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Poemas de Ericka Ghersi

Publicado: 2020-02-06


                         

                                       Del grupo El arte de la limpieza.





LIMA


                                         Y traigo desde entonces este dolor primordial en las células.

                                                                                                                     Vicente Huidobro


¿Cuántos senderos necesito recorrer para encontrarme?

Soy yo que estoy hablando en este año de 1919,

de lo que pasó en el estadio nacional Julio Martínez hace veintisiete años y

en la universidad nacional mayor de San Marcos hace ocho.

No hay bien no hay mal ni verdad ni orden ni belleza y, hoy

otros son los muertos enterrados.


¡Por qué te amo ciudad desierta!

Ciudad de fuegos, gases y tiroteos confusos.

Mas débil marcho con mis ansias

Que un ejército en medio de emboscadas.

Las nubes aceleran su rumbo hacia los andes

y yo también marcho con ellas.


De vuelta y, en medio de nuestro cielo gris

vuelvo a encontrar mis horas antiguas.

En vano me aferro a los barrotes de la evasión posible.


Necesito palabras limpias para ennoblecer mi paisaje. Por ejemplo,

Una flor cierra el camino.









MIL NOVECIENTOS NOVENTA Y UNO: UNIVERSIDAD SAN MARCOS


                                                                             Y el campo volteaba la cara a la ciudad.

                                                                                                      Carlos Oquendo de Amat


Este paisaje no se acomoda a lo que yo quiero.

No hablar no tocar

no mirar hacia arriba.

Del umbral penden

                                               ¡VIVAS!

Cargados de explosivos rojos y amarillos.

Este silencio que ves andar

es en realidad

miedo,

miedo de no salir vivo del campus.

Miedo de no llegar a casa,

miedo a que algún desconocido me detenga,

me diga los nombres de mis hermanos

y los horarios de trabajo de mis padres.


Los árboles pronto romperán sus amarras

y serán ramos de flores todos los policías, me digo

mientras cierro la puerta de la habitación,

pero tampoco quiero ésto dentro de mi gran cuadro.

Y los algarrobos lloran sangre en cada estallido del desierto de Lima.

INRESA y BATA, la comisaría y la iglesia Carmen de la Legua

y la lista se extiende hacia el mar,

Argentina,

avenida donde se encontraban los escombros de las noches rojas.


Cada vez se hizo más difícil llegar a Reynoso,

el reino de los osos de la Oroya, Ayacucho y Cerro de Pasco.

En la U(niversidad)

la libreta electoral necesita una foto

reciente.

El fotógrafo encañona a los estudiantes que se niegan al orden,

los sienta,

y allí están como en las caricaturas de Wile E. Coyote y Road Runner:

                     Explosivos marca Acme.

Los árboles pronto rompieron sus amarras

y eran ramos de flores todos los policías,

encañonados frente a los jardines de Letras.

Otro paisaje que hace a los estudiantes tiritar,

contar sus pasos hacia el aula

y si se portan bien

llegarán a casa para la cena familiar.


Dentro y fuera:

Cualquier situación llama a la cordura.

Si no estás con nosotros, estás con ellos,

y si no estás con ambos,

estarás pues

                                   en todas partes ¡Coyote!


Aquí no funcionan los efectos de las caricaturas.












CAFÉ EN EL MOMA


Un gato ha seguido tus pasos

                                       y se e s t i r a

en la sala de descanso.


Alguien busca el pulso de esta taza en blanco.

La servilleta cae como

                                         Un campo de girasoles en marcha.

Al este

autoservicio para una dama agotada

                                                                    por la maleza

en estos bosques en óleo.

                                           —Así no dan ganas de pagar la cuenta.

El café nuevamente

                           te hace girar sobre la oferta.

                                      —Treinta dólares más y regresas caminando a casa.


El viento corre hacia el sur cuando las guerras enferman.

Si las cosas siguen así,

ya no habrá ni flamencos

                                                        ni Floridas.












                                                                             INTERSTATE-75



Lago Erie (Ohio)


Aquí

los meses

se cubren o desnudan

por la nieve o el frío

por el sol y la humedad,

y la tierra pasa de blanco a café,

                                         de café a verde,

                                                     de verde a dorado.


Allá, en el sur,

el tiempo no acaricia el paisaje,

la Naturaleza

engaña a las personas,

y lo que promete algún cambio

sobre el cielo gris es

la lluvia.


Lo que no se tiene,

se quiere,

por ejemplo:

                                   tu cuerpo

                                   que es voz.


A la distancia

no me parezco a ti,

he recorrido el pantano

y tu presencia era

lugares que olían a sequía.


Cierra la puerta de la calle

y deja las llaves

dentro.







Hacia el sur


La ruta que parte el este del oeste

te abre los brazos.

