de pueblo: el Highball Glass
Burbujeante paraíso
Con high fructose corn syrup
Y ese cosquilleo al despertar
En mi garganta
Y esta barriga que crece
Sin parar
Dame dame siempre
Dame sin duda alguna
Dame otra vez más
Una espalda de hierro
Y una sonrisa de diamante
Y un par de piernas fuertes
Que van 16 horas
Y sigo enhiesto como una lanza
Y yes, ma’am
Y of course, sir
Y asintiendo con la cabeza
Y ya ni sé ni lo que digo
Y I apologize
Botella de Coca-Cola
Dime si no quién
Dime si no cuándo
Dime si no dónde
Porque en este preciso instante
Es cuando el dinero llega
(de los más altos edificios)
Y se multiplican los panes
(del ayer)
Y los peces
(del río Hudson)
Y se guarda pa’ los tiempos malos
(y pa’ las fiestas buenas)
En que intentaré escribir
(oh gran momento creativo)
Y todo acabará en la basura
O en el cajón del escritorio
(para después acabar
también en la basura)
Porque lo único que sirve
Es lo que escribo
Ahora
(entre tanta turbulencia)
Gaseosa refrescante
(aunque también empalagosa)
Agua de la roca
En el desierto
Diluvio en el arca
De la impotencia
Y de la sed
Dime
Un pretexto
Dame
Una emoción
Crea
Una pulsión
En mi vacío
Y de tu sagrada oscuridad
Dame un par de ojos cerrados
Y la mirada abierta
Siempre siempre siempre siempre
Porque qué soy yo sino tu cuerpo
(de vidrio)
Porque quién soy yo sino tu espuma
(efervescente)
Porque cómo soy yo sino tu química
(concentrada)
Porque adónde voy yo sino hasta el fondo
(del estómago –y la gastritis)
Así en esta hermandad de meseros
Bartenders y barbacks
Con sus tablillas de San Lázaro
Adónde
Todo por escribir
(una vez más)
Todo por escribirte
(algo menos mediocre)
Todo por escribirme
(en la supervivencia)
Y seguir hacia adelante
En este rinconcito
En que te bebo
(porque si me ven me corren)
En que te disfruto
(porque no está permitido ser dichoso en este hueco)
En que finjo orinar –quise decir defecar
(ya que está prohibido sentarse)
Botella de Coca-Cola
Ante ti me inclino
Y absorbo de tu cuerpo divino
Con un sorbete
(si estoy detrás de un buffet)
A pico
(en los vestidores)
En un vaso de cartón
(si no puedo dejar el hallway)
Y te rezo todos los días
Porque eres mi padre
(cuando estoy más oscuro)
Y mi espíritu santo
(cuando la lucidez me engaña)
Y porque soy tu hijo
(natural)
Y de ti depende
Mi navidad feliz
Y la de mis padres
Y la de mi hermana
Y mi 4
Y 28 y 29 de julio
Y mi primer lunes de septiembre
Y mi 31 de diciembre
Y mi paso mi peso mi tristeza y mi zapato
Y mi piedra negra sobre piedra blanca
Y mi presente es perpetuo
Y de ti es mi todo
Y todo tuyo soy
EMPIRE STATE BUILDING
No importa si mis manos
Te tocan en el cielo
O si mis pies
Te tocan
En una alcantarilla
Tenebrosa
NUYORICAN POETS CAFE INTERNET REVIEWS
Lovely girl (Sutton Place, Manhattan)
Amo este lugar. Los poetas — ¿balbucean, remedan, cantan?— a los diferentes tipos de amor, ausencias de amor y proyecciones del amor mientras se emborrachan y fuman hierbitas milagrosas y una que otra cosita empolvada; y aunque esto podría llevar a ciertas quejas y malinterpretaciones, les digo que sus sospechas se desvanecerán al escucharlos — ¿balbucear, remedar, cantar?— acerca del aborto, ¡salud!, los toboganes de la economía y todas sus gráficas ininteligibles (que equiparan a la divinidad), ¡salud!, temas de inmigración y deportación, ¡salud!, educación limitada e insatisfactoria, ¡salud!, y así, ¡salud!, nos seguimos emborrachando. Y se reemplazan rápidamente unos a otros por si alguno necesita vomitar. ¡Díganme si no son acaso un ejemplo de responsabilidad y altruismo! ¡Se deben a su público y por su público son capaces de todo! Solo es una pena que beban tan rápido, ya que para un promedio de treinta poetas —¿balbuceando, remedando o cantando? — el espectáculo debería durar más de dos horas.
