#ElPerúQueQueremos

Poemas de Roxana Crisólogo

Publicado: 2019-12-22



una extranjera viajando en tren a Moscú

no hay a quien hacerle el habla

pero de rato en rato

viene el controlador de boletos a controlar

mi nerviosismo

y me siento acompañada

he llenado de tos el compartimiento

el aire circular de los agujeros

con diminutas ventanas

el maletero vivo

de cosas

no soy una vendedora más

ni sé de excursiones

Lonely Planet

al centro de la Tierra

        me disculpo

odio las montañas

no tengo por qué explicar

un origen demasiado arraigado en mis ojos

este excesivo sueño

que el desierto ha dejado

como un tapiz de ahogadas voces

en mi lengua

hasta que respirar se hace en viajes

cada vez más cortos

el tiempo que me tomo en voltear

la página

y encontrarme de golpe

con el informe del tiempo


al fondo dos turcos se juegan la suerte

                       o a mí

y una nigeriana da de comer a su hijo

de un fruto pequeño que llamaré pecho

verde que te quiero verde

                        repito

asumo esta opción

            la soledad

ojos profundamente negros

y manos cuidadosamente blancas

            toda una lista

de enfermedades tropicales

           que de pronto

asoman el rostro

en un inglés impronunciable

que ya no me importa seguir

y es un motivo más para el silencio

pero ahora los turcos se lo juegan todo

y me toca ser el cuerpo

o esa parte mía

que también llamarán pecho

              un cruce

atolondrado de formas

y empiezo a entenderlo todo

acumulando voces como dialectos

              afines al tacto

mientras agua sale de la boca

no como una palabra

y se convierte en una pregunta de los ojos

que también el cuerpo describe


             pedir agua

debe ser igual en todos los idiomas

            desde todas las manos

me aferro a lo que el cielo arrastra

para mantenerme despierta

            para seguir el verde

para no interrumpir

el recorrido e inimaginado

       vacío


Verde del Báltico

            verde postal

el invierno es la ausencia

del todo

           me dicen

y ya soy parte de esta línea

que como un iceberg

se desvanece en la nada

que dejará el tren

dejamos atrás una estación

      yo

el desentendimiento

y este horizonte

cuidadosamente labrado

el destino final

de todas sus promesas


verde insiste

en posesionarse

como el espejismo de la inacción

         mientras

una daga de luz

         adoquinados moldes de leche

este pecho mío

        disecciona

una planicie de lagos


dónde vivirán ese par

de muchachas holandesas

no en un barrio

                             supongo

ni en medio del bosque

posan una al lado de la otra

         tan apacibles

en el almanaque

mientras a su lado

         una vaca

se deja tocar la ubre con placer


comercial de leche o de yogurt

       -se me revuelve el estómago cada vez

que escucho la palabra yogurt-


hojeo una revista para no tener que hundirme

en el verde

para tener qué preguntarme

        qué contar

no todo será

este ardor de várices

ni falta de movimiento

aún quedan tantas horas

¿tendrán el mismo efecto

dolerán igual?

piernas demasiado blancas

demasiado largas y bien torneadas

y alguien por ahí diría

perfectas

es un asunto de huesos


cómo explicarles que soy demasiado pequeña

que no consigo bajar la persiana

demasiado verde terminará por cegarme

demasiado campo

espacioso e indeterminado vacío

demasiados ojos

atestiguarán


una extranjera en el tren

camino a Moscú

leyendo sobre lo que hace unas semanas

pasó en Vorónezh

una ciudad desconocida

         hasta ahora

como yo

que desordenadamente

fisgoneo en el mapa

y viajo sin dejar que el silencio influya

que fluyan los árboles

dejar

dejar_

se


A

F

L

O

R

A

R


reviso mis notas de física

las coordenadas del cielo

su equidistancia imperfecta

se impone la sabiduría del mago

la sofisticada velocidad del color

         poco a poco

todo

         se aclarará

en los ojos

la mirada del pasto

verde con olor a menta

verde limón

verde esmeralda

verde que te quiero verde

         recito

verde que te quiero verde

         carajo


como una niña que se introduce

un cuadrado de miel en la boca

no hay más detalles

solo esa niña viajando

una familia de vietnamitas

jugando a las cartas

jalando de su abrigo

o del vagón cuando se inclina

¿y si estudiara el primer año de arquitectura

si tuviéramos el mismo sueño

la misma suerte

el mismo golpe?

