#ElPerúQueQueremos

FOTOGRAFÍA: VALENTINA REBASA

Poemas de Reynaldo Jiménez

Publicado: 2020-05-06



                                        DEL LIBRO INÉDITO: NETO




A la altura de la boca


El probador de su probadita se coloca,

ajeno a medias, el exógeno esqueleto,

paja, espantapájaros, escueto espantajo

en pleno viraje de lejanías medir

a destajo la garganta alerta de los campos

disueltos del charco, que le encanta,


y refocila. O dice que se le canta

la melodía del espíritu agridulce

que espirala las cornisas y sacude

en camisa su giro primor gritante

de feria en fiestas fieras del amague,

con gusto aguzo, acaso disuelta cabellera


hacia el hombro confiado del abismo.

Y qué si hombre de granizo estás contento

sin saber que inminente la lluvia te derrite,

tal si fuese ya bastante fuego reprendido

el Hastaluego que te excite. Si me apurases

aun diría cuánta nudez cuesta ese alto muro


de tu planto, tanto que te aplaza o presta

al apremio de esa causa que destroza su silencio.

Entre círculos balsámicos baila contiguo

al llamado al lado al otro lado, pues se precia

por preciso anciano aún oriundo al orinarse

a la altura del aúllo su eyectado capturar. Diez


mitades y mil diezmos y las cutículas roídas,

aserradas a la espera en la ribera fortuita,

en la mita soltera de umbras que se alejan

cuticuladas, con que azuzas, agujereas,

y la altura que te decapita se revuelve,

gorjeo de fantasmas, a la orilla a esas horas.


Caería uno en siesta oblicua, estepa

de tormento, la coronilla remolínica

del futuro ajusticiado por ese furor

de aglutinantes que sofocan la barrera

crónica del cínico cliiing-claang… Y a

pesar de expiar, achinado ya, este espía


que al otear igual gotee racimoso de rumores

a la somera altura de su ¡Nohombre! A ése

se le acaricia la culpa pues bien adentro

del capullo cuya pulpa venosa de torrentes

disuade distraída o hacia sí profiere, arrastre

de arrecifes, suvenir de porvenires. Sobregire


el desenredo de ejes y esquejes, y la sangrienta

plata afluya suyas escamas por más escaras

del suplicio diminuto del tintineo de tal inercia

que portes, tan en simultáneo, la muesca silencida.

De cuál confiscado alrededor trajera repentista

convite del abismo. Del vértigo vestigios se prodiguen


paraninfos actos prohibitivos de la boca: al fruto

ingrávido afilan su sabor preterido, hasta la pátina

lacrimal que a su cauce olvida aun si sea la riba

tribal o si orilla su odisea o ribera a la cual rimar,

arribabajo, debajodetrás. A esta altura de la copa,

a la vista de ninguno la uña se come


ese deseo que se le junta, juega el pecho,

con la magra compañía de las yuntas, juna

el recoveco, esquiva la esquirla industriosa

de la más ilustre noticia, porque se coloque

de nuevo de últimas la cabellera serpentina

de lo acefálo, y con esa pinta zarpa, se sale


copado, tomado casi, por la fresca: gran

desertor, veredas. Distraerse se distrae,

al descuidarse en ese púrpura rupestre

uno que supuran otros santos de cordura

al ondular saháricos, rastro adentro. Cabe

si al desenterrar a los difuntos


futuros, turro turista y a su turno

cachorro del apronte duelo, dentro del luto,

después la mueca fija. Y es muy mal que

expreso creo, excreto mucho muy feo y

peor huelo, pero en cuanto vuelo intento,

revuelo en vano levanto del polvo.






Los escararribas


Los escarbadajos rehúyen cual ataúdes su fraseo asusta la arenisca

al fresco hasta la seca medulosa secular con que el ramaje córneo

al interior desrecifra transido la lunática célula de nocturna en celo


Y si hasta aquí no dijera nada el tan antiguo vasto cansancio rompería

los ínfimos puentes del ánima consecutivamente disueltos a por fuerza

de la pereza cuyo arte del cortajeo uno desde otro ya nos desaprende


Debe de ser esta aprensión anciana que allanara al borde curváceo infante

trauma socarrero histrión con sus juguetes de viento por la dorsal de bajo

efecto de todas las todas las acupinturas Kirlian tal L’Homme Illuminé


Un estereodiscursar de auroauras roza la nervadura de los deltas

del transcurso flecha cardíaco el arrastre aún deriva a la vez junto

a la bestia sigilosa sendero adentro la fauna una a una se disuelve


Su erección multánime cornea la vista con el roce de sus resabios

todas las boquillas del menstruo convergen mirándome mirarlas mi-

rarse dentisca de ojivaginales lemniscatas que ninguno contratatúe


(Y acá en la cantina fráter se acordonan y orfeonan los escrabargajos!)