No sports for me (Chelsea, Manhattan)
Desde que empezaron a transmitir los partidos de fútbol de las eliminatorias mundialistas, los poetas, en otra hora hermanos del alma, conscientes de las ficciones del nacionalismo, se olvidaron de toda filantropía y amenazan con el dedo, escupen, se limpian la nariz con el puño, agitan camisetas con el rostro de Doris Sommer (¡Epa! ¡Epa! ¡Epa!), y lanzan botellas a diestra y siniestra. Entiendo que la renta ha incrementado, pero este espectáculo es bochornoso. No soporto esos versitos abanderados, envueltos y desenvueltos en modificaciones de himnos nacionales, y aquella jerga poco estándar. Seré sincero: nunca más volveré.
Ciencia Cierta (Jackson Heights, Queens)
No puedo aceptar que nada ni nadie cuestione mis principios religiosos. ¿Acaso ya se olvidaron del res-pe-to? ¿Que mis creencias no tienen lógica? Así es. ¿Que son construcción histórica? Pues que responda la fe. ¿Que mi resistencia se debe a necesidades personales? Ahí está el quid del asunto: nadie tiene derecho a cuestionar mi miedo. ¿Saben cuán difícil es organizar una vida, una rutina, un conjunto de rituales, para vivir cada día más tranquila? Lástima por quienes aman la inseguridad, llámense poetas o como les dé la gana.
Mama Susan (Bedford Avenue, Williamsburg)
Todos los jueves por la noche alguien ejecuta un harakiri a lo Mishima. Después, otros cinco empiezan a romperle la ropa, la comen y reparten pedacitos al público mientras el cuerpo desnudo es retirado. El tercer jueves que asistí, tuve el valor de probar un pedazo de corbata. Primero me sentí una Ángela de Foligno bebiendo agua de leproso, pero después acariciaba los cabellos de una tal Monica McClure, que luego de un segundo se llamaba Camille Rankine, después Ana Bozicevic, y al final Lisa Marie Basile —¿eran mis manos?—, y las llenaba de flores y esencias, y cantaba himeneos. No entendí por qué lloraba. De pronto un fiat lux rosíneo mezclado con algo viscoso me mostraba el Nuyorican Poets Cafe vacío, excepto por una mujer de espaldas que debería ser yo. Pero hasta ahora no estoy segura de ser la misma, o si estos niños que me llaman sean realmente mis hijos, así insistan en apellidarse Sontag.
Zoila Half-Little (Red Hook, Brooklyn)
Cuando supe que la menor de mis hijas escribía poesía, hice de tripas corazón y la llevé a la fuerza al taller de Rosa la del Frente en el Nuyorican Poets Cafe. Asistí hace años, cuando me picó esa desesperación inicua y despechada, y los efectos en la piel no me dejaban en paz. Recuerdo que sudaba y estaba llena de manchas rojizas y con fiebre alta, e insistía en tomar baños de leche fría para calmar la quemazón. Rosa conocía a mi madre y me ayudó a sacar ese artrópodo, pata por pata y ojo por ojo, sin pedirnos un solo centavo. Empezamos con un poco de Matilde de Magdeburgo, seguida por Hadewijch de Amberes, Beatriz de Nazaret y Margarita Porete. Al final de aquella clase, que debería equiparar a un túnel del tiempo, sentí cómo una mandíbula peluda emergía silenciosamente del borde aureolado del pezón. Paciencia, me dijo. Cuando terminamos el taller con la lectura de Ángelus Silesius, ya tenía a mi espécimen disecado, fijo con agujas pequeñitas, y enmarcado detrás de un vidrio. Y lo leí por última vez (Me abrazo a mí misma con más fuerza si no dejo de abrazarte / Si no dejo de sentir…), para después abandonarlo en lo más profundo del clóset, como quien quiere y no quiere, junto con otros objetos que encarnan lo más profundo del querer.