Hoy aprendí una nueva palabra

mientras conducía hacia el estado del sol.


Los idiomas están claros

aunque no se entienda la cultura,

pero que más da, sólo vas a enseñar

y luego, a casa con tus comodidades:

                                                                   la piscina,

                 la toalla sobre el balcón,

la ropa para nadar,

la gorra y las gafas están

en la primera gaveta de la cómoda izquierda.


Mientras manejas, la nieve intenta

limpiar tu vientre, pero se enloda,

se encharca, y se evapora con el sol.


Recuerdas que antes de partir el doctor dijo:

                                                                                Los pantanos

                                                   secarán tus costras

                                                   mientras nadas

                                                                       en tu piscina azul.

Tu historia clínica

ya ha sido enviada .








Interstate-75 


Camino al sur.

Después de cruzar tierras movedizas,

tus rodillas se tienden y miran

de vuelta

una carga imposible de llevar. 


En el primer retorno

la fuerza de tus manos

recorrió algunos nortes,

la guerra dejó enemigos y aliados

vivos.


Abre el camino

hermano lobo

para que tus hijos transiten.

Échales una mano

que las armas químicas

no los dejan dormir.








Hipertiroidismo


El hábito de hacer

se confunde con el diagnóstico

médico.


La ansiedad de no saber los resultados

me hace patinar cinco millas cada martes y jueves

y nadar diez vueltas cada lunes y miércoles.

A hacer algo nuevo cada día

para no pensar en lo que tengo.


Cuántas consultas más me faltan

para entender lo que seré

a partir de ahora.


Fui,

                 soy.

Ohio,

                Florida.








Boundaries


Parte del trato

de moverse

de un lugar a otro,

o de saber

que mi útero es un pantano

con olor a cementerio,

un saludo infantil desde la memoria

donde el deseo será deseo

por siempre,

nuestro silencio

de los temores,

de las dudas,

del si

me hubiera querido

si yo

hubiera sido

hembra-

                           animal reproductor









Rutina


Espiral que va de abajo

hacia arriba


hacia abajo

la línea de lo inevitable,

los pantalones que nunca pude usar.


Desde un lado del horizonte

viene la culpa

y deja

dolor en el bolsillo izquierdo

del corazón.


Manija hacia abajo

abre reja, cierra reja.

Llave

de derecha a izquierda.

Adentro

quedará tu memoria.









De escuelas y caminos


Huellas atraviesan el pantano

de una panza hinchada

sobre papel en blanco.


Lobo

y no lagarto

que juega a ser dios

mientras aúlla

en Arizona.


Cuidado hermano lobo,

el corre-caminos

está cerca. 









Advertencia


Sin intuir ni razonar sobre

los posibles golpes de palabras,

la reja chirría

si cierras dejando

las llaves dentro.


La presencia del yo

-es decir, tú

cuando llegaste-

es más dolorosa

en estos corredores de roble.


Hermano lobo,

evita esa idea malsana

de imponerte desde tu Arizona,

entiende que las tierras de

corre-caminos y cocodrilos

pueden cargar sin ti

el calor de los cuerpos

que dejaste en el pantano.









Desde la ciudad de los flamencos


Atrás,

las naranjas

y las chicas que

con todo pueden.


El asfalto hacia el sur

abre otras puertas,

mejor

cuando se mira el camino

desde el aire.


Temía ser como tú

padre de las

teoría y política académicas.

En tus labios,

ironía

sobre la que pudo ser

si se hubiera quedado

donde estaba,

pero padre mío,

soy producto

de tu insano esfuerzo

de infundir miedos y angustias

en aquello

que alguna vez fuiste.


Como tú,

vengo del sur y

por las mismas razones

limpia la ruta que dejé

para que celebres mi regreso

que es también el tuyo

porque hace mucho tiempo atrás

quisiste lo que quiero


yo ahora.










                                                   Del grupo Galería de arte



VII L'arbre de paradis, (1928-30) de Séraphine Louis


Detrás del árbol arde la urbe,

pero te quedas aquí abajo

             quieta

                              en este paisaje en blanco

pensando

si son cabezas o aves las que vuelan de este a oeste

o quizá hormigas

                                   alteradas por las llamas de la ciudad.


Algunas ramas arden,

atraviesan el cuadro y rozan

la delicadeza de mi cuerpo.


Nerviosa corres e imprimes tu presencia

            sobre un paisaje de nieve.


¡Muchacha, deja de rascar el suelo!

Que la limpieza de lo ajeno

                          no refleje la interior.

Recoje esas ramas y júntalas

                                                       sin dejar rastro.

Pasos cortos y alterados recorren el huerto.

Cuerpo de fruta,

                                    de hierbas mojadas

                                                                           de lodo

de nieve.

                            ¡Deja de escribir!