a mí me gustaba danzar

no diré mi nombre

solo que me gustaba danzar

fue esa falta de manos

esta ausencia de voces

lo que me hace contar

yo bailaba entre otras razones

porque hacía falta decirlo de pie

bailaba sobre una alfombra de arena

a miles y miles de kilómetros de Lima


todo lo que se puede dar forma en la mente

giraba como un abanico

oriental en mi rostro

estudiaba arquitectura

y bailaba

           bailaba

para domesticar las sombras

           un edificio tras otro

soñaba e interpretaba mi mejor danza

cuando el tiempo atascó un pie

en el acelerador

era la noche

de los cristales rotos

          Kristallnacht

en un alemán

          mal masticado

aun queda en sinsabor

        en la piel

y la patraña que esconde el pan negro

y afloja los dientes

y endurece el alma


             abedules

      pinos

             fresnos


debe haber alguna madera

que se sobreponga al vacío

algún peso que lo contenga todo

cierta algodonosa

          humedad


demasiado blanco

          enceguece

demasiada luz

demasiadas sombras


una extranjera viajando en tren a Moscú

Vorónezh desviando el camino

cementerio de fábricas

reactores nucleares y flores

disfrazados de pasto

                                  en el fondo

en el fondo

la boina roja

de un asustado conscripto

que no bajará la mirada


             demasiado joven

pienso yo

             demasiadas preguntas

piensa él


dos muchachos rubios

con un bate de béisbol

botas y cabellos rapados

destapándome el vacío

llenando esta nada de golpes











fue una mañana de mayo

cuando la sagrada familia

dejó partir a su único hijo


los guardias de inmigración

la losa fría

                   el techo alto y enrejado

el tren de un lado de la estación

el lado desde donde desprenderse

se hace más fácil

              shalom

shalom

los escuché decirse


y no hubo pesebre

ni concierto animal


no hubo estrella

ni reyes que acunen u orienten

al único hijo

 la sagrada familia

yace sobre una fría banca

en la estación de Zúrich


      mochila pesada

desorientada como él

busqué el sol

de los carteles de información


abandoné la fugacidad de la luz

empecé a dibujar un

nuevo cuadro

en el lugar de la estación

más proclive a la desilusión

y al olvido


     las luces de los trenes

la tenacidad del vacío


el desenfundado orificio del túnel

que me devolverá a la entrada

de la estación

como al paraíso materno


el reloj del padre vaciando

como si nada

                       las horas

que nada tienen que ver

con los muros que aquel único hijo

había aprendido a construir


        construyó el muro

¿aprenderá a derribarlo?


     tararea

el estribillo de una

pegajosa canción

shalom

            es como si lo escuchara decir


siempre hay un deber

una lógica

que se desliza como piel enemiga

en la sangre


una casa por demoler

un tiro que dirigir

 

la sagrada familia no abandonó

a su hijo

solo lo dejó ir

                hay que decirlo

desde el lado de la estación

que hace más fácil

                la demolición

                   el olvido











el lila de los campos de bayas

el paisaje que se estrella en la ventana del tren

como la paloma que un niño quisiera

seguir

pero apedrea


entonces como Tatiana

me apuraba a borrarme las ojeras

          el sol

de los campos de bayas


y como Tatiana me preguntaba

y como a Tatiana le preguntaban

qué hacer

para evitar el control

cómo hacer con la visa

cómo deshacerme de esta sonrisa


       - el vino tinto

                              de estas sombras -


        el paisaje

que se estrella en la ventana del tren


        la piel jabonosa del río

              que desciende

y se pregunta


      ¿qué diablos hace esta muchacha

hablando desde las manos

explicándose desde los pies?