(Cráter de los castrados caterva matrera crátera mera catrera entre los rápidos!)

(Ríspida insípida variobífida ultraparalítica líquida camisa lítica usina de veras!)


              Me trago el símil de sí a mil apareo mi muerto propio

              Y si estotro no aprehendo no me rasgase la perplelícula

              Si hasta aquí se me ultrajese quién se desenfrascaría


Escaramuzas escolares escaras escorares escorias escoriaciones

Escribas microcrocantes del socorro mutuo

Medumniusas ambimudras no escatiman los imanes deste manto


Escurren hijastros los retazos de la manta las votivas esdrújulas estrujan

Para el hilo de la herida brujular escafandran la boca morisca del motivo

Enroscan mordeduras sus escarnios de embrujo por entre rocas inquietantes


Ese penoso esfuerzo de los escorzos escuerzos escurriéndose a un tiempo

El esmeralda del sopor en los esmeros del mero muermo al sacudir de los 

vendajes

Los muy momios se juntan suman al tiempo que comen sus hojas escasas del

porvenir


Árbol de los nervios mártir de los envueltos en sus larvares

Dentro de esta arveja prístina advienen los escarbarrostros

Estros astrosos escarazules escardojos escalofríos escupitajos


Escarapelar nimbado del entripar en veta los escarmenares

Del escarpe con echarpe de escarola en el museo lengualgunalaguna

Escapar por capas escaldar del escarmiento pero para puro reparo


De los mucílagos cartilaginosos de la ungulada cutícula de cuál

De las garranchas cachadas en cualquiera al garimpar aquel hurgar

De las purgas escoriales por echarse al sesgo de los gases


            Se traigo el men de tu aparte ja en su opio despierto

            Y se preesto no aprehiendo ni se me trasgase lesa pelí

            Y si hasta aquí la vera risácea su orilla destratare


Escardabajos sueltan la duna con barbijos desprolijos

mirándose fijamente las fortunas que saltican entenadas

las tenaces croancias de su alardeo en escupitajos-luz


Ariscos moebios desmadran hasta nomás verse y uno casi

les trazaría perseguimientos golondrínidas a la espera

vaporosa del esporádico rehén de unas esporas


De las espiras digitalicias en esponsales perplexos medunares

Para acá la triple cara lactiluciola que alga queda barba en Babalandia

La bola solaria viéndose arrastrada por la innúmera pata de los toritos


Y diminuto uno en esa rinocerancia del haz

por el filtro fugaz de sus ritos de espuma

pues en moléculas dispersa la cerebrisa







El rostril


El rostril se acapara argamasa que argumenta

la cuenta regresiva al recibo acusar, olímpico,

tal conviene a la solitud del solícito multánime.


Pregunta lapidaria para el encinto con la res bien

puesta en modo multitud, en precintos del hostil

ustorio que preseas asuma el pánico no digno


del azulejo que se agrieta y dentro

saltica el aserrín cervezal del monotémporo.

Pero de hecho capa por capa la pregunta escapa.


A sus respuestas incluso. Un clásico. Capaz que sí.

Puede ser. Estar puesto para no contenerlo. Llevar

puesto el rostril sin entender cómo él solo se hace.


Sin palpar más que el pálpito crudo bajo el brazo

cruel, con la copa cobre del espectro y la cobra

sin estrépito, pobretona monologorrea del aterido.


Saca a relucir la incomprensión, entre trapos atraganta,

a las horillas orea. A costas de su costilla. Inquiere el ñato

por su causa apenas cuando el rastro del reptil se le arrostra.


