Poemas de Reynaldo Jiménez
DEL LIBRO INÉDITO: NETO
A la altura de la boca
El probador de su probadita se coloca,
ajeno a medias, el exógeno esqueleto,
paja, espantapájaros, escueto espantajo
en pleno viraje de lejanías medir
a destajo la garganta alerta de los campos
disueltos del charco, que le encanta,
y refocila. O dice que se le canta
la melodía del espíritu agridulce
que espirala las cornisas y sacude
en camisa su giro primor gritante
de feria en fiestas fieras del amague,
con gusto aguzo, acaso disuelta cabellera
hacia el hombro confiado del abismo.
Y qué si hombre de granizo estás contento
sin saber que inminente la lluvia te derrite,
tal si fuese ya bastante fuego reprendido
el Hastaluego que te excite. Si me apurases
aun diría cuánta nudez cuesta ese alto muro
de tu planto, tanto que te aplaza o presta
al apremio de esa causa que destroza su silencio.
Entre círculos balsámicos baila contiguo
al llamado al lado al otro lado, pues se precia
por preciso anciano aún oriundo al orinarse
a la altura del aúllo su eyectado capturar. Diez
mitades y mil diezmos y las cutículas roídas,
aserradas a la espera en la ribera fortuita,
en la mita soltera de umbras que se alejan
cuticuladas, con que azuzas, agujereas,
y la altura que te decapita se revuelve,
gorjeo de fantasmas, a la orilla a esas horas.
Caería uno en siesta oblicua, estepa
de tormento, la coronilla remolínica
del futuro ajusticiado por ese furor
de aglutinantes que sofocan la barrera
crónica del cínico cliiing-claang… Y a
pesar de expiar, achinado ya, este espía
que al otear igual gotee racimoso de rumores
a la somera altura de su ¡Nohombre! A ése
se le acaricia la culpa pues bien adentro
del capullo cuya pulpa venosa de torrentes
disuade distraída o hacia sí profiere, arrastre
de arrecifes, suvenir de porvenires. Sobregire
el desenredo de ejes y esquejes, y la sangrienta
plata afluya suyas escamas por más escaras
del suplicio diminuto del tintineo de tal inercia
que portes, tan en simultáneo, la muesca silencida.
De cuál confiscado alrededor trajera repentista
convite del abismo. Del vértigo vestigios se prodiguen
paraninfos actos prohibitivos de la boca: al fruto
ingrávido afilan su sabor preterido, hasta la pátina
lacrimal que a su cauce olvida aun si sea la riba
tribal o si orilla su odisea o ribera a la cual rimar,
arribabajo, debajodetrás. A esta altura de la copa,
a la vista de ninguno la uña se come
ese deseo que se le junta, juega el pecho,
con la magra compañía de las yuntas, juna
el recoveco, esquiva la esquirla industriosa
de la más ilustre noticia, porque se coloque
de nuevo de últimas la cabellera serpentina
de lo acefálo, y con esa pinta zarpa, se sale
copado, tomado casi, por la fresca: gran
desertor, veredas. Distraerse se distrae,
al descuidarse en ese púrpura rupestre
uno que supuran otros santos de cordura
al ondular saháricos, rastro adentro. Cabe
si al desenterrar a los difuntos
futuros, turro turista y a su turno
cachorro del apronte duelo, dentro del luto,
después la mueca fija. Y es muy mal que
expreso creo, excreto mucho muy feo y
peor huelo, pero en cuanto vuelo intento,
revuelo en vano levanto del polvo.
Los escararribas
Los escarbadajos rehúyen cual ataúdes su fraseo asusta la arenisca
al fresco hasta la seca medulosa secular con que el ramaje córneo
al interior desrecifra transido la lunática célula de nocturna en celo
Y si hasta aquí no dijera nada el tan antiguo vasto cansancio rompería
los ínfimos puentes del ánima consecutivamente disueltos a por fuerza
de la pereza cuyo arte del cortajeo uno desde otro ya nos desaprende
Debe de ser esta aprensión anciana que allanara al borde curváceo infante
trauma socarrero histrión con sus juguetes de viento por la dorsal de bajo
efecto de todas las todas las acupinturas Kirlian tal L’Homme Illuminé
Un estereodiscursar de auroauras roza la nervadura de los deltas
del transcurso flecha cardíaco el arrastre aún deriva a la vez junto
a la bestia sigilosa sendero adentro la fauna una a una se disuelve
Su erección multánime cornea la vista con el roce de sus resabios
todas las boquillas del menstruo convergen mirándome mirarlas mi-
rarse dentisca de ojivaginales lemniscatas que ninguno contratatúe
(Y acá en la cantina fráter se acordonan y orfeonan los escrabargajos!)