Tilito (Financial Distric, Manhattan)
Al ver a Poeta Iluminado cerca de la entrada tuve la sensación de que se había equivocado de lugar. Quise saludarlo, pero sus ojos eran dos hojas secas a punto de quebrarse con el viento. ¿Abriría -otra vez- su boca de fuego para decirnos que sí, que este es el poema anticipado por miles de poemas (escuchen, seres de poca fe) para estar a la diestra del Todopoderoso, y verter del vaso de su cólera sobre toda serpiente de cuernos coronados, y felinos de siete cabezas, y prostitutas apáticas y profetas del montón? ¿Y ese cielo no sería acaso el del número de seguro social (legítimo) y la residencia americana permanente? Espero que sus malabares retóricos lo alejen de la referencia fácil y anodina, porque a pesar de que termine con un violento Aunque se opongan y griten con el corazón en la boca / No podrán evitarlo, y nos recalque sus promesas literarias de transformar al Vivo que se hace el vivo / Y al muerto que se hace el muerto / Y a los ciegos mancos / Y a los mancos mudos / Y a los mudos ciegos, la gente ha perdido la paciencia, y pasarán del abucheo al tomate en cuestión de segundos. Todo esto, seguro, lo asumirá como un símbolo de paz venidera. Tal vez en eso consiste su ministerio.
Juntos pero no revueltos (Park Slope, Brooklyn)
Este local es un prostíbulo gay. ¡Así como lo escuchan! Hay una gigantografía de Enrique Suso cerca del estrado, rodeada de rosas amarillas, blancas y rojas. Los poetas muestran sus vergüenzas y desvergüenzas con diferentes vestidos, carteras, jeans hasta la pantorrilla y luchas interminables por pares de zapatos. ¡Si los vieran ofrecerse al público versando sus traseros y rimando entre sus piernas! ¡Y allí, en el centro de todos, el poderosísimo Mayorgo Bloomborgo aplaudiendo extasiado! El martes que asistí aguanté el vómito todo lo que pude, y mientras escuchaba sus sobrenombres (Demócrita, Terencia, etc.) vi, estupefacto, cómo se tocaban los unos a los otros, además de etcéteras que prefiero no contar, y tiraban flores, y decían todos los poetas se aman mientras escriben y escriben mientras se aman, y qué buenos tus versitos, y tú sí serás mi amigo superstar. Horrorizado, pero con una curiosidad incontenible, recogí los papelitos que llenaron con tinta y semen; y para desenmascararlos, fui a un periódico local y los publiqué bajo el nombre de Underground. Y ahora creen que soy el autor de esos versos, y se burlan de mí como se han burlado y se burlarán de tantos idiotas.
Nada que decir (Washington Square Park, Manhattan)
—Y tú, inútil para todo, ¿eres poeta?
—Sí.
Dying to see (Washington Heights, Manhattan)
¿Será la muerte la gran liberadora? ¿Una puerta hacia un principio ordenatorio? Este lugar parece una caldera: voces se superponen unas a otras, falsos infinitos nacen en el mismo instante de su desaparición; cuando pienso decirme, me desdigo; y lo peor es que no solo mi mente, sino también aquello denominado torpemente “cuerpo”, han adquirido características fantasmales. ¡Cuánto daría por conocer al titiritero, al demiurgo! ¿O todos seremos víctimas? ¡Oh Nietzsche! ¡Oh Hölderlin! ¡Oh Rilke! Lo más gracioso es que este lugar tiene nombre (y precio): Nuyorican Poets Cafe. ¡Cómo si no fuera suficiente experimentarlo! Lo que antes fue caverna y después clínica, ahora es café. El capitalismo es un pulpo de mil rostros.