El rostril burlón agitando el leproso pañuelo, ras-

gando el paño al ras del daño, en órbita, a un tris

del acto enjuto desangeladamente desencantando


con su paradoja de la fecha y su avinado “del tiempo”,

su tierradentro, su ritmorama búha pantomima

miniada que la retina en su esmeril acaparara.


Si la premisa del rostrino fuese arrancarse la caricia,

ponerse a lo mejor del lado santo de la contienda

interminable de las picas, kaligramas de la diosa perra


que babelea atravesada de surfilares silabarios espinales,

cráneos de microbiodioses ajustados al contoneo

bacán de la bacante vaga que saca la trompa falopera…


Insomníaca ilimítrofe asoma y son de sus trofeos pretexto

subalterno sus implacables sexos. Ése el rostril nunca orto

hace una danza pandorámica a la par que musita la cuestión


no menos impasible del contraluz acidulando

el oscilante agridulce preparativo del olvido…

Para qué para qué brillar para cortarse solo a oa oa


para tomar del vasagua ua el centelleo eo eh hasta que

nada da neta ta brille ie o deje je brillar a cambio nad

nadería pal palabra bre bretel en brete mem oj


Qué no detestan los espejeleos de atestiguar.

¡Al restar todavía caliente ante la raja curva

del olor del que salen evidentes animales,


al buen tuntún contraparche capilar del tam-

bién

bién

BIÉN!


Pero se resacará más vale tarde del rostreo

quien comparezca con la prestación salida

de ángulo, del suspiro entorno del hachazo,


resol del volumen, del flujo luminoso, capciosa

cápsula del reverbero, religión del legionario,

del tajo que es legión. A la orden velamen del día. ¿Qué


en ese lumen en contraste? Estar acá de inútil

enfermero de tintas contundencias colegadas, a pelo

cabalgarte. Tramito en blanco la danza lega de la espuma.


La mueca de la parca allega la mano parva de Párvati,

sale del silencio, ahueca, adentra el trazo, silencio dentro

al infinito disuelve, arribabajo, abre de pésames su pátina,


entresijos el rostril. Encarnó durahc ahúm. Saliventó

como con tu cáscara maresía de la macromática. ¡Rostril

oh rostrol rostral rastro en Arenales o Juncales del maná!


Manan los tiales y se preocupan de mamar,

a la hora de saltajamar, ear, separan tenaire,

la durav it durée acentúa la punta del glande. Eh.


Aldebarán ofrenda la contramáscara del ofertorio

cascacurado carudo jetonimia caripelando cartílago humoso

de resina milenaria lago a lago lacustrepanación la caridad


cariacontece culebrea teje Rea&Dad Los Macanudos se desatan

dejan de golpear a la puerta de la santa sed de la fuente que acamala

al entreser que chupa el jugo de la víctima en acto del juego la íntima


víctima propia en su foto que grafía propicia del estro y nah se fía

de la subseguida maroma santa matriarca de aquestas marcas

a contramano del contratiempo entre puertos de pelambre:


Eos aosma apterén Varluc brabar onmo

Eos apterén varluc Onmo aosma brabar

¡Rostril rostril qué gran debut qué randevú


qué grande sus que te vienes a buscar con ese blues con ese yes

con esa luz de puro pus pues esa hiel es piel cautiva resplandora

en contralor de pancontraste transborda en olor del resemblar


empluma al instán!

¡Instán

INSTÁN!


El rostril en sus marmoraciones remordientes

elástico presuroso alígero sileno en flor: ¡Quijo

de fruta!