(Cráter de los castrados caterva matrera crátera mera catrera entre los rápidos!)
(Ríspida insípida variobífida ultraparalítica líquida camisa lítica usina de veras!)
Me trago el símil de sí a mil apareo mi muerto propio
Y si estotro no aprehendo no me rasgase la perplelícula
Si hasta aquí se me ultrajese quién se desenfrascaría
Escaramuzas escolares escaras escorares escorias escoriaciones
Escribas microcrocantes del socorro mutuo
Medumniusas ambimudras no escatiman los imanes deste manto
Escurren hijastros los retazos de la manta las votivas esdrújulas estrujan
Para el hilo de la herida brujular escafandran la boca morisca del motivo
Enroscan mordeduras sus escarnios de embrujo por entre rocas inquietantes
Ese penoso esfuerzo de los escorzos escuerzos escurriéndose a un tiempo
El esmeralda del sopor en los esmeros del mero muermo al sacudir de los
vendajes
Los muy momios se juntan suman al tiempo que comen sus hojas escasas del
porvenir
Árbol de los nervios mártir de los envueltos en sus larvares
Dentro de esta arveja prístina advienen los escarbarrostros
Estros astrosos escarazules escardojos escalofríos escupitajos
Escarapelar nimbado del entripar en veta los escarmenares
Del escarpe con echarpe de escarola en el museo lengualgunalaguna
Escapar por capas escaldar del escarmiento pero para puro reparo
De los mucílagos cartilaginosos de la ungulada cutícula de cuál
De las garranchas cachadas en cualquiera al garimpar aquel hurgar
De las purgas escoriales por echarse al sesgo de los gases
Se traigo el men de tu aparte ja en su opio despierto
Y se preesto no aprehiendo ni se me trasgase lesa pelí
Y si hasta aquí la vera risácea su orilla destratare
Escardabajos sueltan la duna con barbijos desprolijos
mirándose fijamente las fortunas que saltican entenadas
las tenaces croancias de su alardeo en escupitajos-luz
Ariscos moebios desmadran hasta nomás verse y uno casi
les trazaría perseguimientos golondrínidas a la espera
vaporosa del esporádico rehén de unas esporas
De las espiras digitalicias en esponsales perplexos medunares
Para acá la triple cara lactiluciola que alga queda barba en Babalandia
La bola solaria viéndose arrastrada por la innúmera pata de los toritos
Y diminuto uno en esa rinocerancia del haz
por el filtro fugaz de sus ritos de espuma
pues en moléculas dispersa la cerebrisa
El rostril
El rostril se acapara argamasa que argumenta
la cuenta regresiva al recibo acusar, olímpico,
tal conviene a la solitud del solícito multánime.
Pregunta lapidaria para el encinto con la res bien
puesta en modo multitud, en precintos del hostil
ustorio que preseas asuma el pánico no digno
del azulejo que se agrieta y dentro
saltica el aserrín cervezal del monotémporo.
Pero de hecho capa por capa la pregunta escapa.
A sus respuestas incluso. Un clásico. Capaz que sí.
Puede ser. Estar puesto para no contenerlo. Llevar
puesto el rostril sin entender cómo él solo se hace.
Sin palpar más que el pálpito crudo bajo el brazo
cruel, con la copa cobre del espectro y la cobra
sin estrépito, pobretona monologorrea del aterido.
Saca a relucir la incomprensión, entre trapos atraganta,
a las horillas orea. A costas de su costilla. Inquiere el ñato
por su causa apenas cuando el rastro del reptil se le arrostra.
El rostril burlón agitando el leproso pañuelo, ras-
gando el paño al ras del daño, en órbita, a un tris
del acto enjuto desangeladamente desencantando
con su paradoja de la fecha y su avinado “del tiempo”,
su tierradentro, su ritmorama búha pantomima
miniada que la retina en su esmeril acaparara.
Si la premisa del rostrino fuese arrancarse la caricia,
ponerse a lo mejor del lado santo de la contienda
interminable de las picas, kaligramas de la diosa perra
que babelea atravesada de surfilares silabarios espinales,
cráneos de microbiodioses ajustados al contoneo
bacán de la bacante vaga que saca la trompa falopera…
Insomníaca ilimítrofe asoma y son de sus trofeos pretexto
subalterno sus implacables sexos. Ése el rostril nunca orto
hace una danza pandorámica a la par que musita la cuestión
no menos impasible del contraluz acidulando
el oscilante agridulce preparativo del olvido…
Para qué para qué brillar para cortarse solo a oa oa
para tomar del vasagua ua el centelleo eo eh hasta que
nada da neta ta brille ie o deje je brillar a cambio nad
nadería pal palabra bre bretel en brete mem oj
Qué no detestan los espejeleos de atestiguar.