Abre las ventanas y grita

¡Toma América mis hojas!

Ojos y corazones partidos que cubren

edificios vomitados en setiembre.


Sagrado es tu corazón

                                         de pastora transitada por la ciudad.

Quédate conmigo sobre la nieve y

                       ordena estos cuerpos que lloran la guerra

y sus pérdidas.








VIII Brown, orange, blue on maroon (1963) de Mark Rothko


Soy un Rothko  

                                 que tiñe un paisaje de colores precolombinos 

y continúa el ritual arcaico de sacrificios.

Este atardecer sobre un campo

                   de papas moradas

                                            precisa de una historia antigua y venerable.


Pero la puesta que veo aquí

me transporta a un tiempo oscuro

a un pasado de quimeras.

a una edad que no me gustó vivir.


No más sangre sobre el ocaso. Sobre esas noches

donde el caos comenzaba desde las ocho.

El DNI en el bolsillo de los pantalones

y yo me conduzco con cierto orden.

¡Qué el arte de mentir me acompañe a un lugar seguro!


                  ¡Rothko!, aquí

sitiada por tus matices

                  me has arrastrado a un pasado falto de humanidad.


Este cuadro frente a mí

es un mundo invertido de sombras oscilantes

con aparecidos que murieron en situaciones extrañas.

¿Juan Vega atropellado por un auto?


Y me digo que el pasado no va a tocar el presente,

pero como la mujer de Lot, vuelvo el rostro

y el miedo me petrifica.









(*)

El Escapulario (2014) de Raúl Villarreal



          1. La cruzada


Entra torero como un Apolo al ruedo

                  y danza para mí como un Baco.

Mueve la muleta como Yemayá mueve las olas,

                          tima al toro imperial.

Toca tu música, que como tú

yo también vengo de un continente dionisíaco.


Lo que queda de ti,

¡estámpalo en un paisaje de palmeras!

Dale, matador,

apunta entre los ojos y acribilla al animal.


¡Anda occidente, a ver si puedes con este hijo de Changó!


Riega esa sangre cargada de usura.


Cierra los ojos y recuerda las guerras de la isla:

1532, 1762, 1844…

                                    yo las llamaría resistencia.

Las guerras que vienen después traen armas innovadoras,

aquéllas que matan la voluntad.


Los colonizadores trajeron sufrimiento, pero Yemayá

encantó la brisa marina

y llenó todo de buen humor.

Ochún se encargó de inundar la isla con energía.

Así que torero,

danza en nombre de Ochún

y mueve la muleta

al ritmo de Yemayá.

Como tú, soy de una tierra invadida.

Soy la tierra, soy su historia.

La resistencia

                              siempre buscó identidad.

Mi historia es la tuya, torero.

Tu sangre cuenta mis leyendas.



      2. Vals


De espalda

y con el traje de luces

no te reconozco, mulato.


Soy tu madre,

familia de Baco como tú.

Hijo de Yamayá y Ochún

camina en alto.

Guarda el escapulario que te di,

ponte el corbatín

y pica al toro imperial.

Viste el dorado de la virgen del Cobre y,

            este sudario azul de aquí

seré yo.


Carga el escapulario dorado.

Escóndelo bajo tu camisa,

pero no te olvides de rezar por mí a la Caridad.


Soy la madre que vuelve, la diosa que se aleja,

pero que no te olvida.

Que la virgen del Rosario te resguarde en la plaza.

Párate, olea tu muleta

y pica con la varilla.

Recuerda que sólo te quiso en la vida quien te dio el escapulario.



(*) (Este poema fue un pedido del pintor cubano Raúl Villarreal. El cuadro lo expuso en New Jersey, junto con el poema.) No pertenece a Galería de arte, pero es un poema ecrástico. Me gusta cómo puedo hablar de tantas cosas cuando llego a conocer la obra del pintor. 





Ericka Ghersi es doctora en estudios interdisciplinarios sobre Latinoamérica. Desde el 2008 es catedrática de Santa Fe College. Enseña portugués, español, Humanidades de Latinoamérica, Artes de Latinoamérica y Humanidades del mundo. Ha publicado tres libros de poesía Zenobia y el Anciano, Contra la Ausencia e Ítaca. Sus poemas han sido traducidos al italiano, alemán, inglés, japonés y francés. Sus poemas se encuentran publicados en revistas literarias internacionales. Si desea saber más sobre la poeta revise https://professorghersi.wixsite.com/professorghersi/my-artistic-journey o escríbale a su correo ericka.ghersi@sfcollege.edu 











Escrito por

Willy Gómez Migliaro

Willy Gómez Migliaro (Lima, 1968) Poeta, profesor de literatura y escritura creativa, asesor literario y corrector de estilo.


Publicado en

Poesía

Poesía en lengua española