Débris y despedida


a

Fue un GRACIAS tan bajito, tan señero, tan

apolíneopolicial, lelo de pedigré, polipolar

condescendencia de un degradé sinuoso…


Lo dejaste carcomiendo en cuáles causas de sus efectos…

Fiero herir con demoras en algún suburbio del pálpito,

con la descreencia trozada entre los jaspes de la esfera…


Le dejaste, china, la trenza… Y ya no sé si él confiara

en las confiterías dinámicas del cielo… Acaso nubes

apoyasen su calesitograma de microcitas ya caladas…


O acaso fueran estadios repletos del arbitrio, estadías

límbicas en las rocas bajo la copa del Gran Vehículo

influctiva… Con gracia simulcópica, a tal distancia


traería sin embargo sus prerrepresentes a esta fosa…

Cero a cero se diseminan lo más ambiguo parientes

que la hora enrarece, por los rasgos sin par ahora


que Los Mutuos se atraviesan cruzados porque sí…

Y porque nunca… Sería un saludo tan cordial, si

recíproco no noqueara… A filo semejanza del sigilo


tenso carcomer de la fuente sustraída del Susto…

Revuelta espera entre los cráteres del cieno, hecho

una hiena, después-de-ustedes, siempre en la luna…


Sirena inhóspita de la barraproa en Barroland…

Que lo desvirgases de puro nuevo, nomás pedía…

Ser virgen atémpore mientras indómita dormite


a manera de mitos con injerencias de intérprete

la promesante sucesión de caravanas… El sucedáneo

del suceso y la cortina de pánicos según la sensitiva


tiranía de las metas lelas, nena, paralelas netas… Y se te ve

tan mera y segura, transpura primera tal ceniza en alianza

carbonífera… Trepanadorable entre las lianas del relojeo…


Fértil de insumisiones acaso foscas… Por rehuirte u otro moto…

Te hubo huérfana querido o te querría ausente… Quizá si hubiese

tu somero hurto de transeúnte distracción en aras de un acarreo


de implosiones, en firme, atendidas por su dueño, amo fiel de suyo

al roce aborigen de la piel, de antemano intocada…

Adiós a la espirala humectaria allá en las landas de Lodoletramen,


sibilinas, ciertamente… Con el silencio siempre fugitivo, se fue calle

atrás de aquel momento… Por incremento drónico de algún aquél…

Desconchados anaqueles, esquejes del viento si rechifla, lapidario…


Las dunas en la palma se disuelven… Por las puras a cada estocada…

Socorriendo del dictamen de las lideresas, la puesta en peso de velos

y verduguerías de afrodisias y mendrugos… Y el calambre en el diamante…


A cada rapto del momento los corales del corazón, sinrazones de linfar…

Desde ese moaré incaptado la meseta del descontento rebalsa… Sigilo suelto

en que bosteza ebria sin pupila en el reojo cada pizca…



b

Entero pinche y cicatrices de indeleble, despierto en pleno

centro noctífugo del alumbre, todo un alumno del oblivio,

de hecho hecho, obvio… Condominio de los miniados, alumínico…


A la mirahorada olímpica de la secretante… Su distancia minada

se tienda en el jardín de los espejos, y, aun más lejos, tienda ella

misma en el desierto… Aunque justo al desreflejo se traviertan


solos y bifurquen los contenidos… Alineado al alien del aliento…

Perseguidos idos de augurio… Acentro acendrador, la vio venir…

Supuesta la pista (garabato de autitos chocadores) de mirares tan


fugaces electrizada… O bien furtivas huidizas, agudas trituradas…

Ya en sus nidos cerebraurales… Ondinar al trasluz y nunca en otra…

Pero por el aro del ara el aroma rhalo de nunca… Olor aliado a destiempo…


Se abren los concéntricos anillos del influjo de su piedra al toque…

Sobre la rostra linfática fijez incide, e infiero… Volumen adentro

modulan desdeseo y sed las inestancias de ida del nonato eterno, sin retorno…


Ciertos revuelos a la par del rapto, hiperhipo de páginas bóreas…

Invagínase asimismo la intromirada del desencarado distraído

en su doler… Perdido en riscos abisales de veras de rabia a solas y locas…


El tipo tacta a tope ante su copagira, la cual a las claras

en las burbujas hace bailar una infinésima risa que ni suya,

que ni deja de enresubirle la gargántula… Que al galope se le agolpa…


Secreta odiosa cuya faz fascinera le hace también,

en cuanto mal de apuro, en un recodo recordar…

La estación alumbra en vez de voz un timbre ciego…


Con ese GRACIAS del saludo que le diera por romper…