Sin amigos (Dumbo, Brooklyn)
Para mí este lugar era una funeraria. El otro día pasé por la tarde-noche y vi a un tipo gritando: ¡Un minuto de silencio por todos los poetas que vinieron a NYC a escribir con todas sus fuerzas y realizaron los trabajos más absurdos para sobrevivir, y perecieron en el intento! ¡Un minuto de silencio! Borracho huevón, me dije. Pero tres segundos después otro grupo de huevones salió a secundarlo con candelabros, lágrimas, gritos y soplidos de nariz en grandes pañoletas multicolores. ¡Había muerto la Diosa Maya! Un ataúd forrado con la bandera de México salía lentamente, mientras alguien, en la parte de atrás, recitaba el poema Santos Óleos a Ciudad Juárez. A los quince minutos se anunció que había muerto el poeta Kayrós. Y después el poetizo Morro. Y al final el poeta Verdad Absoluta. Carajo, me dije. ¡Esto es una epidemia! ¡Estos tipos sí que se toman todo muy en serio! ¿Serán todos discípulos de Yves Klein? Pero poetas hay por montones, así que uno más o uno menos en la fauna de Manhattan, pues da lo mismo, ¿verdad?
No creo en ti ni en mí (Long Island City, Queens)
¿Quién es tan ridículo como para escribir reseñas? Existan o no, estas descripciones del lugar están destinadas al fracaso. Y no me vengan con que cada experiencia es diferente. Glosar, señores. Glosar es solo recorrer el mismo cuarto circularmente, infinitamente. Y no hacen más que repetir las mismas trivialidades, las mismas rutas en el mapa, con un poco menos de sal o pimienta. ¿Sí o no, Pino Aprile? ¡Oh quién se atreve a adentrarse en la selva! Reutilizar símbolos, cambiarles de significado, moverlos de aquí para allá, encontrar nuevas funciones para ciertos elementos, aislarlos y volverlos a definir, y llamar a todo eso “mundo personal”. ¡Por favor! Cáiganse del árbol de una buena vez, y reviéntense contra el asfalto o el surco de tierra.
Rich homeless (Westchester Avenue, The Bronx)
Cada vez que salgo de este lugar me siento diferente, renovado, vacío, limpio. Eso, en mis condiciones, ya es mucho pedir.
POEMA PARA CONCURSOS LITERARIOS
Oh señores de la SRPR, Issue #26, devuélvanme, devuélvanme
Esos veinte dólares que pagué por participar en su concurso
De poesía en prosa, ¡ay!, devuélvanme, ustedes, también,
De la POETS & WRITERS ORGANIZATION, ¡ay!, ¡ay!, mis dieciocho
Dólares (ni para mención honrosa), porque no puedo,
Ya no doy, ¡ay!, devuélvanme cada segundo de esa mala tarde
Traduciendo versitos, señores de GIGANTIC MAGAZINE, N+1,
LYRE LYRE y SPORK PRESS; vamos, señores del BOSTON REVIEW
Y del 92Y no se olviden, por favorcito, de toda esperanza
(porque a cuentagotas me he venido soportando y, como dicen,
requiero de menos imágenes —y bastante dominio y claridad);
Señores de la FUNDACIÓN GUGGENHEIM, aunque sea, poco a poco
Y con algo de simpatía, regresen, sí, mis ilusiones, mi futura beca
Para libro nunca publicado —y mil veces mitificado
(así, con rima interna), denme algo, por lo menos un MFA glorioso
(para entrar al círculo de fuego), ustedes saben, los aspirantes a poetas
Somos más mortales, y este diente me mata, la caries, el agujero
Agrio, la encía inflamada, el latido constante, ya no puedo, devuélvanme
El de, el vuelvan, el me, devuélvanme el silencio, la voz, la letra, este
Poema que el dolor mudo y manco, ¡ay!, ¡ay!, se lo lleva todo
EXTRA-DRY MARTINI (IN & OUT)
Me he vuelto un ser inútil. Apenas toco mi sexo
Una sensación multicolor me atolondra, seguida por un calor
Conocido y extraño, que pugna por escapar
Triste y desesperadamente
Mientras mis nalgas se rinden. Algo sucede:
Ni la violencia injustificada, ni el territorio
Innumerables veces recorrido
Deben ser suficientes para aceptarme
Con tanta facilidad. Porque examino mi abdomen
Y después mis pies, y no hay nada: solo
Un dolor en las hernias de ambas ingles
Que recorre mis dos piernas
Y termina burbujeando en la planta de los pies.
