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fotografia: ROCÍO Ágredae Alejandro

Poemas de Jorge Alejandro Vargas Prado

Publicado: 2018-05-01

Jorge Alejandro Vargas Prado (Cusco-Perú, 1987) 

Licenciado por la Escuela de Literatura y Lingüística de la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa, Perú. Ha publicado libros de cuento, poesía y una novela. Como traductor y recopilador destacan las publicaciones Qosqo qhechwasimipi akllasqa rimaykuna-Antología quechua del Cusco (en conjunto con César Itier y Luis Nieto Degregori, 2012), extenso documento sobre la historia de la literatura quechua y Poesía súper contemporánea de Perú y Estados Unidos (junto a Noah Cicero, 2017) en castellano, quechua e inglés. También ha sido considerado en diferentes antologías como Cholos: 13 poetas peruanos nacidos entre el 70 y el 90 (compilada por Willy Gómez Migliaro, 2014) y Selección peruana 2000- 2015 (compilada por Ricardo Sumalavia, 2015). Fue parte del Grupo Editorial Dragostea y participó de los proyectos musicales Chintatá e Ishishcha.



El cielo es cadmio, cobalto, acero, bronce y azulino.

Y en las garras de piedra de mi mano, ahora que soy un puma, se multiplican motivos geométricos.

Se repiten patrones romboides de colores encendidos.

Despídanse de las últimas lluvias geométricas de abril

despídanse de Venus que se toma de la mano con la luna

despídanse de los camiones peludos como osos del ártico

despídanse de mí:

Awilitáy, Ishishcha, Ishishcha, Ishishcha, Awilitáy, Awilitáy, Awilitáy,

Awilitáy, Awilitáy, Awilitáy, Awilitáy,

Ishishcha, Ishishcha, Ishishcha

Ishishcha

que quizás sea la última vez que pronuncio o escribo la ruma de sus nombres con esta tristeza electrificada.

Dentro de los rombos están los colores divinos

que son los colores del Perú

que son los colores de la estridencia

que son los colores de un concierto flúor de huayno

que son los colores de cada una de las lenguas amazónicas

que son los colores de los ojos y la piel del mismo dios multiplicado y diverso.

Los dioses lloran al fondo de nuestra nuca que es su casa, que es la dimensión gaseosa donde gravitan tranquilamente, que es el plano siguiente al mar quieto de líquido amniótico.

Las raíces me toman de las piernas, un séquito de mujeres vestidas de blanco me invita a cerrar los ojos, pequeños duendes me hacen bromas, viajo recostado sobre una canoa que se desliza por un río de burbujas musicales.

La ruma ardiente de sus nombres, sus naipes del tarot español, el libro iridiscente de sus ausencias se entrecruza con las láminas tensas y traslúcidas de mi pellejo.

Unas hormigas muestran sus patas hermosas sobre las teclas de un sintetizador.

El espectáculo formidable de un insecto moviéndose sobre tu espalda, la piscina de cristales cósmicos de los ojos del insecto, los árboles bifrontes, el aura celeste de las piedras, el espejo que surge de las manos anudadas de Venus y la luna.

El castillo que nos contiene.

La casa que nuevamente construyo con columnas del humo del tabaco que abriga a los que han muerto de frío.

El dormitorio que construyo nuevamente con hojas de coca que alimentan a los que han muerto de hambre como tú, como tú, como tú y como todos los otros abuelos míos desde hace 500 años.

Me despido con los glúteos más fuertes.

Me despido más viejo.

Me despido porque he visto sus rostros sobre estampitas religiosas.

He vomitado la antigua casa del terror.

He vomitado la fábrica de plástico, el edificio de asbesto que construyeron al haz y al envés de mi esternón.

He vomitado dinosaurios putrefactos.

He vomitado todos los

pecados del mundo

y más heridas azules

que volaron de mi boca

como grandes mariposas nocturnas.

He vomitado caparazones y cuchillos y piedras de bordes filosos

y tempestades y zapatos de metal

y el cadmio, cobalto, acero, bronce y azulino

del cielo.

He vomitado el haz y el envés de mi esternón

y la cáscara de mi cuerpo.

Y ya no fui más la imperiosa procesión de sus nombres, porque no sólo me acompañan las hormigas y un perro peruano pintado con los colores de los dioses, sino que supe reconocerlos en las estrellas.

Me despido porque debo construir mi casa

en el valle profundo de mi pecho

donde ustedes serán los árboles más altos y sonrientes del mundo

donde no hará falta nada y nadie morirá de hambre o frío.

Me despido con los ojos luminosos, del mismo modo como ustedes se despiden y celebran las últimas lluvias de abril.

Soy un puma coronado con un chullo por pequeños duendes.

Buscándolos a ustedes han despertado en mí los dioses.