En el acto el papel… Y la espiral… Digesta de peligros

aún intactos…





Sería gesta indigente la indiferencia del silencio…

A prueba de lesa cabeza, caverna a punto de atisbar,

voluminaria, voluta de ella, la mueca… La nébula…


La muñeca rota en el plató… Llenó de ojos cuyas

pupilas virasen a microcorazones que alguno que otro

mirar mentecatado siguió, al comer de la memoria…


Habría de roerse la sombra de diosa que lo pariera…

Amante anterior, desnudamente… Ante el diamante…

Se preste al milagro de confusiones lo más prístinas…


Se acentúa en inminencias el peligrama, tan de renombre

cuan nunca del todo oído terminal… Haz de faces… Lo cual

no presta pereza ni a la certeza lanza… Más bien lesiona su persistir…


Atenuante estalactítico del discurso de las coordenadas

en los antros antiguos del cerebro, autófago bicho, pertrecho…

Concentra la orla pectorámica en oriflamas de hornalla…


Corona en flamas… Desfloralo… El éxtatico no consume

los énfasis… La rayadura no le insume más floraciones

que la suerte parca, culmen del achispado protozoide…


En la cresta el perirraye de la mismísima infraola… Vuelve…

Y paseante, a fuerza de peligros de deslumbre, hasta donde

la vista lleve, en el apuro… Ante con ella, co-ella, ella mana


perseguida detrás suyo la jauría de bruces de voces…

Su traslúcido GRACIAS en un roce entre luces cataléptico…

Secuestra y acude por hilván de negaciones sacudir


a un lado u otro la colmenada cabeza… Aduce, anida

implacable triste la reina lacrimal del entripado…

Vestido lleva de algas resinosas, cuasi letras


en fuga del incendio… De llagas el feroz vestido…

¡Flamigerio! esgrime-a-mano ¡El veraz veloz!

¡Flagelo la flámula envenenando a su sombra!


Atroz suya beldad, de técnica mixta, negocia: GRACIAS…

Verdura la verdad y era y ya fue, fuera, dura primera…

Duermevela que madura rota desde el primo huevo…


Acaso ya socia notara por puro pálpito la anguila a plomo,

atornillando de suyo su rayo debajo del bleiser…

Sucia lumbre de umbrales frígidos… Porque de pronto,


si nada, como, en plena niebla del origen, la guardia

rotó guaridas… Y salió esta chica de su casa

sin el chambón todavía muchacho… Se hizo a la mar,  


la hembra del zángano… Y por delante del cortejo,

ni un monogramo solo de menos y al mango el man:

“¡Colectora! ¿Ya te vas?”










Reynaldo Jiménez (Lima, 1959, reside en Buenos Aires desde 1963) publicó alrededor de cuarenta libros incluyendo poesía, ensayo y traducción (César Moro, Haroldo de Campos, Paulo Leminski, Sousândrade, Josely Vianna Baptista, Arnaldo Antunes) así como antologías (poesía peruana, brasileña, etc.) y compilaciones (Néstor Perlongher, Gastón Fernández Carrera). El volumen I de su poesía reunida, Ganga, apareció en 2019 en Madrid con el sello de Libros de la resistencia, mismo que publicará, antes de fin de año, el volumen II, así como su traducción, después de Catatau, de la novela-fuga Ahora sí que se ponen buenas, de Paulo Leminski. Prepara, con Iván García, el libro Meandros, recorrido por la obra ensayística de Enrique Flores. Con Gabriela Giusti, fue editor del sello y revista-libro tsé-tsé entre 1995 y 2008. Participó en numerosos eventos performáticos y literarios y ha dictado talleres y conferencias en España, Alemania, Estados Unidos, México, Costa Rica y varios países de Sudamérica. Sus grabaciones en colaboración con distintos músicos pueden encontrarse en la red; también tiene un canal de youtube adonde cuelga registros de lecturas, performances y entrevistas a otros poetas (https://www.youtube.com/channel/UCmaL_h4id-H1f4Ya0egw3Hg) y administra dos blogs: mmmm (http://quepodriaponeraquí.blogspot.com) y psicodeslizado (http://psicodeslizado.blogspot.com). Acaba de publicar dos discos virtuales: Tusongs (https://reynaldojimnez.bandcamp.com/releases) y Ripio, junto al músico Emanuel Frey Chinelli (https://ripiosounds.bandcamp.com/releases?fbclid=IwAR2iXqEYFK6VmIvOdY68kUa7mgqbbmJRuU9Q50xsT_BNr3_oQuxd53kE35Q).

Escrito por

Willy Gómez Migliaro

Willy Gómez Migliaro (Lima, 1968) Poeta, profesor de literatura y escritura creativa, asesor literario y corrector de estilo.


Publicado en

Poesía

Poesía en lengua española