Poemas de Ericka Ghersi
Del grupo El arte de la limpieza.
LIMA
Y traigo desde entonces este dolor primordial en las células.
Vicente Huidobro
¿Cuántos senderos necesito recorrer para encontrarme?
Soy yo que estoy hablando en este año de 1919,
de lo que pasó en el estadio nacional Julio Martínez hace veintisiete años y
en la universidad nacional mayor de San Marcos hace ocho.
No hay bien no hay mal ni verdad ni orden ni belleza y, hoy
otros son los muertos enterrados.
¡Por qué te amo ciudad desierta!
Ciudad de fuegos, gases y tiroteos confusos.
Mas débil marcho con mis ansias
Que un ejército en medio de emboscadas.
Las nubes aceleran su rumbo hacia los andes
y yo también marcho con ellas.
De vuelta y, en medio de nuestro cielo gris
vuelvo a encontrar mis horas antiguas.
En vano me aferro a los barrotes de la evasión posible.
Necesito palabras limpias para ennoblecer mi paisaje. Por ejemplo,
Una flor cierra el camino.
MIL NOVECIENTOS NOVENTA Y UNO: UNIVERSIDAD SAN MARCOS
Y el campo volteaba la cara a la ciudad.
Carlos Oquendo de Amat
Este paisaje no se acomoda a lo que yo quiero.
No hablar no tocar
no mirar hacia arriba.
Del umbral penden
¡VIVAS!
Cargados de explosivos rojos y amarillos.
Este silencio que ves andar
es en realidad
miedo,
miedo de no salir vivo del campus.
Miedo de no llegar a casa,
miedo a que algún desconocido me detenga,
me diga los nombres de mis hermanos
y los horarios de trabajo de mis padres.
Los árboles pronto romperán sus amarras
y serán ramos de flores todos los policías, me digo
mientras cierro la puerta de la habitación,
pero tampoco quiero ésto dentro de mi gran cuadro.
Y los algarrobos lloran sangre en cada estallido del desierto de Lima.
INRESA y BATA, la comisaría y la iglesia Carmen de la Legua
y la lista se extiende hacia el mar,
Argentina,
avenida donde se encontraban los escombros de las noches rojas.
Cada vez se hizo más difícil llegar a Reynoso,
el reino de los osos de la Oroya, Ayacucho y Cerro de Pasco.
En la U(niversidad)
la libreta electoral necesita una foto
reciente.
El fotógrafo encañona a los estudiantes que se niegan al orden,
los sienta,
y allí están como en las caricaturas de Wile E. Coyote y Road Runner:
Explosivos marca Acme.
Los árboles pronto rompieron sus amarras
y eran ramos de flores todos los policías,
encañonados frente a los jardines de Letras.
Otro paisaje que hace a los estudiantes tiritar,
contar sus pasos hacia el aula
y si se portan bien
llegarán a casa para la cena familiar.
Dentro y fuera:
Cualquier situación llama a la cordura.
Si no estás con nosotros, estás con ellos,
y si no estás con ambos,
estarás pues
en todas partes ¡Coyote!
Aquí no funcionan los efectos de las caricaturas.
CAFÉ EN EL MOMA
Un gato ha seguido tus pasos
y se e s t i r a
en la sala de descanso.
Alguien busca el pulso de esta taza en blanco.
La servilleta cae como
Un campo de girasoles en marcha.
Al este
autoservicio para una dama agotada
por la maleza
en estos bosques en óleo.
—Así no dan ganas de pagar la cuenta.
El café nuevamente
te hace girar sobre la oferta.
—Treinta dólares más y regresas caminando a casa.
El viento corre hacia el sur cuando las guerras enferman.
Si las cosas siguen así,
ya no habrá ni flamencos
ni Floridas.
INTERSTATE-75
Lago Erie (Ohio)
Aquí
los meses
se cubren o desnudan
por la nieve o el frío
por el sol y la humedad,
y la tierra pasa de blanco a café,
de café a verde,
de verde a dorado.
Allá, en el sur,
el tiempo no acaricia el paisaje,
la Naturaleza
engaña a las personas,
y lo que promete algún cambio
sobre el cielo gris es
la lluvia.
Lo que no se tiene,
se quiere,
por ejemplo:
tu cuerpo
que es voz.
A la distancia
no me parezco a ti,
he recorrido el pantano
y tu presencia era
lugares que olían a sequía.
Cierra la puerta de la calle
y deja las llaves
dentro.
Hacia el sur
La ruta que parte el este del oeste
te abre los brazos.