expulsada al tiempo perverso de los árboles












cabezas gachas

cabezas negras y apuradas

soledad de asfalto como la mía

       cabezas peruanas         fósiles

emergiendo de costales de baratijas

medias chinas y baterías coreanas

que los rótulos fantasmales de los grandes teatros

convertían en incontenibles llamaradas de gente


pensé que los había dejado reposando

en las barracas eternas de la desmemoria


a las matronas sin trenzas

repartiendo churros a peso devaluado

bajo la luz hosca de los negocios de comida

a los maniquíes sin mirada

vendiendo tarjetas postales para llamar al Perú

a los bolivianos encogidos en poltronas de tocuyo

escuchando radio con la indiferencia

de los mismos maniquíes que una cuadra atrás

me invitaban a detenerme en un hueco oscuro

regentado por un judío agazapado

en un mostrador con olor a tela


     mientras que desde otra mirada

una muchacha abre un cartapacio

de cuentas y una multitud húmeda

     culebreándose entre mis pies

trasforma sus ojos en gracias indiferentes

que devuelvo por sobre el hombro

      en un desdeñoso rehacer

ir y venir      partir y regresar

            sin palabras










te imagino vendiendo chucherías

contándole a la gente lo lindo

lo maravilloso que es vivir en el Perú


vendiendo en un idioma que no existe

un país que tampoco existe


puedo ver a mi hermana vendiendo

en un pueblo de nombre impronunciable

compitiendo con turcos alegres

hábiles vendedores de baratijas

entre alfombras y sedas


la estudiante de cabello largo

la muchacha pobre de San Juan de Miraflores

(cerca de lo que algún día con suerte

llegará a ser un tren)


vendiendo como quien se vende a sí misma

como quien recupera una parte

de su orgullo perdido


exigiendo el precio más alto


      dientes blancos

que llamará collar de piraña y ella luce

con verdadera dignidad


piel marrón de huaco

que conseguirá admiren


mirada de bronce como la de los embrutecidos

en las minas

manos enrojecidas por el trabajo negro


tú les dirás que es su color natural










llovía

pero era el calor el que nos hacía agua

el cuerpo

       llovía

y no había lugar para un alma más en el bar

por eso tomamos las calles

pedimos empanadas de queso y cerveza


      llovía

y tan solo algunos pocos letreros

conseguían brillar:


       Osip:

                 bar bohemio en el centro de

                 la ciudad de Porto Alegre


neonazis y anarquistas

se enfrentan a botellazos

bajo una eternidad de árboles

en una eternidad de sombras


los muchachos cantaban y daban vivas a la revolución


dábamos vivas a la revolución


         a la lluvia

que no nos dejará pasar

a los teléfonos celulares

que no cesan

no paran de llamar


preguntando cómo llegar al Osip

bar de bohemios y soñadores

en Porto Alegre


      hasta que escuchamos

algo más contundente

                      sobre el amor

y la piel cansada

después del amor


y volvía la lluvia con más fuerza

y el retrato de Osip Mandelstam

refulgía como un icono ruso

más dorado y viejo

tras un centenar de cervezas


y el amor empezaba a surtir efecto entre

nuestras manos

comenzaba a arder como un mechero

en el corazón

             casi

había conseguido fundir

nuestras armaduras

nuestras más profundas

                         oscilaciones

y defensas


Osip:

bar bohemio en el centro de

la ciudad de Porto Alegre

         no lo olvides












Roxana Crisólogo Correa (Lima, 1966) es una poeta y gestora cultural que vive y trabaja en Helsinki, Finlandia. Ha publicado los libros de poesía Abajo sobre el cielo, Animal del camino, Ludy D, Trenes (El Billar de Lucrecia, México 2010) y Eisbrecher / Rompehielos (hochroth Berlin 2017).

Su último libro titulado La belleza, escrito gracias a una beca del Finnish Cultural Foundation, aparecerá bajo el sello editorial Filodecaballos de México.

Crisólogo es la fundadora del proyecto de literatura multilingüe Sivuvalo. Actualmente trabaja como coordinadora en Finlandia de Nordic Literatures in Change and Exchange (Nolitch X). Roxana es presidenta de la Asociación de Escritores y Artistas de Izquierda “Kiila”.

Ella forma parte del colectivo multidisciplinario La Colectiva, que reúne poetas y artistas radicadas en Helsinki que utilizan la poesía para experimentar su relación con otras formas de lenguaje.

Su trabajo ha sido apoyado por la Fundación Kone, Finnish Literature Exchange (FILI), Arts Promotion Centre Finland (Taike), Kari Mattila Foundation y Finnish Cultural Foundation (SKR).

https://roxanacrisologo.org


• Los poemas publicados forman parte de Trenes, reeditado este año por Ediciones Libros del Cardo de Valparaíso, Chile.


Escrito por

Willy Gómez Migliaro

Willy Gómez Migliaro (Lima, 1968) Poeta, profesor de literatura y escritura creativa, asesor literario y corrector de estilo.


Publicado en

Poesía

Poesía en lengua española