¡Al restar todavía caliente ante la raja curva
del olor del que salen evidentes animales,
al buen tuntún contraparche capilar del tam-
bién
bién
BIÉN!
Pero se resacará más vale tarde del rostreo
quien comparezca con la prestación salida
de ángulo, del suspiro entorno del hachazo,
resol del volumen, del flujo luminoso, capciosa
cápsula del reverbero, religión del legionario,
del tajo que es legión. A la orden velamen del día. ¿Qué
en ese lumen en contraste? Estar acá de inútil
enfermero de tintas contundencias colegadas, a pelo
cabalgarte. Tramito en blanco la danza lega de la espuma.
La mueca de la parca allega la mano parva de Párvati,
sale del silencio, ahueca, adentra el trazo, silencio dentro
al infinito disuelve, arribabajo, abre de pésames su pátina,
entresijos el rostril. Encarnó durahc ahúm. Saliventó
como con tu cáscara maresía de la macromática. ¡Rostril
oh rostrol rostral rastro en Arenales o Juncales del maná!
Manan los tiales y se preocupan de mamar,
a la hora de saltajamar, ear, separan tenaire,
la durav it durée acentúa la punta del glande. Eh.
Aldebarán ofrenda la contramáscara del ofertorio
cascacurado carudo jetonimia caripelando cartílago humoso
de resina milenaria lago a lago lacustrepanación la caridad
cariacontece culebrea teje Rea&Dad Los Macanudos se desatan
dejan de golpear a la puerta de la santa sed de la fuente que acamala
al entreser que chupa el jugo de la víctima en acto del juego la íntima
víctima propia en su foto que grafía propicia del estro y nah se fía
de la subseguida maroma santa matriarca de aquestas marcas
a contramano del contratiempo entre puertos de pelambre:
Eos aosma apterén Varluc brabar onmo
Eos apterén varluc Onmo aosma brabar
¡Rostril rostril qué gran debut qué randevú
qué grande sus que te vienes a buscar con ese blues con ese yes
con esa luz de puro pus pues esa hiel es piel cautiva resplandora
en contralor de pancontraste transborda en olor del resemblar
empluma al instán!
¡Instán
INSTÁN!
El rostril en sus marmoraciones remordientes
elástico presuroso alígero sileno en flor: ¡Quijo
de fruta!
Débris y despedida
a
Fue un GRACIAS tan bajito, tan señero, tan
apolíneopolicial, lelo de pedigré, polipolar
condescendencia de un degradé sinuoso…
Lo dejaste carcomiendo en cuáles causas de sus efectos…
Fiero herir con demoras en algún suburbio del pálpito,
con la descreencia trozada entre los jaspes de la esfera…
Le dejaste, china, la trenza… Y ya no sé si él confiara
en las confiterías dinámicas del cielo… Acaso nubes
apoyasen su calesitograma de microcitas ya caladas…
O acaso fueran estadios repletos del arbitrio, estadías
límbicas en las rocas bajo la copa del Gran Vehículo
influctiva… Con gracia simulcópica, a tal distancia
traería sin embargo sus prerrepresentes a esta fosa…
Cero a cero se diseminan lo más ambiguo parientes
que la hora enrarece, por los rasgos sin par ahora
que Los Mutuos se atraviesan cruzados porque sí…
Y porque nunca… Sería un saludo tan cordial, si
recíproco no noqueara… A filo semejanza del sigilo
tenso carcomer de la fuente sustraída del Susto…
Revuelta espera entre los cráteres del cieno, hecho
una hiena, después-de-ustedes, siempre en la luna…
Sirena inhóspita de la barraproa en Barroland…
Que lo desvirgases de puro nuevo, nomás pedía…
Ser virgen atémpore mientras indómita dormite
a manera de mitos con injerencias de intérprete
la promesante sucesión de caravanas… El sucedáneo
del suceso y la cortina de pánicos según la sensitiva
tiranía de las metas lelas, nena, paralelas netas… Y se te ve
tan mera y segura, transpura primera tal ceniza en alianza
carbonífera… Trepanadorable entre las lianas del relojeo…
Fértil de insumisiones acaso foscas… Por rehuirte u otro moto…
Te hubo huérfana querido o te querría ausente… Quizá si hubiese
tu somero hurto de transeúnte distracción en aras de un acarreo
de implosiones, en firme, atendidas por su dueño, amo fiel de suyo
al roce aborigen de la piel, de antemano intocada…
Adiós a la espirala humectaria allá en las landas de Lodoletramen,
sibilinas, ciertamente… Con el silencio siempre fugitivo, se fue calle
atrás de aquel momento… Por incremento drónico de algún aquél…
Desconchados anaqueles, esquejes del viento si rechifla, lapidario…