Hoy aprendí una nueva palabra
mientras conducía hacia el estado del sol.
Los idiomas están claros
aunque no se entienda la cultura,
pero que más da, sólo vas a enseñar
y luego, a casa con tus comodidades:
la piscina,
la toalla sobre el balcón,
la ropa para nadar,
la gorra y las gafas están
en la primera gaveta de la cómoda izquierda.
Mientras manejas, la nieve intenta
limpiar tu vientre, pero se enloda,
se encharca, y se evapora con el sol.
Recuerdas que antes de partir el doctor dijo:
Los pantanos
secarán tus costras
mientras nadas
en tu piscina azul.
Tu historia clínica
ya ha sido enviada .
Interstate-75
Camino al sur.
Después de cruzar tierras movedizas,
tus rodillas se tienden y miran
de vuelta
una carga imposible de llevar.
En el primer retorno
la fuerza de tus manos
recorrió algunos nortes,
la guerra dejó enemigos y aliados
vivos.
Abre el camino
hermano lobo
para que tus hijos transiten.
Échales una mano
que las armas químicas
no los dejan dormir.
Hipertiroidismo
El hábito de hacer
se confunde con el diagnóstico
médico.
La ansiedad de no saber los resultados
me hace patinar cinco millas cada martes y jueves
y nadar diez vueltas cada lunes y miércoles.
A hacer algo nuevo cada día
para no pensar en lo que tengo.
Cuántas consultas más me faltan
para entender lo que seré
a partir de ahora.
Fui,
soy.
Ohio,
Florida.
Boundaries
Parte del trato
de moverse
de un lugar a otro,
o de saber
que mi útero es un pantano
con olor a cementerio,
un saludo infantil desde la memoria
donde el deseo será deseo
por siempre,
nuestro silencio
de los temores,
de las dudas,
del si
me hubiera querido
si yo
hubiera sido
hembra-
animal reproductor
Rutina
Espiral que va de abajo
hacia arriba
hacia abajo
la línea de lo inevitable,
los pantalones que nunca pude usar.
Desde un lado del horizonte
viene la culpa
y deja
dolor en el bolsillo izquierdo
del corazón.
Manija hacia abajo
abre reja, cierra reja.
Llave
de derecha a izquierda.
Adentro
quedará tu memoria.
De escuelas y caminos
Huellas atraviesan el pantano
de una panza hinchada
sobre papel en blanco.
Lobo
y no lagarto
que juega a ser dios
mientras aúlla
en Arizona.
Cuidado hermano lobo,
el corre-caminos
está cerca.
Advertencia
Sin intuir ni razonar sobre
los posibles golpes de palabras,
la reja chirría
si cierras dejando
las llaves dentro.
La presencia del yo
-es decir, tú
cuando llegaste-
es más dolorosa
en estos corredores de roble.
Hermano lobo,
evita esa idea malsana
de imponerte desde tu Arizona,
entiende que las tierras de
corre-caminos y cocodrilos
pueden cargar sin ti
el calor de los cuerpos
que dejaste en el pantano.
Desde la ciudad de los flamencos
Atrás,
las naranjas
y las chicas que
con todo pueden.
El asfalto hacia el sur
abre otras puertas,
mejor
cuando se mira el camino
desde el aire.
Temía ser como tú
padre de las
teoría y política académicas.
En tus labios,
ironía
sobre la que pudo ser
si se hubiera quedado
donde estaba,
pero padre mío,
soy producto
de tu insano esfuerzo
de infundir miedos y angustias
en aquello
que alguna vez fuiste.
Como tú,
vengo del sur y
por las mismas razones
limpia la ruta que dejé
para que celebres mi regreso
que es también el tuyo
porque hace mucho tiempo atrás
quisiste lo que quiero
yo ahora.
Del grupo Galería de arte
VII L'arbre de paradis, (1928-30) de Séraphine Louis
Detrás del árbol arde la urbe,
pero te quedas aquí abajo
quieta
en este paisaje en blanco
pensando
si son cabezas o aves las que vuelan de este a oeste
o quizá hormigas
alteradas por las llamas de la ciudad.
Algunas ramas arden,
atraviesan el cuadro y rozan
la delicadeza de mi cuerpo.
Nerviosa corres e imprimes tu presencia
sobre un paisaje de nieve.
¡Muchacha, deja de rascar el suelo!
Que la limpieza de lo ajeno
no refleje la interior.
Recoje esas ramas y júntalas
sin dejar rastro.
Pasos cortos y alterados recorren el huerto.