Despídanse de mí celebrando la proyección del prisma sobre mi frente.

Despídanse de mí perdonando mi esporádica torpeza de tractor.

Despídanse de mí abriendo el ojo de su propia frente.

Despídanse de mí pensando en el quieto mar de líquido amniótico

y en la dimensión gaseosa donde retozan los dioses.

Despídanse de mí pensando en el equilibrio y en la explosión de nubes

que levanta nuestra nueva morada en las estrellas.


De: La ultra iridiscencia de los dioses del Perú (ebook, 2015)




Sobre la visita sorpresa de un gran caballero alemán que es también el fin del viaje a México aunque sea ahora el Perú

Y de pronto, como cuando la última hilacha de nube desaparece sobre los andes en invierno o como cuando cae la primera gota de lluvia al campo fértil, mi amigo, el oso gigante de felpa o de caramelo o de rubí azucarado o de algodón dulce de cereza o de fruta roja galáctica, cruzó Centroamérica de un salto y llegó a Cusco desde México. 

Mi emoción fue enorme y sorprendente y la tinya de mi corazón latió como cuando se activa una hermosa tempestad dentro de las costillas de un niño que conoce por primera vez la ciudad de Machupicchu.

El coro enloquecido del maíz nos saludaba a nuestro paso y una niña chilena al vernos, sonrió y dijo: “Una niña vive en las canciones” y yo y mi amigo el oso polar púrpura vivimos ahora en una canción que cantan las niñas más saludables del mundo que nunca se han puesto zapatos.

Somos niños de luz, mi hermano, y aún no sabemos de la maldad del azúcar y así corremos bajo la lluvia y tomamos Inca Kola y nuestra sangre es dulce y tampoco sabemos de la maldad eléctrica, entonces somos luces de neón y atravesamos puentes de hierro y túneles y usamos las botellas de Inca kola como turbo-propulsores en nuestras espaldas y festejamos la vida sencillamente y con humildad como celebramos la luz del sol sobre la cama más fría de un hospital pobre.

Yo amo a mi amigo, el oso gigante niño, como amo a las montañas.

Le quiero porque me acompaña y porque compartimos el temperamento de las plumas y de las escalas mayores de los instrumentos estándar de occidente y de las primeras risas de los bebés y de las ventanas abiertas.

Lo quiero porque nos costó mucho llegar a Machupicchu, porque la pequeña embarcación que navegaba entre mis neuronas y las suyas colapsó y se volvió un elegante patito de hule y flotamos haciendo vivas y nos perdimos en una ciudad italiana de una sola calle.

Machupicchu es la máscara de piedra de Cusco que es un sexy guerrero-príncipe inca.

Y mi amigo, oso gigante de goma de linaza y airampo, me dice: I feel so small.

Flores rojas y azules.

Flores rojas y azules.

Flores rojas y azules.

¡Oh, los selfie-stick!

¡Oh, los selfies inútiles!

¡Oh, las cigarras que nadie escucha!

¡Oh, las bolsas de papel!

¡Oh, todo lo que compartimos los humanos aunque tu partida de nacimiento fue escrita en alemán y la mía debió haber estado escrita en quechua!

Somos fuertes, gran amigo translúcido.

La hojita de coca ha fortalecido nuestros dientes y aquello que permanecerá luego de que nuestro corazón sea polvo gris y sea el abono de un árbol de algarrobo o de una q’iwña.

¿No es la tecnología la magia de nuestra época?

Is Machupicchu the main temple of wi-fi?

Is Machupicchu the biggest luxury hotel in Cusco?

Is Machupicchu the most beautiful fault line on the world?

Could Machupicchu be some sort of post-modern Titanic?

Could Machupicchu be some sort of cosmic hospital made of quartz?

Could Machupicchu be some sort of castle of love to the communal love?

¿Qué hacemos, gran amigo oso, si a los niños peruanos se les caen los ojos como canicas de plástico sobre sus iPads?

¿Qué ocurre si la noche se solidifica y, de pronto, se convierte en un Apu que nos saluda con su enorme y grave voz?

El caos granítico se equilibra en nuestras sonrisas.

El polvo de estrellas refulge en nuestras heces.

Puedo cerrar mis ojos, amigo felpudo, y navegar contigo en el agua tibia.

Extrañaré tus pulmones.

Extrañaré haber luchado contigo contra el monstruo de Aguas calientes y contra piratas mutantes de grandes patas biónicas.

Extrañaré el poder de las olas del Pacífico mexicano que tú imitabas golpeando como un primate tu pecho.

Porque somos primates aunque tú tengas la barba rubia y yo casi no tenga vellos en las axilas.

Extrañaré, hasta las lágrimas, verte convertido en un tigre-delfín transparente disputando un campeonato internacional de volleyball.

Extrañaré todo lo que has traído de México y de Alemania.