Las dunas en la palma se disuelven… Por las puras a cada estocada…
Socorriendo del dictamen de las lideresas, la puesta en peso de velos
y verduguerías de afrodisias y mendrugos… Y el calambre en el diamante…
A cada rapto del momento los corales del corazón, sinrazones de linfar…
Desde ese moaré incaptado la meseta del descontento rebalsa… Sigilo suelto
en que bosteza ebria sin pupila en el reojo cada pizca…
b
Entero pinche y cicatrices de indeleble, despierto en pleno
centro noctífugo del alumbre, todo un alumno del oblivio,
de hecho hecho, obvio… Condominio de los miniados, alumínico…
A la mirahorada olímpica de la secretante… Su distancia minada
se tienda en el jardín de los espejos, y, aun más lejos, tienda ella
misma en el desierto… Aunque justo al desreflejo se traviertan
solos y bifurquen los contenidos… Alineado al alien del aliento…
Perseguidos idos de augurio… Acentro acendrador, la vio venir…
Supuesta la pista (garabato de autitos chocadores) de mirares tan
fugaces electrizada… O bien furtivas huidizas, agudas trituradas…
Ya en sus nidos cerebraurales… Ondinar al trasluz y nunca en otra…
Pero por el aro del ara el aroma rhalo de nunca… Olor aliado a destiempo…
Se abren los concéntricos anillos del influjo de su piedra al toque…
Sobre la rostra linfática fijez incide, e infiero… Volumen adentro
modulan desdeseo y sed las inestancias de ida del nonato eterno, sin retorno…
Ciertos revuelos a la par del rapto, hiperhipo de páginas bóreas…
Invagínase asimismo la intromirada del desencarado distraído
en su doler… Perdido en riscos abisales de veras de rabia a solas y locas…
El tipo tacta a tope ante su copagira, la cual a las claras
en las burbujas hace bailar una infinésima risa que ni suya,
que ni deja de enresubirle la gargántula… Que al galope se le agolpa…
Secreta odiosa cuya faz fascinera le hace también,
en cuanto mal de apuro, en un recodo recordar…
La estación alumbra en vez de voz un timbre ciego…
Con ese GRACIAS del saludo que le diera por romper…
En el acto el papel… Y la espiral… Digesta de peligros
aún intactos…
c
Sería gesta indigente la indiferencia del silencio…
A prueba de lesa cabeza, caverna a punto de atisbar,
voluminaria, voluta de ella, la mueca… La nébula…
La muñeca rota en el plató… Llenó de ojos cuyas
pupilas virasen a microcorazones que alguno que otro
mirar mentecatado siguió, al comer de la memoria…
Habría de roerse la sombra de diosa que lo pariera…
Amante anterior, desnudamente… Ante el diamante…
Se preste al milagro de confusiones lo más prístinas…
Se acentúa en inminencias el peligrama, tan de renombre
cuan nunca del todo oído terminal… Haz de faces… Lo cual
no presta pereza ni a la certeza lanza… Más bien lesiona su persistir…
Atenuante estalactítico del discurso de las coordenadas
en los antros antiguos del cerebro, autófago bicho, pertrecho…
Concentra la orla pectorámica en oriflamas de hornalla…
Corona en flamas… Desfloralo… El éxtatico no consume
los énfasis… La rayadura no le insume más floraciones
que la suerte parca, culmen del achispado protozoide…
En la cresta el perirraye de la mismísima infraola… Vuelve…
Y paseante, a fuerza de peligros de deslumbre, hasta donde
la vista lleve, en el apuro… Ante con ella, co-ella, ella mana
perseguida detrás suyo la jauría de bruces de voces…
Su traslúcido GRACIAS en un roce entre luces cataléptico…
Secuestra y acude por hilván de negaciones sacudir
a un lado u otro la colmenada cabeza… Aduce, anida
implacable triste la reina lacrimal del entripado…
Vestido lleva de algas resinosas, cuasi letras
en fuga del incendio… De llagas el feroz vestido…
¡Flamigerio! esgrime-a-mano ¡El veraz veloz!
¡Flagelo la flámula envenenando a su sombra!
Atroz suya beldad, de técnica mixta, negocia: GRACIAS…
Verdura la verdad y era y ya fue, fuera, dura primera…
Duermevela que madura rota desde el primo huevo…
Acaso ya socia notara por puro pálpito la anguila a plomo,
atornillando de suyo su rayo debajo del bleiser…
Sucia lumbre de umbrales frígidos… Porque de pronto,
si nada, como, en plena niebla del origen, la guardia
rotó guaridas… Y salió esta chica de su casa
sin el chambón todavía muchacho… Se hizo a la mar,
la hembra del zángano… Y por delante del cortejo,
ni un monogramo solo de menos y al mango el man:
“¡Colectora! ¿Ya te vas?”