Cuerpo de fruta,
de hierbas mojadas
de lodo
de nieve.
¡Deja de escribir!
Abre las ventanas y grita
¡Toma América mis hojas!
Ojos y corazones partidos que cubren
edificios vomitados en setiembre.
Sagrado es tu corazón
de pastora transitada por la ciudad.
Quédate conmigo sobre la nieve y
ordena estos cuerpos que lloran la guerra
y sus pérdidas.
VIII Brown, orange, blue on maroon (1963) de Mark Rothko
Soy un Rothko
que tiñe un paisaje de colores precolombinos
y continúa el ritual arcaico de sacrificios.
Este atardecer sobre un campo
de papas moradas
precisa de una historia antigua y venerable.
Pero la puesta que veo aquí
me transporta a un tiempo oscuro
a un pasado de quimeras.
a una edad que no me gustó vivir.
No más sangre sobre el ocaso. Sobre esas noches
donde el caos comenzaba desde las ocho.
El DNI en el bolsillo de los pantalones
y yo me conduzco con cierto orden.
¡Qué el arte de mentir me acompañe a un lugar seguro!
¡Rothko!, aquí
sitiada por tus matices
me has arrastrado a un pasado falto de humanidad.
Este cuadro frente a mí
es un mundo invertido de sombras oscilantes
con aparecidos que murieron en situaciones extrañas.
¿Juan Vega atropellado por un auto?
Y me digo que el pasado no va a tocar el presente,
pero como la mujer de Lot, vuelvo el rostro
y el miedo me petrifica.
(*)
El Escapulario (2014) de Raúl Villarreal
1. La cruzada
Entra torero como un Apolo al ruedo
y danza para mí como un Baco.
Mueve la muleta como Yemayá mueve las olas,
tima al toro imperial.
Toca tu música, que como tú
yo también vengo de un continente dionisíaco.
Lo que queda de ti,
¡estámpalo en un paisaje de palmeras!
Dale, matador,
apunta entre los ojos y acribilla al animal.
¡Anda occidente, a ver si puedes con este hijo de Changó!
Riega esa sangre cargada de usura.
Cierra los ojos y recuerda las guerras de la isla:
1532, 1762, 1844…
yo las llamaría resistencia.
Las guerras que vienen después traen armas innovadoras,
aquéllas que matan la voluntad.
Los colonizadores trajeron sufrimiento, pero Yemayá
encantó la brisa marina
y llenó todo de buen humor.
Ochún se encargó de inundar la isla con energía.
Así que torero,
danza en nombre de Ochún
y mueve la muleta
al ritmo de Yemayá.
Como tú, soy de una tierra invadida.
Soy la tierra, soy su historia.
La resistencia
siempre buscó identidad.
Mi historia es la tuya, torero.
Tu sangre cuenta mis leyendas.
2. Vals
De espalda
y con el traje de luces
no te reconozco, mulato.
Soy tu madre,
familia de Baco como tú.
Hijo de Yamayá y Ochún
camina en alto.
Guarda el escapulario que te di,
ponte el corbatín
y pica al toro imperial.
Viste el dorado de la virgen del Cobre y,
este sudario azul de aquí
seré yo.
Carga el escapulario dorado.
Escóndelo bajo tu camisa,
pero no te olvides de rezar por mí a la Caridad.
Soy la madre que vuelve, la diosa que se aleja,
pero que no te olvida.
Que la virgen del Rosario te resguarde en la plaza.
Párate, olea tu muleta
y pica con la varilla.
Recuerda que sólo te quiso en la vida quien te dio el escapulario.
(*) (Este poema fue un pedido del pintor cubano Raúl Villarreal. El cuadro lo expuso en New Jersey, junto con el poema.) No pertenece a Galería de arte, pero es un poema ecrástico. Me gusta cómo puedo hablar de tantas cosas cuando llego a conocer la obra del pintor.
Ericka Ghersi es doctora en estudios interdisciplinarios sobre Latinoamérica. Desde el 2008 es catedrática de Santa Fe College. Enseña portugués, español, Humanidades de Latinoamérica, Artes de Latinoamérica y Humanidades del mundo. Ha publicado tres libros de poesía Zenobia y el Anciano, Contra la Ausencia e Ítaca. Sus poemas han sido traducidos al italiano, alemán, inglés, japonés y francés. Sus poemas se encuentran publicados en revistas literarias internacionales. Si desea saber más sobre la poeta revise https://professorghersi.wixsite.com/professorghersi/my-artistic-journey o escríbale a su correo ericka.ghersi@sfcollege.edu