Poemas de Valeria Sandi
Angélica Valeria Sandi Peña (1991, Santa Cruz, Bolivia) Gestora cultural y abogada. Autora de los poemarios “ambidiestros” (2014), junto a Quincho Terrazas. En el (2016) nace el poemario “La luna lleva sal” de ediciones Jota de Nelson Jaliri (Potosí). Participó en el libro de poesía y cuento breve “El tiempo está después” Uruguay por editorial El Rumbo (2016), fue seleccionada en el libro artesanal “Ilusión Liquida- Ediciones Jota” (2016), fue re editada con su poemario “La luna lleva sal” en el por Chanchito ediciones (2018), forma parte de la antología de poesía hispanoamericana “Abril en los árboles” Ángeles del Papel Editores, Perú (2018). Ha participado en diversos festivales y lecturas entre ellos en el encuentro internacional de poesía en la ciudad de los anillos en Santa Cruz (2015 al 2018), en la semana internacional de la poesía en Santa Cruz (2017-2018), en el encuentro multidisciplinario del proyecto Posh 2017 (México), en el festival internacional de poesía Enero en la palabra 2018 (Perú), Festival de poesía en las escuelas 2018 (Chile). Y fue colaboradora en revistas de poesía y ensayos a nivel nacional y fuera del país como en México, España, Venezuela y Colombia. Forma parte del taller permanente poetangas dirigido por el poeta Gustavo Cárdenas.
Arte poética
Hay silencios
tejiéndose entre mis dedos
mientras yemas
de sangre caliente
mueven en ondas
mis sueños.
Otras veces
se desborda la hoja
picada en llantos
ahogada está la tinta.
Cuando hay ojos luminosos
extendidos pájaros blancos
escriben en su espalda mejores días
Y cuando
el viento resuena las hojas
se desgrana el vientre de la vida
va dejando de palpitar la tierra
hay caravanas nocturnas
me encierran en sahumerios
envolviendo mis letras
sobre alas de alquitrán.
Geografía de los pasos
¡Qué lejos te hallas ya, paraíso aromático,
Donde bajo los cielos, todo es amor y risas!
CHARLES BAUDELAIRE
Viva está la fuerza
de los que aún navegan
y van curando
sus sueños mutados.
Viva los que aún tienen brazos
que despliegan sus alfombras enrolladas.
Quiero reconciliarme con los sueños,
que los matorrales
no detengan las incertezas de mis pasos.
Quiero vaciar mis pensamientos
Desollar todos los sollozos que no me pertenecen.
Vendimia, vendimia
quiero recolectar la fuerza
de los que han conocido el fracaso
y viven.
Quiero aprender a lavarme el rostro
junto a las personas
que han empeñado sus ojos
a la muerte.
En los periódicos
se ven fotografías quemadas
Y no alcanza ya la garganta
cuando todas son palabras líquidas
ecos que caminan de noche
con rumbo al mediterráneo
para desembocar las últimas lagrimas
antes del naufragio.
Luna
La luna herida
me tocó el rostro
ésta noche
sabe de mis ojos
sin sueños
Ella tampoco duerme
alumbra los autos perdidos
aúlla junto a los animales
de la noche.
Su mirada
acompaña los cartones
de las avenidas
que no abrigan los sueños
de los habitantes de la noche.
La luna
quiere sus noches blancas
por eso no duerme
ella alumbra
las penas
de los que no podemos soñar.
La vela
Es de noche
cuando
la carne oscurece
y el incienso
lleva en su humo
el olor
de lágrimas
por toda la casa.
Colgada
la mañana
el sueño
se ausenta
Partidas mis uñas
crujen maderas.
Mojadas están
mis manos
para encender la vela.
A la orilla
cae el cuerpo
entra
el desvelo.
Salado retorno
del incienso
a mi almohada
Tiene tapiz
de sombra
mi pared
Y a éste cuarto
sólo
llega la noche.
Frascos de tiempo
Para mis días pido,
Señor de los naufragios,
no agua para la sed, sino la sed,
no sueños
sino ganas de soñar .
(Piedad Bonnett)
Hay
quiénes derramamos nuestra sed
junto al primer sol, que ahora
es sólo
una sombra redonda, golpeada en la pared
dejando de germinar días.
Y en la tarde
somos el caldo
del que bebe
cada día la vida
y a cambio, nos devuelve
nuestros restos desperdigados
en frascos de tiempo sin memoria.
Miro arriba
y los cargados algodones azules
van derramando lágrimas
sobre esta tierra árida
con habitantes de polvo.
Está húmeda la noche
desde que el lago
carga dentro suyo
todos los huesos
de sus habitantes extinguidos.
Y yo
no soy más que la represa
de estos ojos
Que ya no sueñan ríos
Búsqueda
Cavar la distancia
hacer sangrar las uñas
abriendo la tierra
Hasta dar con tus pies.
Mi memoria
en coágulos
cobija los restos
de tu cuerpo.
Me absorbes
los sueños
En cada pestañeo
implacables tus ojos
Retornan.
Sigo cavando
la tierra no duerme
en mis noches.
Ya sin uñas.
Te sigo buscando
pues no hay derrota
en la tierra de las palabras
cuando tu voz
está dentro.