Extrañaré los rombos psicodélicos que iluminaron dolorosamente nuestras barrigas.

Ahora que nos han separado porque soy cusqueño y en Cusco todo funciona mal para nosotros mismos y todo funciona bien para los que han nacido fuera del Perú y tienen la piel, digámoslo así, más clara quiero regalarte este poema que es una flor humilde en un acantilado.

De nada vale enojarse, porque tenemos el poder de transfigurar el dolor en bosques holográficos sobre el cielo o en flores medicinales.

Quiero que sepas que mi viaje a México recién ha terminado cuando presencié tu partida de esta ciudad lítica porque México acaba, estoy seguro, al final del dedo pulgar de uno de tus pies.


De: Una manada de tigres-delfines transparentes juega el campeonato mundial de voleyball dentro de los mares tibios de México (e-book, 2015)



Ceremonia de agradecimiento para la promoción 2016 Natus Vincer del colegio San Juan de la Virgen de Tumbes

Estimados jóvenes:

Todas las palabras que a continuación van a leer salpicaron de la piscina donde los vi jugar despreocupadamente, en Máncora.

Todas estas palabras son ahora un charco, es decir, un poema y como este poema trata de ustedes pueden considerarlo el más hermoso del mundo.

Sin embargo, quiero confesarles también que este poema no es como el resto.

Si este poema fuera alguien, sería el Jordan, caudillo adolescente, caballo azul.

Y este poema sería el Jordan porque tiene la presencia de un árbol de pisonay y su color cuando florece.

(http://bit.ly/2muIZ5j)

Este poema, además de tener el garbo del Jordan, la altura de un pisonay y el color de sus flores, tiene el sabor de un chicle de centro líquido derramándose sobre sus lenguas.

Imaginen que el centro líquido del chicle está fabricado con la esencia del sol.

Imaginen su glorioso color fosforescente.

Si este poema fuera un objeto, sería una de las pulseras que nos obsequiamos los unos a los otros con la promesa de no olvidarnos nunca.

Si este poema fuera un astro, sería la luna casi negra sobre el mar o el sol sobre sus cuerpos en la playa.

***

Su colegio está acabando, estimados jóvenes, estimadas señoritas, y sobre el mar de Máncora hay una tormenta nocturna de rayos láser.

Anoche vi a una mujer transformada en árbol cantarle al mar. Señalaba el cielo, pero miraba el océano oscurísimo. Entonaba el himno de su colegio: "Adelante juventud sanjuanista, lleva en alto el pendón bicolor..." y de sus labios brotaban mariposas resplandecientes.

En Máncora, tanto dios como la pachamamita me dijeron al oído: "Hemos copiado de los alumnos de la promoción Natus Vincer del colegio San Juan de la Virgen de Tumbes el intenso brillo que le pondremos a la turmalina azul en el inicio de los tiempos".

(http://bit.ly/2n9y8ur)

Este poema, estimados jóvenes, es también un conjuro contra la tristeza.

Si llega un día la tristeza y no se quiere marchar, repitan lo siguiente mientras forman un círculo con sus dedos sobre su esternón:

Son los giros de mis dedos sobre el pecho

la manera de abrir y cerrar

mi corazón celeste como el planeta que habitamos.

En mi corazón pueden convivir en paz las bestias más aterradoras.

Ellas guardan en su propio corazón la ternura para sanar el dolor de este planeta celeste como el interior de mi pecho.

Y en la extensa ternura que se guarda en el corazón de las bestias más aterradoras que conviven en paz dentro mío, navegan los misterios de nuestra existencia.

Que las bestias aterradoras entre mis costillas se calmen, se limpien, se sanen.

Que se calmen, se limpien, se sanen y aprendan a convivir nuevamente en paz hasta que regrese su inevitable desesperación.

Que se calmen, se limpien, se sanen.

Que se calmen, se limpien, se sanen.

Que se calmen, se limpien, se sanen.

¡Gloria a ustedes, muchachos y muchachas de la promoción 2016 del benemérito colegio San Juan de la Virgen de Tumbes!

Que conserven en sus pechos la alegría transformándose y que si la pierden por mucho tiempo, el conjuro contra la tristeza que es este poema siempre funcione.

Que curen al mundo entendiendo que lo que a unos puede admirar por bello a otros puede causarle sólo tristeza.

Y que nunca olviden esa tarde en la piscina que anunciaba la victoria en sus vidas y la poderosa e incomprensible belleza del fin.


De: Nuevas poéticas para honrar a mis amigos (inédito, 2017)


Escrito por

Willy Gómez Migliaro

Willy Gómez Migliaro (Lima, 1968) Poeta, profesor de literatura y escritura creativa, asesor literario y corrector de estilo.


Publicado en

Poesía

Poesía en lengua española