Y ustedes no saben cuánto cuesta un doctor, si, imagínense,
Quieren dos mil dólares por sacarme las muelas del juicio.
Y mis padres, y mi hermana, y mi esperanza de juntar dinero
Para estudiar artes plásticas… Deberé callarme
Y controlar este dolor con ejercicios localizados
(como abdominales y planchas)
Y sentir la presión y el peso
En otros músculos. Y mi sexo
Deberá concentrarse en algo completamente distinto
Cuando actúa, y ejercer su verticalidad, con insistencia y rectitud,
En el momento requerido
(tal vez ayudado por una triquiñuela moderna o una vieja superstición)
Y así dilatar la respiración cortada y los ojos cerrados
Hasta el final del suspiro femenino
(seguido del temblor, el movimiento circular y un abrazo de plenitud y entrega)
Para después aceptar venirte
Solo porque ella te ruega
Que la acompañes
Ya que tú, aceptémoslo,
Eres un roble
TOP OF THE ROCK
(@Rockefeller Center)
Escribo
Escribo como nunca
Escribiré antes
(y como siempre
escribí después:
sin mano
sin papel
sin lapicero
sin tinta)
Escribo
Entre calles
(que son personas)
Y personas
(que son calles)
Infinitas
Impertérritas
Inexpugnables
Ilógicas
Sobre escaleras
Horizontales
En edificios
Zigzagueantes
Al ras del suelo
Vertical
Así
Escribo
Las palabras
Vienen
Y se van
Nadie
Las detiene
Nadie
Las fuerza
Nadie
Las convoca
Esto
No es un poema
Y es más poema
Que todo
Lo que he escrito:
Abro
Los brazos
En el aire
El Empire State
Se proyecta
Hacia el oeste
Central Park
Se reduce
A un punto
En el vacío
Y Queens
Y New Jersey
Intercambian
De lugar:
Mi Manhattan
De palabras
Para eso
Estoy aquí
Escribo
Y un nuevo
Edificio
Se levanta
Y otro viejo
Se desploma
Uno nace
Del reflejo
De cinco
Ventanales
Y otro
Agiganta
Sus puertas
Y revela
Una pared
Cuatro esculturas
Dos placas
Recordatorias
Y tres pinturas
De mediados
Del XIX
Las letras
No importan:
Una luz
Profundísima
Fluye
Al mismo ritmo
Late
En amplitud
Y contracción
Se asoma
Y se va
Carlos César Valle (Lima, 1982). Estudió Literatura Hispánica en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), Diseño Gráfico en Shillington School of Graphic Design, Full-Stack Web Development y UX Design en IronHack y General Assembly. Obtuvo el primer puesto en la Bienal de Poesía organizada por la Facultad de Letras de la PUCP en el año 2001. En el año 2011 fue seleccionado como mentee y despues como mentor de poesía por la organización NYFA (New York Fundation for the Arts). Poemas Neoyorquinos es su primera colección de poemas. Fue escrita entre julio del 2007 y mayo del 2011.